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EL PAÍS DE TCM

Diez años sin Robert Altman, el último rebelde del viejo Hollywood

El director era independiente, rebelde, subversivo e irreverente

Robert Altman siempre se consideró un outsider en Hollywood. “Mis películas han tenido que lidiar con la sociedad y la cultura para sobrevivir”, dijo en una ocasión. Y también tuvo que enfrentarse a la incomprensión y hostilidad de algunos productores de los grandes estudios. Altman era independiente, rebelde, subversivo e irreverente. Siempre hizo el cine que quiso, a veces contra viento y marea. Y nunca quiso retirarse, tan solo despedirse. El último show, su película postrera, estrenada en 2006 cuando ya estaba muy enfermo de leucemia, es un nostálgico adiós a un programa de radio que deja de emitirse pero, en el fondo, era el propio Altman el que nos anunciaba, con una profunda elegancia, su definitivo hasta siempre.

El 20 de noviembre se cumplen 10 años de la muerte de Robert Altman, el director que retrató con grandes dosis de ironía y sarcasmo la política, la cultura y la sociedad norteamericanas así como algunos de los grandes iconos de su historia. Un realizador que, a lo largo de su carrera, recibió cinco nominaciones a los Oscar por títulos tan recordados como MASH, Nashville, El juego de Hollywood, Vidas cruzadas y Gosford Park, y que recibió un premio honorífico por toda su trayectoria.

Su estilo cinematográfico es muy reconocible: repartos corales, diálogos largos que los personajes van recitando interrumpiéndose unos a otros, planos generales, miradas e historias que se van entremezclando y que no se atienen a la estructura tradicional de planteamiento, nudo y desenlace. También, siempre que podía, le gustaba rodar en orden cronológico porque, según decía, así luego era más fácil montar. “Hacer cine es una oportunidad para vivir muchas vidas”, argumentaba.

Robert Altman nació en Kansas City, Misuri, el 20 de febrero de 1925. A su ciudad natal dedicaría otro de sus grandes títulos, Kansas City, un film en el que se fijaba en el ambiente jazzístico de aquella urbe en los años 30. Fue documentalista, guionista de radio y dirigió algunos episodios de series tan conocidas como Bonanza o Alfred Hitchcock presenta. Después de realizar tres largometrajes, le llegó el éxito con MASH, una sátira de la guerra de Corea ambientada en un centro médico militar, con la que ganó la Palma de Oro del festival de Cannes en 1970.

A partir de ese momento, alternó pequeños éxitos con sonoros fracasos, como Buffalo Bill y los indios y Popeye, en las que mostraba su particular visión de dos grandes iconos de la cultura estadounidense.

Durante unos años, debido a los distintos reveses comerciales que sufrió con sus películas, abandonó Hollywood y vivió en París. En los años noventa, gracias a éxitos como El juego de Hollywood, reverdeció los laureles de cineasta de prestigio y se convirtió en un habitual de los principales festivales cinematográficos del mundo.

Cuando la Academia de Hollywood le concedió, pocos meses antes de morir, un premio que reconocía toda su trayectoria artística, Robert Altman lo recibió con emoción. Sus relaciones con la industria no habían sido fáciles -en una ocasión llegó a las manos con un productor- pero siempre que le preguntaban por sus referencias artísticas, él señala a los clásicos: “¿Habéis visto las películas de Howard Hawks?”, preguntó en una ocasión en voz alta a los periodistas. “De ahí es de donde vengo. Es ahí donde he pedido prestado todo lo que se ve en mi cine”. Entre sus influencias, también podemos encontrar a Bergman, Fellini, Kurosawa y John Huston, mientras que cineastas como Paul Thomas Anderson o Alejandro González Iñárritu han recogido su legado.

El domingo 20 de noviembre la programación de tarde de TCM estará dedicada íntegramente a Robert Altman con la emisión de cuatro de sus largometrajes: The Company, un filme protagonizado por Neve Campbell y James Franco, centrado en el día a día de una compañía de ballet; Nashville, en el que narra cinco jornadas del famoso festival de música country que se celebra en esa ciudad, y Un largo adiós y Los vividores, en las que ofrece su particular visión de las películas de cine negro y de los western respectivamente.

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