Martín Escudero destaca por su valor y pureza en el cierre de Valdemorillo
El diestro madrileño se mostró por encima de la seria y áspera corrida de López Gibaja
El joven diestro David Martín Escudero, que cortó la única oreja de la tarde, destacó en la segunda y última corrida celebrada en la localidad madrileña de Valdemorillo, tanto por el sereno valor como por el puro concepto del toreo mostrados ante un desrazado y áspero lote de toros de López Gibaja.
Con algo menos de media entrada, se lidiaron seis toros de Antonio López Gibaja, cuajados, hondos y de muy serio trapío. No todos lucieron buenas hechuras, salvo el sexto, que fue precisamente el único bravo y entregado en un encierro marcado por la falta de raza y, en muchos casos, por un mal estilo defensivo.
Cristian Escribano: ovación en ambos.
Martín Escudero: oreja y ovación, tras aviso en los dos.
Posada de Maravillas: silencio tras aviso y silencio tras leve petición de oreja.
Solo una oreja, que supo a muy poco, sirvió para evaluar estadísticamente el mejor toreo que se ha visto este año en las corridas de la tempranera feria de Valdemorillo y que ha llevado la firma y el concepto del madrileño David Martín Escudero.
Familia lejana de su paisano José Tomás, el joven espada desplegó en la localidad serrana un valor sereno ante un par de toros desabridos y con mal estilo a los que no solo sometió con paciencia y aguante, sino a los que se pasó también muy cerca de la taleguilla y con las plantas asentadas sobre la arena.
Al que le cortó la oreja, el segundo de la tarde, negado casi a la embestida cuando tocaron a matar, acabó metiéndolo en la muleta con suavidad en sus movimientos y con la cabeza muy clara, como síntoma de su valor natural ante el comportamiento incierto del animal. Y mereció también el trofeo del quinto, un toro tan hondo, cuajado y seriamente armado como toda la corrida, al que Martín Escudero cuajó un ceñidísimo y templado cite por gaoneras que hubiera puesto boca abajo cualquiera de las grandes plazas del toreo.
Pero el astado ni agradeció su entrega, sino que respondió con una embestida desentendida y a cabezazos, sin permitir al joven matador más que dejar claras de nuevo las prometedores condiciones que atesora.
El también madrileño Cristian Escribano resolvió con lúcido y sobrado oficio ante otros dos toros desrazados que tampoco mejoraron con las ventajas y los espacios con que les incitó a variar su comportamiento. Pero en la inteligente labor de Escribano brillaron sobre todo las dos excelentes estocadas con que tumbó a su lote.
En cambio, Posada de Maravillas, que no lo vio nunca claro con su áspero primer toro, no aprovechó como se merecían, por su falta de mando, decisión y mayor ambición, las bravas y entregadas embestidas del sexto, el único toro con verdaderas opciones de la seria corrida de López Gibaja.
Babelia
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