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Crítica | Jazz
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Infinitas posibilidades de la melodía

El trío del pianista de Jazz Brad Mehldau ofrece un memorable recital en el Auditorio

El trío de jazz de Brad Mehldau, en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid.
El trío de jazz de Brad Mehldau, en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid.CNDM

Brad Mehldau se presentaba en Madrid junto a su trío (Jeff Ballard a la batería, Larry Grenadier al contrabajo) habitual de los últimos doce años en el Auditorio Nacional de Música dentro de la programación jazzística del CNDM. Hacía casi tres años que Mehldau no se dejaba ver en este formato en Madrid y el público abarrotó la sala sinfónica del Auditorio.

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La belleza según Brad Mehldau

Aunque Mehldau es un pianista de intereses y registros versátiles (de lo lírico al piano solo pasando por la electrónica o el rock), es con esta formación de trío clásico de jazz con la que está escribiendo las páginas de más peso en la historia reciente de la música contemporánea, y su recital madrileño fue un ejemplo vivo y rotundo de ello. Es sabido que para Mehldau el jazz, su estética y estructuras, no son más que meros puntos de partida hacia un lenguaje nuevo, un nuevo idioma del que expone sus más recientes descubrimientos en cada concierto. En Madrid centró su repertorio en nuevas composiciones (propias y de Jeff Ballard), la mayoría de ellas todavía sin título (aunque citó piezas como Wolfgang’s Waltz, Gentle John, Strange Gift o And I Love Her de Lennon & McCartney).

Brad Mehldau Trio

B. Mehldau, piano. Larry Grenadier, bajo. Jeff Ballard, batería.

Auditorio Nacional de Música, ciclo de jazz del CNDM.

19 de febrero.

El concierto giró alrededor de las posibilidades casi infinitas de la melodía, de cómo trabajarla como un verdadero artesano más allá de géneros pero con una innegable tendencia al formato canción y una pasión explícita por la música pop. Trabajó Mehldau durante la mayor parte del concierto en un espacio muy limitado del teclado, convirtiendo el centro del mismo (y no sus notas más agudas o graves en los extremos) en un lugar desde el que surgían de modo constante nuevas ideas, creaciones a tiempo real, combinaciones de ritmo y melodía de una belleza lírica y fantasmal.

Fue un recital prácticamente sin solos que aplaudir (lo que no hace más que confirmar el “desapego” de Mehldau por los aspectos más formales del jazz), en el que Grenadier (elegante y clásico) y Ballard (original y nuevo) condujeron de modo magistral el ritmo de una noche en la que hubo valses a medio tiempo, baladas de un lirismo atroz, referencias al piano clásico de la época romántica, llamadas a Thelonious Monk y The Beatles o al jazz más clásico mediante dos standards (West Coast Blues, de Wes Montgomery y It’s All Right With Me, de Cole Porter) que cerraron el concierto como propinas. Ovaciones varias y público en pie: Brad Mehldau lo hizo sonar todo nuevo y propio, una vez más.

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