Qué ganas tengo de que os hagáis mayores
La obra habla del modelado de la infancia y de los miedos paternos con un enfoque cortés y amable, entreverado de humor y melancolía
Un ensayo escénico sobre la descendencia, la transmisión intergeneracional y las decepciones que los hijos causan a sus padres (y viceversa). A través de un tácito pacto autoficcional con el espectador, Àlex Cantó, Pau Pons y Jesús Muñoz, intérpretes coautores de El hijo que quiero tener, reflexionan en primera persona del singular sobre la inhibición del deseo de perpetuarse, el esfuerzo que cuesta educar a los niños, lo que el progenitor es capaz de hacer por garantizarles la supervivencia y las relaciones con sus abuelos.
Lejos de lo literario siempre, la compañía valenciana El Pont Flotant alterna el monólogo reflexivo breve de apariencia autoconfesional, el diálogo dramático humorístico y la recreación de estampas escolares, extremo este para el que el joven trío protagonista echa mano de 18 adultos de a pie (buena parte de los cuales tienen edad como para ser sus padres) y cinco niños. El papel de todos estos ciudadanos, reclutados con antelación entre los de cada localidad donde se vaya a representar El hijo que quiero tener, es parecido al que en el teatro griego desempeñaba el coro, que daba voz a las inquietudes comunitarias.
EL HIJO QUE QUIERO TENER | EL FILL QUE VULL TINDRE
Autores: Àlex Cantó, Jesús Muñoz, Pau Pons (también intérpretes de la función) y Joan Collado.
Luz: Marc Gonzalo y À. Cantó.
Compañía El Pont Flotant. Tarragona. Teatre Metropol, 22 de julio. Benicàssim (Castellón), 28 de julio.
Cuando toma la palabra para expresar miedos y hartazgos, este coro de nuevo cuño enmarca colectivamente las reflexiones individuales del cuarteto de autores (los intérpretes, más Joan Collado): el público se sentirá identificado con él en mayor medida cuanto más plural sea la extracción socioeconómica de sus 23 integrantes.
El Pont Flotant se caracteriza por abordar con un enfoque invariablemente cortés y amable temas relacionados con el desarrollo evolutivo, el uso del tiempo y el paso de una edad a otra. No falta ironía en las observaciones que hacen sus artífices, risueñas por lo general, agudas en ocasiones, positivas siempre, teñidas de una melancolía suave y ausente de dolor.
Por su carácter abiertamente dialéctico, su teatralidad juguetona y su significación honda expresada humorísticamente, la escena protagonizada por el padre permisivo, la madre temerosa y sus dos niños de plastilina, cuyo modelado a imagen y semejanza de sus progenitores se consolida a cada refuerzo nuevo que estos les proporcionan, es lo más inspirado de la función, que del madrileño Teatro de La Abadía salta a los Festivales Internacionales de Teatro de Tarragona y Benicássim.
Babelia
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