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Ovaciones para Adrien Salen en una noche de calor infernal en las Ventas

Lagartijo y Tibo García, silenciados ante una bonita y desigual novillada de Pablo Mayoral

A eso de las once y media de la noche, mientras las mulillas arrastraban al último novillo y los espectadores abandonaban los tendidos de la plaza de Las Ventas, el termómetro superaba los 30 grados. Por primera vez en mucho tiempo, en el coso madrileño reinaba el consenso: “¡Qué calor!”.

Precisamente para combatir las altas temperaturas del verano y animar al público a acudir a la plaza, la empresa decidió recuperar las novilladas nocturnas y programar los festejos los sábados, en vez de los domingos a las siete de la tarde. Pero, al menos en la primera de las cinco novilladas anunciadas hasta el momento, el cambio no logró su objetivo y en los tendidos no hubo más que el cuarto de plaza habitual en los festejos previos y posteriores a San Isidro. Un fracaso.

A priori, la novillada de Pablo Mayoral, de origen Santa Coloma, resultaba de lo más atractiva. El encierro, bien hecho y con cuajo, pero nada exagerado. Utreros en el tipo de su procedencia, bonitos, astifinos y cómodos de cara. Una novillada de juego desigual y que sorteó dos buenos ejemplares, los lidiados en primer y último lugar. Los agraciados en el sorteo fueron Javier Moreno Sanz Lagartijo, que se presentaba en Madrid, y Adrien Salenc.

El novillo más claro fue el que abrió plaza, un animal que empujó en el caballo y que tuvo movilidad, nobleza y recorrido en el último tercio. Lagartijo se alivió demasiado y no logró acoplarse ni le bajó nunca la mano al de Pablo Mayoral. Ante el manso cuarto, que se rajó a la primeras de cambio, dio pases hasta que, al final y ya muy cerrado en el tercio, aprovechó la querencia del novillo y logró ligar algunos muletazos de mérito.

MAYORAL / LAGARTIJO, GARCÍA, SALENC

Novillos de Pablo Mayoral, bien presentados, bonitos, parejos y de cómodas cabezas. Buenos por nobles y encastados primero y sexto; nobles pero flojos segundo y tercero; manso el cuarto; complicado el quinto.

Javier Moreno Sanz Lagartijo (que se presentaba en Madrid): pinchazo, media estocada delantera y desprendida y un descabello (silencio tras aviso); pinchazo, pinchazo hondo y doce descabellos (silencio tras dos avisos)

Tibo García (que se presentaba en Madrid): cuatro pinchazos (silencio tras aviso); pinchazo hondo atravesado, espadazo tendido y atravesado y tres descabellos (silencio tras dos avisos).

Adrien Salenc: estocada caída (ovación con saludos); metisaca, bajonazo delantero y cuatro descabellos (división al saludar).

Plaza de toros de Las Ventas. 15 de julio. Primer festejo del Certamen Internacional de Novilladas Nocturnas. Un cuarto de entrada.

Fácil, con más oficio que sentimiento, el francés Adrien Salenc estuvo a punto de cortar una oreja del sexto, un astado que exigió conforme a su fondo encastado. Un toro para apostar y dar el paso. Pero Salenc, muy arropado por parte del público, no lo dio. Entre las dos rayas de picar, citó con el pico y no con la panza de la muleta, y ayudándose en el toreo al natural; su labor no fue más que un espejismo, un reflejo del toreo reinante en la actualidad. Lo mejor o más destacable, una serie de derechazos en la que el joven torero encontró el secreto del temple y la ligazón.

A la hora de matar se le fue la mano y, tras un metisaca en los sótanos, dejó un feo espadazo caído y delantero y remató al toro al cuarto golpe de descabello. ¡Y salió a saludar! Inaudito. El precioso tercero, tan noble como inválido, solo le permitió justificarse con voluntad.

Otro novillo muy blando y parado fue el segundo. Tras un buen comienzo doblándose por abajo con mando y torería, Tibo García -que también debutaba en Las Ventas- lo intentó con insistencia, pero se estrelló contra la falta de casta de su enemigo. Otro cantar fue el quinto, todo un ‘regalito’ que exigió valor y recursos. Bravucón en el caballo y con más genio que casta en la muleta, el de Mercedes Figueroa -segundo hierro de la casa- embistió a oleadas y se fue orientando poco a poco. García esquivó como pudo los arreones y se equivocó al plantear una faena moderna a un toro de otro tiempo. Y es que, ya se sabe, cuando no sale el toro de carril…

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