Aire limpio para prolongar 500 años ‘La última cena’
Un proyecto público-privado dotará a la pintura de un nuevo sistema de climatización para frenar su deterioro
Las 400.000 personas que visitan cada año La última cena, de Leonardo da Vinci, generan suciedad. Las partículas de polvo que se depositan en las paredes afectan a la obra maestra, pintada en un fresco del refectorio del convento de Santa María delle Grazie, en Milán, "que cada día sufre una lenta degradación". Por ello, el Ministerio de Bienes Culturales italiano va a invertir 1,2 millones de euros en un nuevo sistema de climatización capaz de limpiar el aire más rápidamente y combatir así el deterioro de una pintura que ganará así 500 años de vida, según los promotores del proyecto.
Otro millón de euros procederá de Eataly, el coloso de tiendas de productos italianos fundado por Oscar Farinetti, que considera que "siempre ha sostenido los productos y biodiversidad italiana para defender también un patrimonio artístico inigualable".
El proyecto, que lleva el sugestivo título Una cena así no te la puedes perder, se materializará en 2019 con la instalación del nuevo sistema de aireación de la obra, precisamente cuando se cumplan 500 años de la muerte de Da Vinci. Esta nueva tecnología permitirá emitir 10.000 metros cúbicos de aire limpio en el refectorio de Santa María delle Grazie, frente a los 3.500 actuales.
El proyecto, en el que han colaborado varios institutos de investigación italianos, "garantizará que muchas más personas puedan verlo cada día", según Eately. La empresa lanzará además una campaña de sensibilización para la protección de la obra y para invitar a turistas extranjeros e italianos a conocer la obra. En sus tiendas, que tiene repartidas en varias ciudades italianas y también en Estados Unidos, Arabia Saudí, Japón, Corea y Dinamarca, se podrá reservar una visita de hasta 50 minutos, en vez de los 15 minutos hasta ahora permitidos.
El ministro de Cultura italiano, Dario Franceschini, ha aplaudido la colaboración entre los sectores público y privado que se está realizando en Italia para salvar las obras de arte y deseó que muchos imiten a Farinetti. "A través de la innovación consentiremos a más visitantes poder ver el maravilloso Cenáculo de Leonardo", agregó Franceschini, quien aseguró que se "triplicará el número de visitas". Actualmente están permitidas solo 1.320 visitas diarias, y con el requisito de reservar con mucha antelación.
La idea no es nueva. La necesidad de dotar de nuevos sistemas de aireación para proteger del deterioro que causa el depósito de partículas de polvo en las obras se ha visto ya en otros proyectos, como el de la Capilla Sixtina, inaugurado en 2014.
En el caso del Cenáculo la necesidad de este sistema es aún mayor ya que se trata de una obra muy frágil que ha sufrido varias restauraciones para devolverle el color que lentamente iba desapareciendo. Y es que Leonardo pintó La última cena para el convento de los Dominicos, como encargo del entonces prior Vincenzo Bandello, con una técnica de pintado en seco para acelerar el trabajo.
Por ello, trató el muro con dos capas de la base que se utilizaba para pintar sobre madera y trabajó en seco, pero ignoró que bajo el convento pasaba un río que creaba humedad en las paredes y que poco a poco iría absorbiendo la pintura de una de sus obras maestras. Realizada entre 1494 y 1497, los primeros problemas por la pérdida de color surgieron apenas diez años después de que Leonardo la hubiera acabado. La última restauración se realizó en 1999 y consistió en retirar capas de pintura previas para sacar a la luz lo que quedaba de la obra original.
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