Cantes y canciones de madrugada
Flamenco lleno de poesía popular en los recitales de Mayte Martín y Melchora Ortega
Mayte Martín. Al flamenco por testigo. Cante: Mayte Martín. Guitarras: Salvador Gutiérrez, Pau Figueres. Percusión: Chico Fargas.
Bodega Los Apóstoles. 25 de febrero, 24 horas
Melchora Ortega presenta a La Memole y su combo flamenco en Por los pelos.
Cante. Melchora Ortega. Colaboración especial (baile): Isabel Bayón. Artista invitado (cante): David Lagos. Guitarra: Santiago Lara. Piano: Alejandro Rojas Marcos. Vientos: Diego Villegas. Contrabajo: Antonio Corrales. Percusión: Pedro Navarro. Palmas y coros: Rocío Soto, Fernando Galán. Guión y dirección escénica: Francisco López. Coordinación musical: David Lagos.
Sala Paúl. 26 de febrero, 24 horas
Más allá del baile que ocupa el teatro Villamarta, la programación del Festival de Jerez acoge pequeños ciclos en horas y escenarios alternativos. Uno de los programados este año es el denominado Flamencos y poetas, con las actuaciones de Mayte Martín y Carmen Linares, más los artistas que protagonizan el disco homenaje de los flamencos de Jerez a Caballero Bonald. La cantaora catalana inauguró el ciclo el pasado sábado a la medianoche con un cuidado recital de cante. En él, la poesía dominante fue la popular, la que nutre históricamente el flamenco, que también está llena de autores que no son anónimos: Enrique El Mellizo, Don Antonio Chacón… Solo un par de nombres de referencia dentro del repertorio de una artista que gusta beber de los clásicos sin prejuicios sobre su procedencia.
Así, principió su recital con una adaptación de La rosa cautiva, la composición de Quintero, León y Quiroga que Valderrama popularizó. Martín la presentó sobre unos elegantes arreglos para guitarra basados en una pavana de Fauré. Rafael de León volvería al final, en las bulerías, con el Romance de la Reina Mercedes, tan celebrado entre flamencos de toda condición. También, y en los tangos, se coló el verso siempre fresco de otro poeta sevillano, Juan Manuel Flores.
Por lo demás, la actuación de la artista catalana siguió los cánones del buen gusto y la delicadeza con la que ella trata los diferentes estilos, que aborda en tandas largas, de exquisita entonación, que viajan por la geografía cantaora desde Alcalá en la soleá hasta Triana, Cádiz, Jerez y los Puertos. O hasta Huelva, si se trata de los fandangos, o Granada o Málaga, si de unos tangos en los que no falta la Niña de los Peines. Por bulerías enlaza Jerez con cuplé y remata la noche con una suite de estilos levantinos encabezada con granaínas de Chacón.
Un arrebatado cabaré
Otro de los ciclos, el De la frontera, presentó en la medianoche del domingo a la cantaora jerezana Melchora Ortega. Eso el lo que dicen los créditos, que la realidad es que nos encontramos con una artista que se había reinventado para la ocasión, desdoblándose en diferentes papeles interpretativos. Para ello viajó a su infancia, de la que toma el nombre del espectáculo —como La Memole era conocida en su barrio de pequeña— y un cancionero que debía estar en los archivos más antiguos del disco duro de su memoria: pasodoble, copla, María Jiménez, Bambino y, por supuesto, Lola Flores, entre otras muchas referencias que remiten a la pasión y el arrebato, la alegría y la pena, el amor y el desamor.
El espectáculo se presenta en formato de cabaré o, mejor, de sala de fiestas de los años setenta, con un combo muy plural que, como su nombre indica, se puede tornar de lo más flamenco, musicalmente hablando, pero que también es capaz de crear la atmósfera apropiada para un nocturno bolero. Se presenta lo que probablemente se llamara un espectáculo de variedades, con deliberada estética kitsch por momentos, en el que hay canción y baile, unas gotas de interpretación, muchos guiños de humor cómplice y hasta un flamenquísimo arranque por seguiriyas. Aunque flamenca fue toda la función, por su tono emocional y la pasión derrochada.
Para que todos esos elementos se puedan conjugar hacen falta unos artistas de garantía, como la banda que comandaba el guitarrista flamenco Santiago Lara y que tuvo en el joven Diego Villegas un mago del color y la creación de atmósferas. Hace falta también el peso artístico de una bailaora como la sevillana Isabel Bayón, que también canta, y de qué sorprendente manera, e interpreta con gracia; la versatilidad del cantaor David Lagos y, sobre todo, la fuerza arrebatadora de Melchora, que se viste de señora para cantar la pena o se desmelena, descalza, para liarla con rabia. Con la fuerza que le conocíamos en el flamenco, no sorprenden estos variados registros, pero se disfrutan con gusto.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.