Así se logró convertir los restos de Luis Barragán en un diamante
Jill Magid contó con el beneplácito de la familia, la autorización de las autoridades de Jalisco y acabó por provocar un cisma en la fundación que preserva su legado
Una parte del arquitecto mexicano Luis Barragán (1902-1988) se acabó convirtiendo en un diamante. 525 gramos de sus cenizas se transformaron en una obra de la artista Jill Magid que numerosos críticos discuten si se puede calificar como arte. Una porción de sus restos fue exhumada y extraída de la urna en la que descansaban para formar un anillo que hoy se expone en el San Francisco Art Institute. Esta joya se ha convertido en una pieza de una exposición, al no haber logrado cumplir con la misión para la que fue creada: acabar en las manos de la coleccionista Federica Zanco, actual propietaria del archivo profesional del arquitecto.
Y es que esta obra pretendió ser mucho más que un diamante. Acabó siendo una herramienta de negociación, un regalo con el que Magid trató de convencer a Zanco para que entregase el archivo a México, según comentó la propia artista en la revista Artforum. Pero la coleccionista todavía no ha aceptado un obsequio para cuya realización se requirió del beneplácito de parte de la familia Barragán, de la autorización de las autoridades del Estado de Jalisco -que otorgaron el permiso para la exhumación- y que acabó por provocar un cisma en la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán que preserva el legado del arquitecto.
Magid también contó con la ayuda del Museo de arte de Zapopan de Guadalajara. Allí logró convencer a los familiares de Barragán, en una cena a la que invitó a 18 de sus miembros. Pintó la sala con los colores más comunes en la obra del arquitecto, sobre las servilletas fueron impresas fotografías de su archivo personal y la cerámica fue hecha a ex profeso para esta velada, según relata la propia autora en esta revista.
Mientras, la fundación se dividía entre partidarios y detractores de la propuesta. Cuatro de sus miembros dimitieron poco tiempo después de que se hiciera pública la obra de Magrid. Otros ayudaron a la artista, como Patrick Charpenel quien le facilitó el contacto de la secretaria de cultura del Estado de Jalisco, Myriam Vachez. “Se trata de una artista a la que respeto. Antes de interesarse en Barragán tenía conocimiento de su obra. Ha habido una especie de fundamentalismo sobre ella que todavía no entiendo. La pieza ha desatado las acciones más absurdas”, comenta Charpenel, exdirector del Museo Jumex.
Dolores Beistegui, Miquel Adrià, Víctor Alcérreca y Daniel Garza fueron los cuatro miembros que renunciaron a formar parte de esta fundación después de que este escándalo estallase en la prensa mexicana. Una decisión que en el caso de Adrià se debió a la tenue respuesta de la institución tras conocerse que los restos de este arquitecto se iban a convertir en una piedra preciosa.
Ha habido una especie de fundamentalismo sobre esta artista Patrick Charpenel, miembro de la Fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán
“No se realizó ningún comunicado. En una junta planteamos que la fundación debía manifestarse, pero el posicionamiento de esta institución fue muy diplomático y en el fondo me pareció un poco cínico. Algunos de los miembros habían estado detrás de este proyecto“, asegura Adrià.
Una respuesta cuya tibieza se debió a que “la fundación no puede censurar una obra artística, ni señalar a los miembros de la familia que aceptaron el proyecto”, asegura Arabella González, presidenta de esta institución. La también fundadora de la editorial Arquitectónica defiende que nunca convocó una junta de urgencia sobre el tema porque no le llegó por una vía formal información sobre esta obra, a pesar de que a esta institución pertenecen miembros que apoyaron la labor de la artista, como Charpenel.
“Es cierto que en una reunión un miembro de la fundación dijo que Magid quería desenterrar a Luis Barragán para hacer un anillo y entregárselo a Federica Zanco. Nos reímos porque no creíamos que pudiese ser posible. Pensábamos que existían candados legales para impedirlo”, relata.
Magid era ya conocida en esta fundación a la que había pedido ayuda para sus investigaciones artísticas. Accedió al archivo personal que custodia la Casa Luis Barragán, revisó documentos y consultó correspondencia privada del arquitecto.
“A cualquier artista e investigador que presente un proyecto se le abren las puertas de la Casa de Luis Barragán. Magid no recibió ningún trato privilegiado y en cuanto a la polémica con las cenizas no estuvimos para nada involucrados. Otros artistas también han consultado los documentos que aquí custodiamos como Iñaki Bonilla que ha sido el último al que le hemos abierto el archivo”, asegura Catalina Corcuera, directora de la Casa Luis Barragán.
Esta obra, que pretendía acercar el archivo profesional de Luis Barragán a México, ha acabado por alejar a más de 2.600 Kilómetros de su Guadalajara natal una parte de sus restos. Ahora ya no descansan junto a Dr. Atl o José Clemente Orozco en la Rotonda de los jalicienses ilustres de esta ciudad del oeste de México. Se han convertido en una pieza de museo. 454 gramos de las cenizas del arquitecto han dejado de quedar al resguardo de las autoridades del Estado de Jalisco para pasar a ser propiedad de la artista y parte de la familia.
Babelia
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