Y Lobezno colgó sus garras
Hugh Jackman presenta en Berlinale 'Logan', la novena y última ocasión en que el actor encarnará al mutante más famoso
Ya han pasado 17 años desde que una de las más curiosas carambolas cinematográficas lanzara al estrellato a Hugh Jackman, quien, con el estreno mundial hoy en la Berlinale de Logan, ha comenzado a despedirse del personaje que le dio la gloria, Lobezno (Wolverine), uno de los mejores y más complejos superhéroes de la historia de los cómics. Un mutante con poderes curativos y exoesqueleto y garras de adamantium, el metal indestructible creado para los tebeos de Marvel.
Durante 17 años, Jackman (Sidney, 1968) ha defendido con grandísima dignidad y talento el personaje en nueve películas, seis de X-Men -o de La patrulla X, como se llamaba su grupo en España- y tres centradas especialmente en su personaje. "Cuando vi acabada Logan lloré, pero el personaje seguirá en mi interior", ha aclarado Jackman al inicio de su rueda de prensa en la Berlinale. Lógico, hace casi dos décadas Jackman era un desconocido actor con un puñado de series, bastante teatro y dos películas a sus espaldas. Y así iba a seguir. Pero Stanley Kubrick se había atascado -otra vez más- en un rodaje, el de Eyes Wide Shut, protagonizado por Tom Cruise, y Cruise tuvo que detener su siguiente producción, Misión: Imposible 2. En ella, como villano, aparecía el escocés Dougray Scott, que también había firmado como Lobezno en la primera X-Men, para filmar una después de la otra. El retraso encadenado obligó a Scott a esperar a Cruise, y a los productores de Marvel a llamar al australiano que había quedado segundo en el casting de Wolverine: Hugh Jackman.
Hoy Jackman es un grande de Hollywood y de Broadway (gracias a su talento para los musicales), y no olvida lo que supuso para él Lobezno, el personaje que en los tebeos crearon Len Wein, Herb Trimpe y John Romita Sr, aunque el gran urdidor del universo mutante fuera Chris Claremont. "Lleva 17 años dentro de mí y Logan es la película que llega a corazón del personaje. A lo mejor ha sido culpa mía no haberlo alcanzado antes. Pero si mis nietos un día me preguntan qué película es la que de verdad define quién es Lobezno, les diré que Logan, porque tiene mucho de mí, de mi amor por el personaje, que estará siempre en mi interior y los fans me lo recuerdan todos los días". La rueda de prensa de la Berlinale ha sonado a despedida entusiasta, aunque no ha superado el calificativo de lo previsible ya que quien más ha hablado ha sido James Mangold, el director de la película.
"Lobezno lleva 17 años dentro de mí y estará siempre en mi interior" (Hugh Jackman)
El guion de Logan se basa ligeramente en un cómic de Mark Miller, Lobezno: el viejo Logan, en su concepción del personaje, que malvive como chófer de limusinas en el año 2029, al sur de la frontera entre EE UU y México. Allí esconde al albino Caliban y al profesor Charles Xavier (soberbio Patrick Stewart), otrora mente privilegiada y ahora un viejo al que el alzhéimer le carcome el cerebro. Alcoholizado, hundido, Lobezno sencillamente deja pasar los días. Hasta que en su vida se cruza una niña, Laura, la famosa -en el mundo del cómic- X-23, creada con material genético de Lobezno. Más o menos, su hija. Aquí la referencia comiquera usada ha sido X-23: Innocence Lost, de Craig Kyle. A esa líder de la nueva generación mutante le da vida la actriz Dafne Keen Fernández, que debutó en la serie Refugiados y es hija de padre inglés y madre española.
James Mangold, como director, da de sí... lo que da. Conoce al personaje, sabe qué materia mítica tiene entre sus manos, pero no está a la altura de una película violenta. Y la violencia cimenta Lobezno, porque el canadiense John Logan nunca fue un personaje pacífico ni timorato. En la rueda de prensa, donde se ha hecho dueño del micrófono, Mangold ha hablado sobre esa explosión de muertes, dolor y sangre. "Espero que la gente reflexione sobre la consecuencia de la violencia. La violencia provoca la muerte, la desaparición de la vida sin vuelta atrás. Hemos usado un referente de la cultura pop para provocar en su público preguntas más allá del negocio de vender camisetas, figuritas o happy meals. No es un filme para niños, aunque los hay en la trama porque si no, sería imposible explorar en temas como la violencia, la paternidad o la familia".
"Espero que la gente reflexione sobre la consecuencia de la violencia. La violencia provoca la muerte, la desaparición de la vida sin vuelta atrás" (James Mangold, director)
Curiosamente, mucha parte de la trama se desarrolla en el México fronterizo, y otra en una huida hacia Canadá: Estados Unidos quema a los personajes. "Antes de todo el debate del muro ya estaban las secuencias de la frontera", contó Jackman, que alabó la habilidad de los guiones de tomarle el pulso al momento histórico. Por su parte, Stewart explicó: "Todos nosotros somos parte de los tiempos cambiantes. Cada personaje es influido por su tiempo. No buscamos hacer un filme político, aunque haya eco de los que ocurre actualmente. Si la gente quiere entresacar mensajes de Logan, es que hemos hecho bien nuestro trabajo". Por cierto, Stewart empezó hablando de la vergüenza que sentía al prsentarse delante de la prensa -mayoritariamente europea- en la Berlinale. "La nación de la que procedo ha decidido abandonar Europa, lo que ha ocurrido porque la gente fue engañada. Es un error calamitoso y me disculpo ante ustedes".
Mangold también se ha referido a la importancia de un western como Sin perdón para Logan, aunque según sus creadores la última aparición en la gran pantalla de Lobezno-Jackman supera cualquier género. Sin embargo, no ha dedicado ni una palabra a otro clásico que sí ven los personajes en Logan, y que también habla de violencia y niños: Raíces profundas, de George Stevens. Jackman apareció con una pequeña tirita en el lado derecho de su nariz: el lunes, como anunció él mismo por su cuenta de Instagram, fue operado por sexta vez de su cáncer de piel. "Otro carcinoma de células basales. Gracias a los chequeos rutinarios y a los médicos maravillosos, todo está bien. Tiene peor pinta con el vendaje que sin él. ¡Lo juro!", escribió. La capacidad autorregenerativa del cuerpo de Lobezno sigue perteneciendo al universo de la imaginación.
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