Bailando en el precipicio

Entre los muchos acontecimientos singulares que marcan la presente creatividad del cine español, un buen número de cineastas que abrieron sus carreras en el territorio de un cine claramente narrativo, en el por entonces acogedor seno de la industria, han mutado en francotiradores posicionados en heterogéneas atalayas de otredad. Sin ánimo exhaustivo se podría mencionar a Juan Cavestany, Miguel Santesmases, Ramón Salazar, Felix Sabroso... una lista a la que ahora se suma Chema de la Peña con Amarás sobre todas las cosas, película que proporciona su primer papel protagonista en cine a Israel Elejalde.

De la Peña venía de hacer 23-F: la película (2011), trabajo en el que la posibilidad de un cine político capaz de interrogar nuestra historia reciente parecía tocar fondo: ¡qué necesitados estamos de un Larraín propio! Amarás sobre todas las cosas cuenta una historia de amor-pasión condenado a partir de un sentido del montaje líquido que funde tiempos y espacios y se rige antes por la elocuencia poética que por la linealidad narrativa. Dos bailarines de danza contemporánea acompañan a los entregados actores en sus respectivos momentos de fractura, en una estrategia que, al principio, suma desconcierto, después atraviesa cierta afectación, pero culmina de manera bastante eficaz. Elejalde y Lidia Navarro son el centro de gravedad de una película que se podría haber desmontado sin ellos, que logran explicitar el semtido último de un discurso que, en el fondo, no habla de enamorarse de alguien con trastorno bipolar, sino del amor como baile en un precipicio.