Homenaje al verso suelto del nuevo flamenco
Músicos de distintas generaciones y estilos graban un álbum que invita a reconsiderar la influyente herencia artística de Ray Heredia
Ray Heredia murió en el verano de 1991. Tenía 27 años y acababa de publicar “Quien no corre, vuela”, estreno discográfico por cuenta propia tras haber militado en la primera formación de Ketama a mediados de los ochenta. Ajeno a corsés estilísticos, enemigo declarado de restricciones genéricas, dueño de una voz tan emocionante como la del maestro Manzanita, el madrileño era también un músico superdotado. Su breve cancionero, poco más de una decena de composiciones, recibe merecido homenaje en el álbum de tributo “Por Ray Heredia”, en el que colaboran Alejandro Sanz, Vetusta Morla, Rubén Blades, Antonio Carmona, Diego Carrasco, Jorge Pardo, Arcángel y Pablo López, entre otros muchos.
Para comprender los motivos de este dispendio basta con volver a escuchar aquel disco extraordinario, llamado a conectar al gran público con la por entonces pujante escena de los jóvenes renovadores de lo jondo: Ketama, Pata Negra, Aurora, La Barbería del Sur. Se trata de un trabajo impar que devino unidad de medida con que evaluar logros ulteriores en el ámbito del pop flamenco. Y es una obra que bascula entre opuestos. Del picor de sol al nubarrón preñado de aguacero. De la escampada balsámica a la tormenta eléctrica.
La pregunta del millón
Triana Heredia (Madrid, 1989) ha cumplido el sueño de cantar a dúo con su padre gracias a este homenaje. Comprobar que “la gente le sigue queriendo, admirando y sacando cosas de sus discos” le pone contenta. Es la depositaria de un legado que quizá algún día podamos disfrutar y que respondería a la pregunta del millón: ¿Qué estaría haciendo él de no haber fallecido tan a destiempo? “Tengo alguna maqueta que otra”, dice. “El otro día encontré una. Guardando cosas en cajas vi un montón de cintas y pensé que adonde voy yo con tantas casetes, si esto ya no se lleva. Vi que ponía ‘Maqueta Ray” y, claro, no tengo para escucharlo, así que me fui a casa de una tía mía que tiene un cacharro antiquísimo. Él está graciosísimo, ahí, con su guitarra. Son cosas que están verdes, verdes, pero supongo que saldrán algún día”.
A Teo Cardalda (Vigo, 1962), productor del álbum y también del homenaje, no le caben dudas sobre la naturaleza de este repertorio. “Ray era así [de extremo], para lo bueno y para lo malo”, asegura el excomponente de Golpes Bajos y cincuenta por ciento de Cómplices. “Era un tío con una mente muy caliente musicalmente hablando, un tío que asustaba. Estaba más cerca de una estrella pop anglosajona que del flamenco, aunque no iba a renunciar a eso ni de coña, porque era su sangre. Formaba parte del flamenco, pero quería ser Prince o David Bowie”.
Al igual que otros compañeros de promoción, Heredia tuvo la fortuna de que Mario Pacheco se cruzara en su camino. El jefe de la discográfica Nuevos Medios, fallecido en 2010, supo apreciar la desbordante creatividad que bullía en su interior y no dudó en impulsar tan prometedora carrera. Su hija María (Madrid, 1984), que es quien dirige ahora el emblemático sello, explica que lo más complicado del proyecto estuvo en los preliminares, a la hora de repartir juego. “Tuvimos que dar directrices al ofrecer los temas, porque si no todo el mundo iba a pedir ‘Lo bueno y lo malo’ y ‘Alegría de vivir’. Pero una vez sabían que tenían equis tema ya había la libertad de hacerlo como quisieran”.
“Por Ray Heredia” convoca a familiares, amigos y allegados, pero también a viejos compañeros de faena, rendidos admiradores y alumnos confesos. “Nos planteamos que era un disco para Ray y de su gente”, admite Cardalda. “Por eso está todo su entorno: Negri, Aurora, Juan Carmona, Pepe Luis Carmona. Alejandro Sanz estuvo ahí desde el principio. Lo de Vetusta Morla me encanta. Después te enteras de que no estás forzando nada, que lo conocen y lo valoran y hacen un pedazo de versión. Rubén Blades, igual. Hasta Pablo López, que no lo ha conocido, ha hecho una versión curiosísima de ‘Cobarde’”.
“Quien no corre, vuela” se grabó de noche, durante el segundo semestre de 1990. Heredia y Cardalda se repartieron la mayoría de la labor instrumental, recurriendo puntualmente a colaboradores que, en el caso de ‘Negri’ y Jorge Pardo, también participan en el homenaje. “En el momento en que lo estás haciendo no tienes esa sensación [de que iba a ser tan importante]”, rememora el vigués. “Mario Pacheco creo que sí lo sabía, él tenía ese sexto sentido. María me cuenta que escuchaba y escuchaba en su casa las premezclas, lo que íbamos haciendo… Nosotros estábamos pasándolo bien, disfrutando, haciendo lo que más nos gustaba e intentando sacarle a Mario lo máximo posible, ‘¡invítanos a cenar o a otra copa!’… Mario miraba mucho, era en plan lo que haga falta, pero gilipolleces las mínimas… y nosotros éramos un poco golfos”. El disco vio la luz poco antes de que Heredia muriera víctima de una sobredosis y apenas tuvo recorrido comercial. Pero dejó huella. “¿Qué es la fama, qué es ser famoso, qué es un artista multitudinario?”, se pregunta Cardalda. “Ray no ha hecho ruido, pero está tatuado en la calle, en las casas y en los giradiscos”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.