Luísa Sobral: “Para nosotros Eurovisión fue una victoria de los dos”
Tiene 29 años y una vida ligada a la música. La hermana de Salvador Sobral compuso la canción ganadora del festival y actúa en el Teatro Real de Madrid el 24 de julio
Esta joven de sobrado talento que atraviesa con determinación la cafetería hasta llegar a mi mesa adorna estos días muchas de las marquesinas que recorren la Avenida da Liberdade. Aparece en una gran foto abrazada a su hermano Salvador para el que compuso la eurovisiva Amar pelos dois, una de esas canciones que se instalan en la memoria del público a los pocos días de ver la luz. En junio sale en España su último disco, Luisa, donde cohabitan preciosas canciones en portugués, francés e inglés, con ecos de Bob Dylan o Joni Mitchell, que se podrán escuchar en directo el 24 de julio en el Teatro Real de Madrid. Pequeñas historias interpretadas por esta peculiar voz que no cabe confundir con ninguna otra.
-Cantábamos mucho en casa. Hacíamos tres voces: mi padre, la grave; Salvador, la más aguda, y yo, la de en medio. Mi padre toca la batería, que no es lo más practico para cantar, pero yo comencé a acompañarme con la guitarra y a componer a los 12 años. Desde niña necesitaba expresar algo propio. Tendría 13 años cuando grabé un disco de canciones mías con mi hermano. Mi padre escuchaba mucho Beatles, Rolling Stones, también algo de jazz. A él le fascinaban las letras. Esa ha sido la razón por la que las palabras son tan importantes para mí, porque nos contextualizaba la letra, el momento y el por qué fue escrita. Mi madre no canta, a ella le dejamos el papel de hacer los vídeos. Recuerdo que en un viaje a Israel, en la visita a unas catacumbas, había una acústica tan increíble que empezamos a cantar los tres. Los turistas nos escuchaban como si estuvieran asistiendo a un concierto. Ella lo filmaba. Fue precioso.
-Mi familia es especial por tener una disposición a lo artístico, pero sobre todo porque mis padres siempre han tenido mente muy abierta y nos han criado en un ambiente de mucho amor.
-Me fui a los Estados Unidos con 16 años, después de haber participado en el Pop Idol y haberme hecho tremendamente popular. Pero yo deseaba salir de casa, sabía que tenía que buscar mi identidad musical. Me fui a un pueblo muy chiquito en el estado de Nueva York, cerca de las cataratas del Niágara. Muchas vacas y poca gente. A mí me encantó porque la escuela tenía mil cursos artísticos: jazz, coro, musicales, teatro.
-Yo nunca fui tímida. No tenía miedo, deseaba vivir experiencias distintas. Y mis padres lo entendían perfectamente.
-Mi profesor de música me dijo, si quieres estudiar jazz, el mejor sitio es Berklee College, en Boston. Me admitieron y me encontré con todo lo que podía soñar: estudiantes hablando de música las 24 horas. Estuve cuatro años. Yo, que nunca me había gustado la escuela, me vi convertida en ese tipo de niña que había odiado en la infancia, la que buscaba ser la primera de la clase. Hacía todo lo que me pedían, rápida e intensamente. Si me pedían una canción de seis segundos de funk, yo entregaba una canción entera. Y los demás me miraban como, ¿y esta?, ¿de qué va? Pero yo lo hacía porque era insaciable. Aquella intensidad fue necesaria, ahora ya me gusta descansar de la música también.
-Luego fui a NY a trabajar. Tocaba en restaurantes por la noche y por el día trabajaba en un café. No compuse nada porque estaba todo el día trabajando. En los restaurantes, lo típico, nadie te escuchaba, estabas de fondo. Es así. Yo quería quedarme, pero cuando volví a Lisboa resultó que Universal se mostró interesada en producirme un disco. Hubiera querido seguir la aventura americana, pero la verdad es que el dinero que ganaba era de las propinas. Pensé, si me quedo en Portugal tengo la posibilidad de hacer mi música, si me quedo en NY me dedico a servir cafés. La vida es así, te abre nuevos caminos. Y volví después de seis años.
-Al principio fue raro y difícil, es algo traumático el regreso si te has ido con 16 años. Pero el trabajo me ayudó a readaptarme. Además, la calidad de vida es mejor aquí. Allí compartía casa, siempre iba corriendo, sentía una gran confusión.
-Creo que mi generación en Portugal está haciendo muy buena música, se nota que hemos aprendido mucho. Y somos amigos, colaboramos, nos pedimos letras unos a otros, hay una gran camaradería.
