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Nueve millones de euros para rescatar a Rembrandt y Vermeer

El museo Isabella Stewart Gardner, de Boston, ofrece la mayor recompensa de la historia para intentar recuperar 13 obras robadas en 1990

Una imagen del museo Isabella Stewart Gardner, sin las obras sutraídas.
Una imagen del museo Isabella Stewart Gardner, sin las obras sutraídas. EL PAÍS
Isabel Ferrer

El museo Isabella Stewart Gardner, de Boston (Estados Unidos), sufrió en 1990 uno de los mayores robos de la historia del arte. Los ladrones se llevaron 13 piezas de la colección, valoradas en 428 millones de euros. Entre ellas, los dos cuadros más valiosos jamás sustraídos en el país: El concierto (1665), de Johannes Vermeer, y La tormenta del mar de Galilea(1633), la única marina de Rembrandt. Veintisiete años después, con el botín aún desaparecido, el centro ofrece 10 millones de dólares (casi 8,6 millones de euros) a cambio de información fiable. La oferta estará vigente hasta finales de año y es la más abultada de su clase hasta la fecha. El FBI sabe la identidad de los dos ladrones, ya fallecidos, pero hay opiniones encontradas sobre el paradero de las piezas. La oficina de investigación criminal estadounidense cree que siguen en el país. Por contra, el holandés Arthur Brand, rescatador de arte, apunta al Ejército Republicano Irlandés (IRA).

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Ambas partes exhiben sus diferencias con deportividad. Es más, Brand asegura que el nuevo rescate del museo, que hasta ahora prometía cinco millones de dólares, es un “ahora o nunca”. Casi tres décadas después, los lienzos del Siglo de Oro holandés —también sustrajeron Paisaje con obelisco (1638), de Govaert Flinck, uno de los mejores alumnos de Rembrandt— “no deben de estar en buenas condiciones”. Lo mismo puede decirse de los manet y degas, el vaso de la dinastía china Shang (1200-1100 antes de Cristo) y un remate de bronce de una bandera napoleónica, sacados el 18 de marzo de 1990 de la sala. De modo que si el patronato del Isabella Stewart Gardner garantiza el anonimato del informante, y el dinero, “sería una tontería no desvelar dónde está todo”, según Brand. ¿Y el IRA?, porque el FBI dice que ha seguido esa pista “exhaustivamente” y no lleva ninguna parte.

Mafioso octogenario

Un ladrón ilustrado

La coleccionista estadounidense Isabella Stewart Gardner inauguró su museo en Boston en 1903 y las obras se exhiben tal y como ella estipuló. Uno de los dos ladrones que sustrajo 13 piezas en 1990 era un experto, según cree el propio centro. Fue directo a la Sala de los Maestros Holandeses, aunque Stewart Gardner tenía también lienzos de Rubens, Rafael o Botticelli. Para llevarse un rembrandt y un vermeer, valores seguros en el mercado, cortó las telas. La buena noticia es que no debió enrollarlas porque no había rastro de pintura en el suelo. Desde entonces, los marcos siguen vacíos en la pared.

El FBI tira del hilo de Robert Gentile, un mafioso octogenario encarcelado por tráfico de drogas y venta de armas. Piensan que tuvo en sus manos al menos dos cuadros, aunque no estuviera involucrado en el robo. El tipo dice que no y, la verdad, no tiene nada que perder. Hace décadas había una ley del silencio, la omertà, entre gánsteres. Si hablaban, se acabó. Ya no es así, y si Gentile supiera algo podría decirlo y quedar libre. Todo son teorías. La mía no es nueva”. ¿Entonces? “Boston está llena de vecinos de origen irlandés [el 22,8% de sus casi 700.000 habitantes, según el censo oficial de 2014]. En cualquier bar había cestas para recoger fondos para el IRA, y estos grandes robos de arte, invendible por la fama de los pintores, suelen ser para pagar deudas o bien a cuenta de algo. No es que el propio Ejército Republicano lo hiciera. La gente con la que hablo, exmiembros, periodistas irlandeses incluso, llevan años oyendo que estas obras cayeron en manos de los líderes”.

Anthony Amore, jefe de seguridad del museo, y amigo de Brand, piensa que las obras están en EE UU. Se sabe que los ladrones tuvieron una muerte violenta por otros motivos, y hubo un error humano garrafal. En un vídeo en la web del museo, Amore recuerda que un desconocido llamó la medianoche del 17 de marzo, festividad de San Patricio, patrono de Irlanda, al museo. Fuera de la hora de apertura, pero le dejaron entrar. “Una quiebra del protocolo. Los dos guardas eran unos jóvenes e inexpertos licenciados en Arte”. Ya en la madrugada del 18, acudieron dos policías diciendo que habían recibido una llamada. “Eran los ladrones, claro. Les dijeron a los guardas que estaban detenidos y consiguieron maniatarlos y encerrarlos en el sótano sin que lograran pulsar la alarma”. Una secuencia de película. A la mañana siguiente los encontró su relevo. “Se sospechó de uno de los guardas, pero no se pudo demostrar nada, y sé que todavía tienen secuelas por lo ocurrido”, asegura Amore. Los ladrones hurtaron el vídeo del robo, pero dejaron el de las horas anteriores. En 2015 la fiscalía pidió ayuda a la ciudadanía y liberó las imágenes del primer intruso. Sin éxito.

Arthur Brand muestra dos fotos de esculturas realizadas para el régimen de Hitler y que rescató en 2015.
Arthur Brand muestra dos fotos de esculturas realizadas para el régimen de Hitler y que rescató en 2015.PIROSCHKA VAN DE WOUW (AFP/Getty Images)

Si la oferta del rescate sin contrapartidas se mantiene —“ojo, el FBI dice que solo lo puede prometer la fiscalía”, dice Brand— cualquiera que tenga el botín en sus manos podría acogerse al pacto. “En teoría sí. Pero esta gente solo confía en sus madres, y tal vez las obras hayan sido destruidas, o estén en pésimo estado. O no se fían de la policía. En ciertos círculos es difícil ceder. Aunque ya llevamos 27 años sin noticias”, asegura Brand, apodado el Indiana Jones del arte. Entre otros, ha recuperado lienzos de Dalí y Tamara de Lempicka, y contribuido al regreso de los Caballos de Hitler, un conjunto escultórico de la Cancillería de Berlín perdido en 1989.

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