A los nazis les gustaba el ‘gypsy jazz’
El festival de Berlin comienza su competición con una fallida aproximación a la vida del guitarrista gitano Django Reinhardt
Django Reinhardt. Ante el nombre del guitarrista gitano, los aficionados al jazz se genuflexan. Fue el primer europeo que influyó realmente en ese género musical, el hombre que sacaba fuego de su guitarra, que creó el gypsy jazz o jazz manouche (jazz gitano). Una quemadura en su mano izquierda a los 18 años provocó su especial toque, y su pasión por el swing y las melodías cíngaras hizo el resto. Vivió desaforadamente, aun en medio de la ocupación nazi de Francia en la Segunda Guerra Mundial, donde Reinhardt vivía como una estrella (él, que no era de ningún país, había nacido en Bélgica en 1910). Django Reinhardt murió a los 43 años y así la leyenda devoró a la leyenda.
"Hay muchas correspondencias entre el destino de los acosados por el nazismo y el de los refugiados de hoy", dice el director Etienne Comar
De todo eso hay poco en la película que ha inaugurado la Competición de la 67ª edición de la Berlinale. Sí hay un esfuerzo de Reda Kateb por hacer creíble su caracterización. Pero el debutante Etienne Comar, veterano productor de cine francés de autor, no está a la altura, por mucho que conociera bien al músico. En la rueda de prensa de Django, su realizador contaba que el guitarrista "representa la vitalidad contagiosa del jazz y la capacidad de abstraerse del músico". Evadirse de lo que le rodeaba en los conciertos y en la vida: mientras los nazis exterminan a su pueblo, Reinhardt defiende que la guerra no va con él. Acabado el conflicto, sufridas innumerables penurias, el músico compuso un Réquiem al pueblo gitano, y al genocidio olvidado de casi medio millón de personas de esa etnia. De aquella partitura solo han quedado algunas partes.
Y sí, a los nazis les gustaba el toque de Reinhardt, incluso cuando con su gypsy jazz los bailes pudieran derivar en lascivia nacida de melodías de "negros y monos", como apuntan en la película. El músico, asustado ante los caprichos de los oficiales alemanes, que incluso apuntan la posibilidad de que actué ante Josef Goebbels o Adolf Hitler, huyó a la frontera con Suiza, donde a orillas de un lago esperó durante meses poder cruzar a otro país. "Hay muchas correspondencias entre el destino de los acosados por el nazismo y el de los refugiados de hoy", confesaba Etienne Comar. Sí, el paralelismo es evidente y demasiado subrayado, más aún con el estreno de la película en el certamen de un país que cobija más de un millón de refugiados. Pero, en todo esto, ¿dónde queda Django Reinhardt?
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