Libros extraños para gente rara
Las casetas más rebuscadas, del BOE a la Oficina de Patentes, también tienen su público
Lo maravilloso de los libros es que hay uno para cada uno, por muy raro o loco que esté, y del mismo modo por muy raro o loco que sea un libro seguro que hay alguien que se lo compra. Se puede comprobar en la Feria del Libro de Madrid, y no lo digo porque te puedes encontrar a gente como el dúo Pimpinela firmando ejemplares, sino yendo adrede a las casetas más extrañas. Por ejemplo, la de la Oficina Española de Patentes y Marcas, la número 2, ha vendido varios volúmenes de Bielas y álabes 1826-1914. Evolución histórica de las primeras máquinas térmicas a través de las patentes españolas. En la de la Real Academia de la Lengua aseguran que se sigue comprando su diccionario tocho, aunque hace años que se puede consultar gratis en la web. La última caseta de la fila, 235, es la Biblioteca de Autores Cristianos, donde el libro más solicitado, con diferencia, afirman, continúa siendo la Biblia. La Fundación Federico Engels, la 184, todavía da buena salida al Manifiesto comunista y, como éxito de la temporada, un libro de Alexandra Kollontái, porque “el feminismo ahora está pegando mucho”. Incluso en el Club Bibliófilo Editorial, la 50, de esas con libracos medievales que son facsímiles de lujo, aun reconociendo que venden menos con la crisis, cuentan que no va mal, gracias también a la nueva moda de usarlos como pieza decorativa. Su pieza más valiosa es un Beato de Fernando y Sancho de 8.600 euros, siglo XI. Te lo mandan a casa, claro. La caseta con el cartel más apretujado, que aglomera más editoriales, es la 290, cuatro sellos pequeños de nombres interesantes: Aristas Martínez, Harpo, La Bella Varsovia y Ya lo dijo Casimiro Parker. Parecen rebuscados, pero preguntas y resulta que el otro día fue por allí la reina y se llevó un par de libros. Mucho más marginal es el puesto del BOE, el 120, pero, sorpresa, tienen manuales de setas, vinos y legumbres, porque exhiben también todo tipo de publicaciones oficiales. Luego tienen cosas como la Ley sobre Propiedad Horizontal, a 4,50 euros, y muchas otras normas espesas, el tipo de literatura que uno se espera. Y que también tiene su público, porque delante de mí venden un ejemplar. En Nevski, caseta 223, editorial especializada en escritores rusos, una señora sopesa cuál llevarse de Bulgákov, si Los huevos fatídicos o El maestro y Margarita, y se inclina por este último. Pero uno de los volúmenes más curiosos se halla en la Librería Áurea Clásicos de Grecia y Roma: Asterix apud Helvetios, en latín. Se siguen editando en esta lengua. Están locos estos lectores.
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