El día que el mundo conoció a los Sex Pistols
Hace 40 años el punk alcanzó una audiencia masiva tras la polémica entrevista de su banda más emblemática en la BBC
Uno de diciembre de 1976. Un popular presentador se enfrenta a ocho jóvenes en el plató del programa televisivo Today. Cuatro de ellos, Steve Jones, Paul Cook, Glen Matlock y Johnny Rotten, componen el grupo llamado Sex Pistols. El resto pertenece al Bromley Contingent, una pandilla que gravita en torno a la banda. Los Pistols sustituyen a Queen, que han suspendido su comparecencia en el último minuto. Bill Grundy los trata condescendientemente, ajeno al lío en el que se está metiendo. Durante sus 13 meses de vida, Sex Pistols han hecho de la confrontación su bandera. “No nos interesa la música, nos interesa el caos”, había declarado a un periodista Rotten, cantante de aspecto amenazador.
Algunos atribuían semejante frase al representante Malcolm McLaren. Propietario junto a la diseñadora Vivienne Westwood de una tienda de ropa situada en King's Road, McLaren sabía cuan crucial resultaba la indumentaria en el rock. Una estancia en Nueva York le pone en contacto con una nueva estética hecha de cuero, vaqueros rotos y camisetas cosidas con imperdibles. Al volver a Londres abre la boutique Sex con Westwood, en la que diseñan prendas que son la antítesis de la elegancia. Allí, con los chicos y chicas del Bromley Contigent ejerciendo como modelos ambulantes, empieza a crecer la semilla de una de las últimas grandes revoluciones de la música pop.
Para minimizar el perfil conflictivo de los Pistols, Grundy se jacta ante las cámaras de ser un borracho. Después les increpa preguntándoles por el cuantioso adelanto de regalías que han recibido al ser contratados por EMI. Matlock se ríe de él. Rotten le secunda. Jones, que luce una camiseta estampada con dos pechos femeninos desnudos, observa a su alrededor con hastío. Cook, que no dice ni mu en toda la entrevista, parece a punto de dormirse. Ignorando que el punk está en las antípodas del movimiento hippie, el presentador les reprocha su materialismo. Punk, término despectivo que se remonta a la Inglaterra de Shakespeare, define a todos esos jovenzuelos airados. Son hijos de una Inglaterra sacudida por las huelgas y las protestas sociales, donde la cartilla del paro es el único futuro para un adolescente de clase humilde. El punk, el Bromley Contingent y los Sex Pistols son la reacción de una clase obrera vapuleada una y otra vez por el sistema.
Fue cuestión de minutos. Antes de que nadie pudiera darse cuenta, el caos ya se había colado en los estudios de la cadena Thames. Rotten fue el primero en decir un taco, algo más que reprobable en un programa de máxima audiencia. Grundy se envalentona y les anima a que sigan maldiciendo. Rotten y Jones le toman la palabra. Aparece en escena la palabra impronunciable de cuatro letras: fuck. En ese instante, lo que hasta entonces había sido un fenómeno hostil circunscrito a la prensa y medios musicales, fue revelado ante una audiencia masiva. Un nuevo enemigo público había nacido. Grundy fue suspendido de empleo y sueldo. Durante los días siguientes, el primer sencillo de Sex Pistols, Anarchy in the UK, vende 50.000 copias. EMI piensa que ha descubierto a los nuevos Beatles. En breve, asustados por la controversia que generan a su paso, rescindirá su contrato con el grupo.
Los titulares del día siguiente elevaron a Sex Pistols a la categoría de fenómeno. ¿Iban las pistolas cargadas?, se preguntaba el diario The Sun aludiendo con su juego de palabras a la posibilidad de que el cuarteto compareciera drogado antes las cámaras. Pero fue el Daily Mirror, con el titular La mugre y la furia, el que involuntariamente anticipó lo que estaba por venir. De los 20 conciertos de la gira que la banda inició el 2 de diciembre solo se celebraron seis. Las prohibiciones cercenaron el tour, pero la prensa, que tenía en ellos un filón, siguió alimentando el clima de tensión. Inglaterra se preparaba para celebrar el jubileo de la reina Isabel II. Sex Pistols se encargarían de amargarle la fiesta publicando el sencillo God Save The Queen y sembrando el caos con su táctica de guerrilla, hasta su disolución en enero de 1978. "Conseguimos ofender a todos los que nos tenían hasta los huevos", afirmó Rotten años después. Aquel 1 de diciembre, se había desatado la tormenta perfecta.
Sid Vicious, el punk nihilista
Glen Matlock nunca se llevó demasiado bien con Johnny Rotten y eso propició su despido en febrero de 1977. Como bajista entró un fan apodado Sid Vicious. No tardó en convertirse en uno de los elementos más emblemáticos del caos que escenificaban Sex Pistols. El problema fue que lo que para Johnny Rotten era un simple papel, para Vicious se convirtió en modo de vida. Su actitud belicosa, expresada con interminables peleas y automutilaciones llevó el nihilismo del grupo hasta sus últimas consecuencias. Su creciente comportamiento autodestructivo se achacó a la influencia de Nancy Spungen. La heroína llegó al punk británico vía Nueva York, cuando el grupo Heartbreakers se instaló en Londres. Spungen formaba parte de su séquito. Su relación con Vicious estuvo marcada por la adicción. Ella murió acuchillada en un hotel de Nueva York, supuestamente a manos de él. Una sobredosis acabó con él en febrero de 1979.
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