Recapitulaciones quijotescas
Es muy evidente y alentador ver que la Compañía Nacional de Danza ha mejorado
Es muy evidente, y ciertamente alentador, ver que la CND ha mejorado con mucha discreción en algunos aspectos formales de su presentación de un ballet académico (de común llamado clásico). Lo que estaba peor en los tiempos del estreno, ahora se ve más sosegado. Sin embargo, el primer acto en esta temporada de regreso se hace caótico y desordenado, con demasiadas aportaciones personales de la figuración, se carece de control en la pantomima y la ambientación y es muy evidente que faltan ensayadores específicos del estilo de la obra, o acaso, la dedicación expresa a estos detalles que no son cosa menor y que garantizarían el empaque apropiado y definitivo de un título del repertorio como “Don Quijote”. Erróneamente se cree que este ballet es más fácil y no es así, y pasa algo parecido como con “Coppélia”: no por sus argumentos espumantes pueden ser tratados a la ligera en sus cánones. Una muestra de este relajo es caricaturizar con una trompeta desafinada el toque de llamada de Sancho Panza: eso no está escrito así en la partitura de Minkus.
La temporada de La zarzuela ha sido un éxito que quedará en la historia de la compañía, pues han colgado el cartel de ‘entradas agotadas’ prácticamente todos los días, detalle que demuestra la sed del público por ver gran ballet y que se establezca de una vez por todas una temporada decente. No vale la pena recalcar que la sombra de graves carencias continúa, como la acuciante necesidad de un teatro y una orquesta con más prestaciones y disponibilidad hacia la danza. Martínez ha invitado a dos estrellas internacionales para asumir el rol de Quiteria: la rumana Alina Cojocaru y la cubana Yolanda Correa, esta última, actual estrella cimera del Ballet Nacional de Oslo (Noruega) donde impera desde hace seis temporadas con una solidísima carrera. Cojocaru hizo una función de trámite con ciertas inseguridades mientras por otro lado, Correa brilló con su seguridad y su manera de interiorizar el personaje de la hija del tabernero, pasaje del Don Quijote cervantino, “Las bodas de Camacho” que centra el libreto del ballet. Yolanda Correa es además una bailarina comunicativa, rigurosa, precisa en su giro, esmerada en las terminaciones y en la limpieza ejecutoria.
DON QUIJOTE
Compañía Nacional de Danza. Coreografía: José Carlos Martínez; dirección musical: Manuel Coves. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Teatro de La Zarzuela, Madrid. 17 de diciembre.
El último fichaje de Martínez para la CND es el mejor que ha hecho en los últimos tiempos para la compañía titular española: el cubano Yanier Gómez, que procede en origen del ballet cubano y que pasó inmediatamente antes una temporada en las filas de la compañía de Víctor Ullate. Yanier se estrenó en este “Don Quijote” con un vital Basilio (el díscolo y enamorado barbero) que encantó al público con su salto y su arrojo.
Martínez no ha desvelado sus planes para la próxima temporada (ahora se espera el programa Fosythe en el Teatro Real), y quizás una cierta transparencia debía producirse. Pero el ambiente del ballet es un patio de vecinos (virtual y carnal) donde todo se comenta vertiginosamente. La compañía coquetea con dos posibilidades: “Giselle”, para la que no está, a todas luces, preparada a conciencia; y por otra parte, asumir “Les enfants du paradis” (2008), ballet para 70 artistas creado por el propio Martínez en la Ópera de París con música de Marc-Olivier Dupin e inspirado en el filme homónimo de Michel Carné y Jacques Prévert, y que contaría con la cesión por parte del ente parisiense de la costosa y enorme producción.
Babelia
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