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Un día en el metro de Medellín con Juanes

El artista colombiano presenta su nuevo disco 'Mis planes son amarte' en su ciudad

Ana Marcos

Los empujones y aglomeraciones en el metro de Medellín son habituales en hora punta. El martes, los codazos los daban los periodistas y el que trataba de respirar entre la marabunta era Juanes. El cantante colombiano ha elegido su ciudad, por primera vez, para presentar su nuevo disco Mis planes son amarte. Un título romántico, acorde con canciones que tratan de amores perdidos, amores despechados, amores ilusionantes. Continuista: su anterior álbum se llamó Loco de amor (2014). Y un título con doble lectura. El artista quiere amar, pero también se va a Marte, el planeta. O más bien viaja desde allí hasta Colombia en busca de una diosa indígena. "La felicidad que todos buscamos", dice.

Juanes decidió que para rendir tributo a Medellín debía hacerlo subiéndose al metro. El sistema de transporte que se ha convertido en el símbolo de la ciudad. Ya no es la casa de Pablo Escobar. No es el sitio más peligroso de la Tierra. Es un lugar donde se puede viajar en tren sin peligro. Este es el discurso de Federico Gutiérrez, el alcalde. El mismo que asume el artista de la mano de sus tres hijos y su mujer cuando se sube al vagón con su firma. "Solo dos personas tienen su nombre: Botero y vos", le dice el regidor. 

El viaje en metro, tranvía y metrocable comienza en el occidente, en el barrio del Poblado, la zona más amable de Medellín. Habitada por vecinos de estratos cinco y seis, la clase alta. Los transportes avanzan hacia el oriente en su parte más alta. Durante el camino, cuando la maraña de periodistas, cámaras, blogueros y algunos curiosos descansa, Juanes y su familia ven una ciudad que cambia de fachada y de renta media. Al otro lado de las ventanas del metro los murales de grafitis y los colores de algunas casas pintan los barrios por los que antaño era mejor no caminar. "Esta es la manera de poner dignidad", se escucha en el vagón.

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Unos cuantos metros más arriba, subidos al metrocable, un teleférico que vuela sobre comunas de casas de ladrillo y chapa, la dignidad es más difícil de encontrar. Dicen que está en algunas calles asfaltadas. O en las canchas deportivas que sirven de lugar de encuentro para los vecinos. Habría que bajarse y entrar en las casas de los más humildes, los de estrato uno, para encontrarla de verdad.

"Me niego a ser negativo en la vida", dice Juanes en el mirador del barrio la Sierra. "La música es un reflejo de eso, no todo está grave, hay una nueva Colombia que paralelamente está creciendo". El cantante, militante de la paz, es de los pocos artistas colombianos que jamás se ha escondido al hablar de la situación de su país. Su último paso adelante fue en la ceremonia de entrega del premio Nobel de la Paz al presidente Juan Manuel Santos por conseguir la firma del proceso de paz con la guerrilla de las FARC después de más de medio siglo de conflicto armado. "Aún quedan cosas por hacer, falta mucho, reconoce, pero no puedo ser pesimista con Colombia".

Ni siquiera pierde el optimismo cuando dos niños se acercan a él, a su familia y al alcalde y les explican que de mayores quieren ser guerrilleros. Practican jugando a guerrillero y policía. O paramilitar y policía. No alcanzan a explicar de dónde les sale la inspiración. Está en el ambiente de un barrio marcado por la violencia. Juanes intenta contraatacar esta cultura con su fundación Mi sangre. Comenzó ayudando a las víctimas de minas antipersona, pero cuando la intensidad de la guerra en Colombia fue bajando con el proceso de paz con las FARC, viró la estrategia hacia los más jóvenes. Sus beneficiarios salen de los barrios más pobres y ahora en vez de delincuentes, los llaman constructores de paz gracias a iniciativas culturales.

El final del viaje termina en los talleres del metro. Juanes convirtió un hangar de maquinaria pesada en un recinto con alfombra roja, donde se bebía ron, whisky y aguardiente. Con un gran escenario donde proyectó ante más de mil invitados la versión audiovisual de su disco. "Ya lo hicieron David Bowie, Pink Floyd y recientemente Beyoncé con Lemonade", explica. Es decir, Mis planes son amarte se escucha y se ve en una sola sentada por este método: una película de más de una hora. "Cuando empezamos a armar la historia, definitivamente Colombia era el lugar. De Medellín pal mundo, papá".

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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