Brinkmann, un caos con mucho orden

La pintura de Enrique Brinkmann ha sido siempre un juego de contrarios. “Todas mis obras surgen de una forma un poco caótica y es entonces cuando comienza el proceso creativo y me empeño en buscar el equilibrio. Trato de ponerle un orden pero, casi siempre, lo vuelvo a desordenar. Construcción y destrucción son dos constantes en mi trabajo, me gusta que siempre estén presentes”, confiesa Enrique Brinkmann (Málaga, 1938), quien el pasado jueves inauguró una muestra con óleos y dibujos de los últimos dos años en la Galería Freijo de Madrid.

Neuroconexiones plásticas, que podrá verse hasta el 29 de abril, reúne 10 obras nuevas y las enfrenta a dos piezas de momentos muy distintos de su dilatada, atemporal y personalísima carrera, siempre ajena a modas y tendencias. Se trata de Figura con un grupo de gente, un dibujo a tinta china de 1962, una obra que realizó en Alemania, donde residió en la década de los sesenta, y Agrupamientos (2005), un óleo sobre tela metálica, material que el artista ha utilizado en varias series y cuyo eco permanece aún en sus últimas obras, aunque ahora sustituye los alambres por una sutil cuadrícula dibujada que subyace en casi todas las piezas y le ayuda a ordenar el caos que tanto le atrae.

“Esto no es una retrospectiva, pero he querido incorporar esas dos piezas anteriores, porque en mi obra no hay un estilo definido, sino una coherencia. Son segmentos que se repiten y el dibujo está siempre ahí”, comenta Brinkmann, cuya obra está presente en una larga lista de las colecciones entre las que destacan las del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), la Albertina de Viena, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca o el Reina Sofía y la Fundación Juan March, ambos en Madrid.

Sobre tramas casi monocromas, el artista despliega una sinfonía de notas de color que desprenden luz desde el interior del lienzo y atrapan la mirada. La trama, la materia y las líneas delgadas, casi como conexiones neuronales, pueblan el universo poético de Brinkmann como notas de una partitura, quizá en recuerdo de las obras que creó en los sesenta en Colonia para el compositor Cornelius Cardew, uno de los colaboradores del grupo Fluxus. El artista, que siempre ha alternado pintura, dibujo y grabado, estrena formato en esta exposición: se trata de Las manos, una serie de dibujos en los que aúna obra y proceso creativo y, además, los presenta en cajas de discos compactos. “Yo quería reivindicar el uso de las manos en la ejecución de la tarea artística, frente a otras formas de trabajar en las que solo intervienen los conceptos, las ideas. Por eso cada caja tiene dos tintas y un CD con imágenes, fotografías tomadas cada segundo con una cámara cenital, en las que pueden verse mis manos dibujando precisamente esas tintas”, explica divertido Brinkmann, siempre afable y dispuesto a experimentar. Las manos (2014) está compuesta por 75 CD con dos dibujos cada uno.

Y aunque el pintor malagueño utiliza la tinta regularmente, desde 2008, cuando participó en Pekín en la 3ª Bienal Internacional de Arte, la tiene más presente, quizá atraído por la sutileza de la caligrafía del país asiático. Desde 2008 ha expuesto varias veces en China, en Pekín y Shenzhen.