-Mi maternidad cayó en un periodo perfecto. Había compuesto un disco para niños (Joao es muy popular en Portugal) y había dejado grabado este último, Luísa, que grabé embarazada. Lo dejé todo listo para estar tranquila cuando tuviera al bebé. A lo largo del embarazo, mi madre me grabó un vídeo que hice pensando en mi hijo. Pobre, tuvo mucha paciencia conmigo. Esa canción sólo existirá en ese vídeo. No la voy a grabar.
-Compuse “Amar pelos Dois” con la idea de que la cantara Salvador. Yo no quería cantarla, no quería exponerme demasiado. La voz de mi hermano es la que conozco mejor, la que más me gusta en Portugal, así que… ¿por qué no proponérselo? Yo siempre he sabido que mi hermano es increíble, tiene una voz que llega al corazón así, directo, pero la gente no lo sabía. Su disco no se había escuchado demasiado, no tuvo repercusión y yo quería ayudar porque intuía que con un empujón mediático el público lo iba a adorar. Y lo hemos conseguido.
-La experiencia eurovisiva fue curiosa en el sentido de que hicimos todo como queríamos. Y nos dejaron porque se dieron cuenta de que nos salíamos de la norma. Desde el inicio fue distinto, porque él no podía acudir a los ensayos y tuve que hacerlos yo. Y cuando ganó yo salí a cantar con él. No lo habíamos avisado. Fue así, natural: él me dijo, vamos a cantar juntos. Porque para nosotros era una victoria de los dos. Ahora hay gente que dice, mira, ella le quiso robar el protagonismo. Y yo, pero qué dices, por Dios, es mi hermano, estamos muy unidos. Cuando escucho cosas así, pienso, ¿por qué hay gente que puede pensar que yo necesito protagonismo? Cuando subimos al escenario yo ni siquiera me escuchaba, podía haber desafinado, pero no me importaba, deseaba estar con él, no quería perderme la emoción de estar ahí. Pensar en otra razón es ridículo. Pero siempre hay gente que cuando pasa una cosa buena tiene que añadir algo feo, algo mezquino.
-Nuestras voces quedan muy bien juntas. Con los hermanos que han cantado desde niños pasa eso, son voces que han crecido juntas.
-Yo había escuchado mucho una canción de Sting, Practical Arragement, que habla de un chico que le dice a una chica, tu hijo y tú podéis venir a vivir conmigo, no tienes que prometerme que me vas a querer como yo te quiero a ti. Me parecía tan bonito eso, esa falta de orgullo. Si amas a alguien hay algo de eso, de esa entrega generosa. Esa idea se me quedó aquí y la canción surgió con ese argumento: sé que no me quieres, pero mi amor es tan grande que yo puedo hacerlo por los dos.
-Lo mejor que le puede ocurrir a un compositor es ver cómo, de pronto, la canción que compuso deja de ser suya. Y eso es lo que ha ocurrido: el público ha hecho suya Amar pelos Dois porque siente que habla de su vida. Esa es la maravilla de las canciones, que hablan de ti. La canté en mi último concierto y la gente se puso de pie, la cantaba, y yo decía, ay, ya voy a llorar otra vez. No podía terminarla.
-Estos días pasados fueron muy intensos. Yo estaba muy vulnerable. Creo que lloré más en estos días que en toda mi vida. Cuando llegamos al aeropuerto de Lisboa y estaba esperando toda esa gente, me daba pena no poder pararme a hablar con ellos, y también sentía orgullo. Al meternos en el coche, nos pusimos los dos a llorar. Todo muy loco.
-Mis padres fueron con nosotros a Kiev, ellos se ocupaban de las cosas prácticas. Mis padres son increíbles, enseguida hacen que todo sea muy natural. La gente me decía: se comportan como si hubierais ganado un concurso en el colegio. Al día siguiente del regreso a Lisboa estaban viendo las noticias y mi madre le dijo a mi padre, fíjate, llevan treinta minutos hablando de nuestros hijos. Ellos siguen su ritmo, trabajando mi padre de anticuario y mi madre en su estudio de costura. Ella me hizo la ropa para el festival. Colgué una foto en Instagram para publicitar un poco su taller y ahora la gente va ahí buscando entrevistas. La pobre se esconde, le dice a su compañera, diles que no estoy. Están muy orgullosos, claro, compran la prensa y guardan todo lo nuestro, pero cuando llegamos a casa son capaces de hablarnos de otras cosas. Y nosotros necesitamos eso. Necesitamos estabilidad emocional. Mi hermano me lo dice, oye, ya no puedo hablar más de Eurovisión, estoy harto.
Algunos coleccionistas de buenas canciones tenemos desde hace tiempo un lugar preferente para las de Luisa Sobral. Es urgente que esta artista portuguesa se mueva en nuestros escenarios como lo hace en los suyos. Se lo merece ella, nos la merecemos nosotros.
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