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Lo que hizo la verja con la identidad de los gibraltareños

Un estudio analiza la influencia de la frontera en la forja de relaciones entre dos pueblos

Jesús A. Cañas
Tráfico en la carretera que lleva de España a Gibraltar, esperando en la barrera porque un avión está aterrizando en la pista.
Tráfico en la carretera que lleva de España a Gibraltar, esperando en la barrera porque un avión está aterrizando en la pista.Terrence Spencer (Getty)

La frontera era tan porosa que la única forma de distinguir a un gibraltareño de un español era por la marca de tabaco que fumaba o por la forma de colocarse la chaqueta. De poco servía la verja que el ejército británico levantó en 1909 para separar los territorios. La Línea de la Concepción (Cádiz) era, poco menos, que un barrio de Gibraltar: en uno y otro lado se compartían idioma, costumbres, gustos musicales e incluso parentesco. Pero con el franquismo y su lema “Gibraltar, español”, la interculturalidad saltó por los aires. De 1969 a 1982, la frontera cerró. Se hizo impermeable, cruda y despiadada. Familias divididas y una comarca partida en dos.

La reacción lógica no fue menos hostil, los gibraltareños empezaron a imaginarse a sí mismos “más británicos que los propios británicos”. En esta convulsa y reciente historia, entre lo político y lo cotidiano, Gibraltar conformó una identidad propia, opuesta a la española pero también distinta de la británica. Esa cultura generada a raíz de los conflictos fronterizos la analiza ahora el estudio antropológico Bordering on Britishness (“Al límite de lo británico”).

Un marinero británico de permiso en Gibraltar disfruta de un paseo con su novia en una calle estrecha (8 de mayo de 1954).
Un marinero británico de permiso en Gibraltar disfruta de un paseo con su novia en una calle estrecha (8 de mayo de 1954).Bert Hardy (Getty)

“Ha sido una labor casi de arqueología de la memoria oral”, reconoce el gibraltareño y catedrático de la Universidad de Essex Andrew Canessa. Él ha sido el encargado de dirigir un proyecto (financiado por el Consejo de Investigación Social y Económica de Reino Unido y apoyado por el Gobierno de Gibraltar) sobre la historia oral de la identidad gibraltareña en el siglo XX.

En colaboración con la doctora Jennifer Ballantine Perera, de la Garrison Library de Gibraltar, y de los investigadores posdoctorales Giacomo Orsini y Luis G. Martínez del Campo; Canessa ha reconstruido la cultura asentada en el recuerdo de 400 entrevistados a ambos lados de la frontera. La conclusión es casi obvia: “La cultura de Gibraltar está absolutamente marcada por la frontera”.

Los entrevistados, de 16 a 101 años, —en largas citas donde se les invitaba a recordar y a hablar en llanito, el dialecto que mezcla inglés y castellano— han reconstruido su visión de identidad “forjada en oposición al franquismo y en el rencor a lo español”, explica Canessa. “Existen espacios públicos, como los medios, las redes sociales o los discursos políticos, donde se proyecta una idea gibraltareña con una retórica casi racista. Pero, en general, la gente llora por la pérdida de lo que tienen en común con algunos aspectos de la cultura española”.

Control de documentación en la frontera por parte de policías gibraltareños y guardias civiles, previo a la clausura de la verja en los años 60.
Control de documentación en la frontera por parte de policías gibraltareños y guardias civiles, previo a la clausura de la verja en los años 60.Getty

Matrimonios mixtos

Antes de los años cincuenta, un tercio de los matrimonios eran entre gibraltareños y españolas. Con el cierre de la frontera, el pasado de esas mujeres se perdió deliberadamente. “Se hicieron muy gibraltareñas, como respuesta al dolor de verse separadas de su familia en España”, añade Canessa.

Respecto al idioma, el bilingüismo y el llanito están ahora en riesgo de desaparecer. “Los mayores son bilingües y sienten que los jóvenes pierdan el español. Sin embargo, es casi una regla social no hablar a los hijos en castellano, se vincula de alguna forma a la clase obrera”. Tampoco es sencillo el sentimiento que Gibraltar tiene hoy hacia la frontera. Pese al sufrimiento, siente necesaria su presencia “ya que es vista como una salvaguarda de la situación de privilegio económico de que disfrutan”, como remarca el estudio.

“Quiero que se vea la diversidad”

El catedrático Andrew Canessa no se quedará aquí en su proyecto ‘Bordering on Britishness’. Después de obtener conclusiones variadas de sus 400 entrevistas a personas de distintas edades, religiones, condición social y etnias; pretende elaborar todo el material en artículos científicos y un libro académico. En él, hará un esfuerzo divulgativo por acercar a la sociedad las conclusiones alcanzadas en las que, ante todo, quiere “que se haga patente la diversidad”.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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