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Aitana Sánchez-Gijón grita por las mujeres en guerra

La actriz interpreta a Hécuba en el nuevo montaje de ‘Troyanas’ que traslada la acción a Siria y se estrena en el festival de Mérida

Aitana Sánchez-Gijón y Alba Flores, a la derecha, en 'Troyanas', el pasado martes en el teatro romano de Mérida.Vídeo: Jero Morales
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Se podía sentir la magia mientras se contemplaba Troyanas, en el teatro romano de Mérida. Carme Portaceli, directora de la obra, mete al espectador en las calles de la desolada ciudad siria de Alepo mientras la reina Hécuba grita desesperada por las mujeres que en la batalla han perdido a esposos, hijos y padres. Mujeres que serán sorteadas como botín de guerra una vez que los vencedores se lancen a su conquista y se convertirán en víctimas de su propia tragedia. Por el escenario deambulan, entre los muertos, Casandra, Helena, Andrómaca, Polixena, Clitemnestra, Ifiginea y Hermione.

El dramaturgo Alberto Conejero ha escrito un texto, basado en la pieza original de Eurípides, centrado en las mujeres, las grandes olvidadas de las guerras, un texto en el que un hombre, representado por Ernesto Alterio, pone voz a un funesto mensajero que va narrando las tragedias a las que se verán sometidas todas ellas antes de que la ciudad desaparezca pasto de las llamas.

“No te puedes quedar impasible”

Hace 10 años, Alba Flores, siendo estudiante de Interpretación, acudió al teatro romano de Mérida como espectadora e imaginó que algún día estaría en ese escenario. Lo ha cumplido con Troyanas, una de las grandes apuestas del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. La obra de Eurípides, en versión de Alberto Conejero, es una coproducción del certamen emeritense, el Teatro Español y Rovima. Las entradas para el montaje, con un aforo de 3.500 espectadores, están agotadas.

"Troyanas es una pieza que te obliga a reflexionar y cuestionarte tu papel en la vida. Un texto ante el que no te puedes quedar impasible", asegura la actriz de 30 años, hija del músico Antonio Flores.

Las mujeres de Troya, una vez finalizada la guerra, quedan a merced de los vencedores y son violadas, torturadas y abandonadas. No importa de que siglo se hable porque a lo largo de la historia, una y otra vez, quedan despojadas de todo.

Aitana Sánchez-Gijón, convertida en una Hécuba fuerte, pone su voz a merced de millones de mujeres que, hoy, en el siglo XXI, abandonan su patria devastada por las bombas y se aferran a la vida junto a las alambradas de los campos de refugiados. “Ella, con un texto certero, poético y maravilloso, representa el sentido de la justicia, la moral y la ética aferrándose a la vida para seguir adelante paso a paso”, sentencia esta intérprete de 48 años que lleva las imágenes de la destrucción de la ciudad Siria al lugar en el que vive en Madrid. Las calles, las casas, el barrio.

“Vivimos en un pequeño paraíso que en segundos puede ser destruido y las tragedias las tenemos mirando al Mediterráneo, en las barcazas que cruzan las aguas en busca de una vida mejor, los refugiados en los campos, o las fronteras cerradas para aquellos que huyen de una tierra sin esperanza. No hace falta que vayamos a Troya. La guerra y sus consecuencias las tenemos junto a nosotros”, explicó la actriz ayer horas antes de subir al escenario y estrenar esta obra en la que también participan Alba Flores, Maggie Cavantos, Pepa López, Miriam Iscla y Gabriela Flores.

Escenografía de Azorín

La escenografía de Paco Azorín reinterpreta la fotografía de otra ciudad, Hula (Siria), cuando un niño saltaba por encima del centenar de cadáveres tapados con sábanas blancas en el interior de un polideportivo. Sánchez-Gijón, que ya ha pisado el escenario de Mérida con otras obras, se siente “eufórica” al pensar que con su trabajo está “siendo útil llevando un mensaje de esperanza a las desesperadas”. “Me acuerdo de las mujeres de la Plaza de Mayo, de aquellas que asumen cargos políticos en México, las israelíes y palestinas que batallan a diario por una convivencia pacífica. Y, cómo no, de esas mujeres que vagan desoladas por las destruidas calles de Siria”, añade.

Portaceli ha empleado todos los elementos artísticos en su mano para que texto, sonido e imagen se compacten y hagan única la representación de esta pieza teatral. Cuando tuvo entre sus manos la obra sabía cómo llevarla a cabo. Una noticia en la prensa le hizo pensar en ello: “19 mujeres quemadas enjauladas en una plaza pública de Irak”.

La directora de Troyanas cree que en las guerras las mujeres son “las olvidadas de los olvidados. Y no somos conscientes de la fragilidad del ser humano. Por muchas bombas o misiles que se fabriquen un tsunami puede arrebatarnos todos”, señala.

La reina Hécuba finaliza la obra, que se representa desde ayer al 23 de julio, con un mensaje de esperanza, de lucha y supervivencia que llegue a cualquier mujer del mundo y remueva conciencias con un tono certero directo al corazón y a la cabeza.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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