Un productor llamado Brad Pitt
En su camino hacia dejar de ser simplemente una cara bonita para forrar carpetas, hay que reconocerle a Brad Pitt el mérito de haber llegado muy lejos
En su camino hacia dejar de ser simplemente una cara bonita para forrar carpetas, hay que reconocerle a Brad Pitt el mérito de haber llegado muy lejos. No tomó la vía de Robert Redford y Mel Gibson, que terminaron ganando como directores el Oscar que apenas olieron como actores, pero Pitt decidió, para despistar a la vista, no solo tomar papeles sin glamour como 12 monos (1995) o quitarse la funda de los dientes en El Club de la lucha (1999), sino convertirse en uno de los productores con más olfato de Hollywood.
A día de hoy y ya que estamos en temporada de Oscar, las cuentas indican que le ha ido mejor en la producción (una estatuilla de tres nominaciones) que en la actuación (tres infructuosas candidaturas). Esta edición, una nueva producción suya está en las nominadas a la mejor película. Van seis en los últimos diez años. Ni Harvey Weinstein puede decir lo mismo.
Efectivamente, Moonlight es el gran milagro del año en los Oscar y tiene en Pitt su santo ejecutor. Esta vez no está en la lista de los productores principales y, por tanto, nominados al Oscar, pero sus labores ejecutivas comenzaron hace dos años en el momento en el que Barry Jenkins, el director de Moonlight, moderó en el festival de Telluride el coloquio de otra de las cintas que Pitt "apadrinó": 12 años de esclavitud, la misma que le dio su único Óscar hasta la fecha.
Entonces, el actor aseguró al Hollywood Reporter que su labor como productor, más allá de poder asegurarse papeles que le gusten a él como actor (como Mátalos suavemente), es “apoyar y empujar material arriesgado, que no encuentre dinero fácilmente”. Y su apoyo a Moonlight es tal que por ella rompió su reclusión tras el mediático divorcio con Angelina Jolie y subió al escenario de los Globos de Oro a hablar maravillas de su criatura cinematográfica.
Ese camino había empezado 16 años antes, cuando todavía era pareja de Jennifer Aniston y, junto a ella, creó la compañía de producción cinematográfica de esclarecedor nombre: Plan B.
Ni que decir tiene que, tras la separación, la custodia fue para "el padre" y entonces empezó la verdadera buena racha. Como productor nominal tuvo inicio tímido en el mundo del documental con God Grew Tired of Us (2006), pero ese mismo año participó en una apuesta segura: Infiltrados, de Martin Scorsese. De nuevo, era productor ejecutivo, así que el Oscar a la mejor película no fue técnicamente para él, pero sí marcó sus estándares de calidad.
Un año después produjo a mayor gloria de su luego esposa Angelina Jolie Un corazón invencible (un golpe bajo para Aniston como expropietaria de la empresa) pero la época dorada empezó con El árbol de la vida (2011), el regreso de Terrence Malick que ganó la Palma de Oro en Cannes y también fue finalista al máximo Oscar. Aunque de nuevo Pitt se quedó fuera del cuadro de honor, tampoco lo necesitaba, pues ese mismo año estaba nominado dos veces como productor y actor protagonista de Moneyball, escrita por Aaron Sorkin. De hecho, esa es hasta la fecha su última candidatura como actor (tras 12 monos y El curioso caso de Benjamín Button), y el inicio de su "remontada" como productor, que completaron la mencionada 12 años de esclavitud y, en la edición anterior de los Oscar, La gran apuesta, que además hizo muy buena taquilla.
Y es que no solo de prestigio a fondo perdido vive el Brad Pitt productor: también figura en los créditos de éxitos notables y protagonizados por el mismo como Guerra Mundial Z o las dos entregas de Kick Ass. Por no hablar de su carrera como productor para televisión, casi siempre asociada al trabajo de Ryan Murphy, con el que compartió el Emmy por The Normal Heart (2014) y con el que vuelve a las andadas ahora con la esperada Feud.
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