La justicia por su mano
La inmadurez con que se formula el discurso y las constantes caídas en un sensacionalismo estilístico comprometen gravemente el resultado final
IRA
Dirección: Jota Aronak.
Intérpretes: Urko Olazábal, Roberto Mori, Nacho Marraco, Diana Facen.
Género: thriller. España, 2016.
Duración: 93 minutos.
Por puro azar, o como manifestación sintomática de la era de la sospecha en la que estamos plenamente inmersos, coinciden en la cartelera tres películas españolas que, por distintos medios, invitan al espectador a desconfiar de sus imágenes. Análisis de sangre azul, de Blanca Torres y Gabriel Velázquez, Capturar (Las 1001 novias), de Fernando Merinero, e Ira, de Jota Aronak, comparten, pues, la voluntad de ser contempladas en estado de alerta, recurriendo a estrategias tan diversas como las del metraje encontrado, lo que podría llamarse el ilusionismo dramatúrgico y de montaje (con gotas de autoficción) y, en el caso de Ira, la enfática mixtura de representación y (supuesto) documento.
Primer largometraje de un director formado en la publicidad y en el vídeo musical, que, en algunos de sus cortos –Bendita masacre (2010) sin ir más lejos-, delató una cierta debilidad por la instrumentalización de la violencia como fantasía viril, Ira se presenta como la dramatización de un documental de imágenes veladas para preservar el anonimato tanto de su autor –un periodista con excedente de ambición y profundos estados carenciales de ética- y su objeto de estudio: un padre dispuesto a vengar, al margen de la ley, la muerte de su hijo. Lejos del gusto por el humor negro de sus cortos, Aronak intenta aquí afrontar un tema tan espinoso en clave dramática, pero la marcada inmadurez con que se formula el discurso y las constantes caídas en un sensacionalismo estilístico propio de ciertos reportajes televisivos comprometen gravemente el resultado final.
Babelia
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