_
_
_
_
_

El Cervantes rinde homenaje a la estirpe de Mario Muchnik

El editor, autor y fotógrafo deposita un legado en la sede madrileña del Instituto y cede una colección de 133 fotos

Jesús Ruiz Mantilla
El editor, fotógrafo y escritor argentino Mario Muchnik, a la izquierda, junto al director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, en Madrid.
El editor, fotógrafo y escritor argentino Mario Muchnik, a la izquierda, junto al director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, en Madrid.Uly Martín (EL PAÍS)

Los libros son esos objetos imbatibles que quedan dormidos en las estanterías y despiertos en nuestra memoria cuando son buenos. La música, en cambio, es ese suspiro inaprensible que vuela por el aire desde la infancia hasta la vejez. Quizás por eso, Mario Muchnik, uno de los últimos mohicanos de cierta estirpe editorial, eligió este miércoles el arte de los sonidos para depositar en el Instituto Cervantes (IC). Así que, como legado en la sede madrileña dejó una caja de música, una flauta y una fotografía de Shirley Temple dedicada: “A mi amiguito argentino MM”.

Eso fue por la mañana. Cuidadosamente, Muchnik fue contando la procedencia de los objetos. “Lo de Shirley Temple, no es por presumir”, dijo. “La cajita de música la compraron mis padres en Estados Unidos, en 1937”, recordó. Fue un trozo de infancia con retranca y un poso de sana melancolía lo que depositó entonces en la cámara acorazada del Cervantes –“este lugar en donde me siento muy a gusto, pese a que les estorbe a algunos”, aseguró-, dentro de la caja 1509.

Por la tarde continuó el homenaje: Juan Manuel Bonet, director del IC y amigos como José Carlos Llop, Marcos-Ricardo Barnatán o Juan Cruz lo celebraron con sus recuerdos y semblanzas de viva voz. Fue después de que Muchnik (Buenos Aires, 1931) cediera una colección de 133 fotos que será expuesta en varios centros del IC, comenzando por París y Nueva York.

Entre todos trazaron al editor de genes –su padre, Jacobo, le precedió en el oficio-, que dejó la física nuclear para adentrarse en la fórmula vaporosa y nada probable del secreto de los libros, acompañando la tarea de imprimirlos con la escritura y la fotografía también.

“Luchó siempre a favor de algunos de los factores que hacen que el editor sea mucho más que un hombre que pone a navegar los libros", dice Juan Cruz

De hecho, Muchnik ha confesado alguna vez que acabó su carrera de editor sin blanca. Quizás por la auto exigencia medio mesiánica de preferir calidad por encima de las ventas. Pero el caso es que con carácter, una cierta búsqueda de cánones propios y desempolvando rarezas, ha marcado una senda original en sellos como El Aleph o el Taller de Mario Muchnik.

Lo reconoció así Bonet: “Mario, inteligentísimo, agudísimo, divertidísimo, ha sido editor a trancas y barrancas. Ha publicado a Tolstoi, al George Grosz memorialista, a Lion Feuchtwangwer, a Julien Green, a Cortázar, a Jorge Amado, a Primo Levi y a Élie Wiesel, a Juan José Saer, a Bruce Chatwin, a Eduardo Arroyo…, hasta gastronomía, como por ejemplo el maravilloso libro de la norteamericana M.K. Fisher sobre las ostras”.

También Juan Cruz puso de relieve su búsqueda de la calidad: “Luchó siempre a favor de algunos de los factores que hacen que el editor sea mucho más que un hombre que pone a navegar los libros. No sólo organiza o completa lo que saca a circulación, sino que estima su oportunidad y alecciona, sin decirlo, al lector contemporáneo: crea la atmósfera, restituye el entusiasmo del autor contrito o deprimido y lleva a las librerías la esencia de ese entusiasmo con que trabaja”.

El mundo de la literatura en lengua española le debe aún otro tributo a Muchnik, coincidieron todos. “Él no ha sido tan solo un editor entusiasta y culto. Ha sido, en el doble sentido, el patrón de todos nosotros. Porque lo representa en sentido estricto, no es santo pero es patrón, en él se fundan ahora las raíces del oficio, y además representa, en su manera de ser, la calidad del oficio de editor”, añadió Cruz.

Algo que aún se percibe dentro del oficio en varios, pero que fue crucial en una generación como la suya: “Esa que ha ido desapareciendo, de esos que aprendió a la vera de su padre o de sellos franceses como Gallimard o colegas italianos de la talla de Giangiacomo Feltrinelli o Giulio Einaudi y que, recordando a George Steiner, ha llegado a la Tierra como invitado y ha hecho lo posible por agradar a ese poderoso anfitrión que es el mundo”.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_