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Las nuevas mañanas de Luis Brea

En los dos últimos años el grupo ha subido en el circuito, ahora sacan nuevo disco, 'Usted se encuentra aquí', un sonido nuevo para un costumbrismo más etéreo y menos nocturno

Luis Brea en la calle de Andrés Borrego, en Madrid.
Luis Brea en la calle de Andrés Borrego, en Madrid.LUIS SEVILLANO
Isabel Valdés

Su padre, un tenor, le preguntó un día por qué cantaba así, al 30% de su rendimiento, y Luis Alberto Alemaza (Alcorcón, Madrid, 1973) decidió trabajar la caja torácica cuando se puso en marcha Usted se encuentra aquí, el último trabajo de Luis Brea y el Miedo, un sonido nuevo para un esqueleto que en algún momento él mismo nominó como postindie, que tenía pinceladas de postpunk y cuyas letras encajaron como poesía costumbrista de una realidad nocturna, domingos de vermú, bares, psicotrópicos y conciertos bajo el estío costero.

Esa realidad ha cambiado, y la concreción de ese costumbrismo ha pasado a lugares con más luz, más diurnos, a historias más abstractas, aunque asegura Brea que no menos certeras. “Antes la música estaba más supeditada al texto, yo no era capaz de renunciar a nada, ahora sí que me mola sintetizar. Hay una reducción de la ecuación, una evolución en la música, y en la escritura”. Un avance natural desde su último disco, en 2015: bolos, festivales e hijo mediante. “Mi vida ha cambiado mucho, he sido papá, en general la situación es otra…”.

Los discursos de estas 11 canciones se acercan más a la emoción, o eso alega él, bajo su permanente gorra, ya sin gafas ahumadas. La rebeldía, la ironía, los amaneceres en portales, el sarcasmo, la rabia y la mugre de las pistas de discoteca que casi podían olerse en sus canciones anteriores se han convertido en actores secundarios y han dado paso a narraciones más etéreas, menos cerradas y con más margen para la interpretación.

No hubo discusión al enfilar ese nuevo camino: “Entendimos la coherencia de la evolución. Más guitarras, más voz, muchos más sintes y su mezcla con guitarras eléctricas...”. Para esa nueva perspectiva han estado casi seis meses —el anterior se concretó en una semana dentro del estudio—; aunque fue Brea quien comenzó a explorar solo, revisando textos antiguos que habían quedado descartados en su momento, y escribiendo nuevos.

La primera de entre las nuevas fue El Estanque; las más antiguas, Perfecto y Manuel Rodríguez, que cierra el disco con una de esas frases susceptibles de leerse en alguna camiseta de festival: En honor a la verdad, esperaba algo mejor. “Las dos se quedaron fuera en el disco anterior”, recuerda Brea; y el recorrido final del elepé no ha lugar a dudas, la narración de esas dos rescatadas resalta en el estilo de situaciones visuales, concretas, poesía popular con nombres comunes y frases de andar por casa que hasta ahora les han valido completa conexión con su aforo.

Eso que ocurrió con Mil razones. “Y nos pilló por sorpresa, fue una canción que creció en el estudio, y que ya pertenece en gran parte al público”. Su pretensión es volver a conseguir ese vínculo. Tienen material para ello: imágenes potentes, estribillos que se aprenden con dos escuchas, frases que podrían convertirse en estribillos aunque no lo sean, e historias que radiografían casi a cualquiera. Como una ola repite: Solo sé que no quiero y no puedo parar… conozco esta zona, licores con cola, y andar tras de ti.

“Fue con Como una ola donde notamos que realmente estábamos dando un paso adelante”. Sin metas, eso sí. Brea asegura que en ellos no hay nada premeditado: “Probar, ver dónde te lleva lo que haces, qué te encuentras…”. Están construyéndose permanentemente, y en ese desarrollo cree que empieza a haber cosas que se les escapan. “Me crucé hace no mucho con un chaval saliendo del supermercado, muy joven, con gorra. Siempre he tenido envites con la generación anterior, pero también siempre ha existido una relación. Él iba escuchando música en el móvil, y por primera vez yo no tenía ni idea de qué era”.

En una disertación sobre la historia reciente, Brea habla de las nuevas formas de distribución, de la inmediatez, de lo efímero de algunas tendencias, y de cómo se desdibuja el contacto con el origen. “Se está difuminando la memoria, hay cientos de playlist con compilaciones actuales y, en comparación, mucho menos de aquellos sonidos de los que venimos". Como contrapunto, él quiere decantarse por el mestizaje, que en el peor de los casos, nutre: "Ritmos latinos, hiphop, trap, flamenco, música castellana... ¡Nos estamos perdiendo cosas! Hay que seguir caminando y crecer en ese camino". ¿Hasta poder saber dónde es el "aquí" del Usted se encuentra aquí? "Hasta donde sea", contesta.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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