La canción popular como bandera
El exlíder de Standstill, Enric Montefusco, presenta en Madrid su primer disco en solitario
Enric Montefusco (Barcelona, 1977) tiene rasgos muy marcados. La mirada afilada, la barba frondosa, la sonrisa tímida. Y el gesto serio. Se toma su tiempo para hablar; se atusa la barba y reflexiona con esmero cada respuesta. A primera vista, no evoca al líder una banda surgida del hardcore y el punk underground barcelonés, aunque luego transitaran hacia estilos más alternativos. El exlíder de Standstill lanzó el pasado mes de septiembre su primer disco en solitario, Meridiana (Sony Music). Un álbum que le aleja de las dinámicas del intrincado grupo que lideró durante casi 20 años. Más cercano a las autores populares, sin perder un ápice de la esencia musical, pero con letras menos ambiguas, más sociales y cercanas. Este jueves 16 de febrero lo presenta en el Teatro Lara de Madrid con todas las butacas vendidas.
Unas semanas antes, el músico catalán atiende a los medios en un pequeño cuarto de las oficinas de su discográfica en la Castellana. Montefusco disecciona las vicisitudes que le llevaron a componer, grabar y producir un disco que –como él mismo reconoce- no le ha supuesto un salto al vacío, si no una transición natural tras romper hace casi dos años con Standstill. El camino continúa por el sendero que marcaron Adelante Bonaparte (2010) y Dentro de la luz (2013) con su antigua banda, pero con la evolución propia del artista y un poderoso desvío hacia el contenido social, inspirado en sus vivencias y donde no socava en la nostalgia si no en los claroscuros de las veredas que atraviesa la sociedad.
El disco reflexiona durante las 11 canciones sobre el carácter individual, la clases trabajadoras; sus decisiones y la imperfección del prediseño existencial al que se somete a la sociedad. Todo ello bajo el acento de los valores biográficos de la infancia del autor. “Hemos sido desatendidos en las cosas importantes, aunque en las cuestiones materiales hayamos estado cubiertos”, ahonda Montefusco. “No sabemos que queremos, nos dejamos llevar y cuando todos hacemos cosas tan parecidas algo va mal. Meridiana habla de la inconsciencia de los niños; cuando conviven con cosas que no son normales no son conscientes. Ser uno mismo dentro de las clases populares es más crudo”, añade. No en vano, el título del disco hace referencia a la avenida donde nació y creció en Barcelona, en el barrio obrero de Navas-La Sagrera.
El músico recuerda que su bagaje artístico procede originalmente del hardcore y del punk, dos estilos “cargados de valores.” “Me apetece aportarlos porque es necesario cuestionar el sistema en el que vivimos y falta espíritu crítico”. Ese concepto sumerge a través a través de las músicas; arregladas con palmas, violines, acordeones o flautas. Instrumentos clásicos y un sonido orgánico y hogareño. Pero es en las letras donde se pronuncia más esta faceta. “Con el tiempo me he dado cuenta de que mi función es comunicar. Con Stanstill siempre hemos sido espectaculares y no quería hacer algo tan complejo”, explica.
Montefusco menciona a la compositora estadounidense Nina Simone como referente, “fuerte en sus convicciones”, y reivindica lo popular no por su faceta amable, si no “porque llega a todo el mundo”. “Como [el cantautor belga] Jackes Brel, con una música dulce y unas letras que cargan contra los valores de la sociedad francesa”. “Me interesa como comunican Simone o Brel porque han sido capaces de componer música y escribir letras con compromiso social que llega a todo el mundo”, aclara. Precisamente, en Yo delego en ti, una de las canciones de su nuevo trabajo y que carpetazo al disco habla sobre responsabilizarse de nuestro destino, dejarse llevar y no dejar que decidan por nosotros”. O en Adiós, donde implora sobre la necesidad de arrancarse las raíces que nos impiden afrontar la vida “como realmente nos gustaría”, explica.
Durante la producción del disco, que se prolongó durante diez meses, el artista grabó guitarras y voces y ejerció de director de orquesta. El álbum fue grabado en su estudio por donde pasaron hasta doce músicos que alineó a en diferentes tandas para grabar en bloques de cuatro canciones. “Nunca he sido capaz de delegar en nadie, liderar me sale de manera natural”, afirma. ¿Y la carátula del disco? Una foto rasgada de Montefusco cubierta por una imagen antigua quemada por el sol que refleja a un señor anónimo, probablemente obrero, trabajador, inmigrante de otra época. “Representa y transmite el contenido del disco”, concluye.
Babelia
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