Camino de perfección moral
La película de Nino Basilia, su ópera prima, presenta continuos contrastes entre la gente que resiste y la gente que claudica
LA VIDA DE ANNA
Dirección: Nino Basilia.
Intérpretes: Ekaterine Demetradze, Lasha Murjikneli, Keso Maisuradze, Lili Okroshidze.
Género: drama. Georgia, 2016.
Duración: 108 minutos.
Mantener la integridad moral en un territorio de corrupción económica y ética generalizada puede resultar casi ingenuo a simple vista de la masa. Una honestidad salvaje, a machamartillo, quizá la gran revolución pendiente, quizá la gran revolución quimérica, a la que está cerca de llegar la mujer protagonista de La vida de Anna, película georgiana muy en la onda del realismo cinematográfico social y moral que se está practicando en países de su entorno, como Rumanía y Bulgaria, que nunca cae en el discurso lineal y que, a pesar de dejar una sensación de ya vista, acaba adquiriendo una necesaria autenticidad radicada en la decencia de su reflexión plena de aristas.
La película de Nino Basilia, su ópera prima, presenta continuos contrastes entre la gente que resiste y la gente que claudica, en medio del desolador panorama de una mujer separada con un hijo autista del que reniega su padre ("No puedo mirarlo a la cara"), que trabaja en una fábrica y que en su tiempo libre limpia casas. Una mujer honrada sin atajos que, ay, tiene una actitud bien equívoca con el joven enamorado que le sigue los pasos, al que utiliza cuando quiere y necesita. Los recovecos, los picos, las esquinas de una vida intachable. ¿Acaso existe la perfecta conciencia? ¿Claudicar en la ilegalidad o la inmoralidad en situaciones de pozo profundo es desistir o resistir?
Con una ágil cámara al hombro en las secuencias de exterior, aunque sin temblores innecesarios, al estilo del último Dardenne (La chica desconocida), y mediante planos fijos alargados en el tiempo en las de interior, Basilia compone un retrato de la desesperación en el tiempo de las mafias de la inmigración organizada, y en el tiempo del hampa de la corrupción generalizada. El honesto golpe de un cineasta que, al tiempo que se pregunta por el legado moral que estamos dejando a nuestros hijos, sabe que la perfección moral perpetua, simplemente, no existe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.