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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La gran maestra del violonchelo

Muere Natalia Shakhovskaya, que estuvo al frente de la cátedra de violonchelo de la Escuela de Música Reina Sofía entre 2000 y 2014

El sábado pasado murió en Moscú Natalia Shakhovskaya, la gran maestra del violonchelo. Shakhovskaya era "la" profesora, como me decía Mstislav Rostropovich, con quien se había formado. Él mismo la convenció para que viniera a enseñar a Madrid, a la Escuela de Música Reina Sofía, donde estuvo al frente de la cátedra de violonchelo desde 2000 hasta 2014. Durante todo ese tiempo, la vida musical española se benefició de las sucesivas hornadas de violonchelistas de fantástico nivel que surgían de su clase. Algunos de ellos están haciendo carrera como solistas, como Pavel Gomziakov, Fernando Arias o Pablo Ferrández, a quien la Nippon Foundation ha confiado uno de los pocos violochelos Stradivarius que existen en el mundo. Otros de sus alumnos forman parte de grupos de cámara de gran éxito, como Helena Poggio, del Cuarteto Quiroga, y otros muchos están contribuyendo al progreso de nuestras orquestas: la Sinfónica de RTVE, la de Bilbao, la de Tenerife, la Ciudad de Oviedo, la Filarmónica de Málaga, la Real Filharmonía de Galicia y, sobre todo, la Sinfónica de Madrid, titular del Teatro Real, donde más de la mitad de la cuerda de violonchelos han sido alumnos de Shakhovskaya en la Escuela Reina Sofía. Con ella, la cátedra ha tenido también gran repercusión internacional al entrar sus alumnos en orquestas como la de la Radio de Stuttgart, la Metropolitana de Lisboa o las academias de las dos grandes orquestas de Berlín, la Filarmónica, entonces de Simon Rattle, y la Staatskapelle de Daniel Barenboim. La importancia de su servicio a la cultura musical de nuestro país llevó al Gobierno a concederle la Encomienda de la Orden de Alfonso X El Sabio, que ella recogió con enorme ilusión.

Natalia Shakhovskaya había nacido en Moscú, el 27 de septiembre de 1935. Empezó su formación en la Escuela Gnessin, donde entran los niños de más talento musical, y la continuó después en el Conservatorio Chaikovski. Ganó el primer premio del Concurso Internacional Chaikovski en la edición de 1962, que fue la primera dedicada al violonchelo. Para hacerse una idea del nivel del concurso de aquel año basta decir que la gran Natalia Gutman obtuvo el tercer premio. A partir de ese éxito, Shakovskaya comenzó una serie de importantes recitales y conciertos con orquesta. Fue una gran intérprete del violonchelo. Aún recuerdo la luminosidad tan especial de las Variaciones rococó que tocó en el Palacio de El Pardo, ante su Majestad la reina doña Sofía, durante una de las ceremonias de clausura de curso de la Escuela. Pero, a diferencia de Gutman, Shakhovskaya puso desde el principio el acento de su carrera en la enseñanza. Entró muy pronto como profesora en el Conservatorio de Moscú y, en 1974, cuando Rostropovich tuvo que abandonar la Unión Soviética, Shakhovskaya le sucedió como catedrática. Demostró mucho coraje personal al dejarse fotografiar con el disidente Rostropovich el día de su salida para el exilio, cuando nadie quería aparecer cerca de él. Shakhovskaya acabaría convirtiéndose en una leyenda viva de la pedagogía musical. Formó parte de esa última generacion de grandes maestros rusos que entendían la vocación didáctica como una tarea trascendente, combinando la máxima exigencia con una entrega completa al alumno.

Es impresionante oír hablar a sus alumnos cuando muestran su admiración, agradecimiento y cariño a la profesora Shakhovskaya. Lo mismo, por otra parte, que mostró ella hacia su maestro. Recuerdo la devoción con que Natalia me llevó al cementerio de Novodevichi, en las afueras de Moscú, a poner flores en la tumba de Rostropovich. Ahora es a ella a la que le lloverán las flores en el homenaje que le está preparando el Conservatorio de Moscú, en su mítica Sala Grande. Algunas rosas vendrán desde España, lo que, estoy segura, le hubiera despertado una sonrisa. Más de una vez me dijo que consideraba la nuestra como su segunda patria. Natalia Shakhovskaya fue feliz durante sus años en Madrdid. Este pensamiento me consuela en esta hora tran triste.

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