“El niño es un criminal en estado puro”
Tras hacerse con el Goncourt, Pierre Lemaitre regresa a la novela negra con 'Tres días y una vida', protagonizada por un asesino de 12 años
La entrevista empezó hace un año, aunque ninguna de las dos partes estuviera al corriente. Sorprendido en un bistró de su barrio, en uno de los últimos rincones de Montmartre donde los turistas no se aventuran, Pierre Lemaitre (París, 1951) juró estar trabajando en la segunda parte de la trilogía iniciada con Nos vemos allá arriba, cautivador relato sobre la Primera Guerra Mundial con el que ganó el premio Goncourt, el más importante de la literatura francófona, en 2013. “Pero no me prohibiré escribir otro relato de intriga si surge una buena idea”, dejó caer. Un año más tarde, admite que Tres días y una vida (Salamandra), fue su salvación en un periodo de crisis creativa. Su última novela es un regreso al polar, el género con el que este profesor de formación profesional se adentró en la literatura francesa a través de un debut tardío, Irene, publicado a los 55 años.
“No fui del todo honesto con usted. El verano pasado estaba muy bloqueado. Sentía la presión del Goncourt, la carga de demostrar que soy un escritor de verdad. Cuando uno lo gana por sorpresa y sin ser un autor reconocido, todo el mundo se pregunta si no habrá sido solo un golpe de suerte”, asegura Lemaitre. Un día, su esposa le regaló una idea: retomar una novela que tenía a medias antes del Goncourt, y que terminó desestimando al ganar el premio. “¿Por qué no haces, simplemente, lo que tenías previsto?”, le preguntó. Lemaitre decidió volver a leer un primer borrador. No le pareció que estuviera tan mal. “Me reencontré con el placer de escribir novela negra. El suspense, las falsas pistas, los giros inesperados: ese es mi primer oficio. Cuando terminé este libro, todo se desbloqueó. Tuve la sensación de que el terreno estaba limpio. Y, por fin, podía avanzar”, sostiene.
“Los escritores somos artesanos. Escribir un libro es como fabricar un reloj o un par de zapatos”
En Tres días y una vida, el asesino se llama Antoine Courtin y tiene solo 12 años. En un arrebato de ira, mata a otro menor en el bosque y carga con el secreto durante el resto de su vida. “La dificultad de su existencia no es saber si hizo bien o no, sino continuar viviendo con ese secreto que pesa tanto”, afirma Lemaitre. “A los autores de novela policiaca siempre nos atraen los extremos. Ser niño y criminal es una supuesta paradoja que me interesa. Ideé el personaje contra la idea de la infancia como un periodo inocente de la vida, ya que gracias a Freud sabemos que no es totalmente así”, apunta el autor. “En los últimos años, hemos visto a niños que matan con la pistola de su padre en Estados Unidos, a niños soldado que se embarcan en ejércitos islamistas. Es una cuestión que plana sobre nuestro imaginario desde hace algunos años”, señala. En el libro, el protagonista parece el asesino perfecto: funciona con los estímulos primarios que mueven al homicida. “Es el criminal en estado químicamente puro, porque actúa de manera pulsional y no premeditada”.
En la última página del libro, el autor transcribe una cita de H. G. Wells: “Uno toma un rasgo por aquí y otro por allí. Se lo toma prestado a un amigo de toda la vida, o a alguien que se ha cruzado en el andén de una estación esperando el tren. Así es como se escribe una novela”. Lemaitre cree que esa es la única receta válida para ejercer su oficio. “La gente suele creer en esa noción tan romántica de la inspiración, cuando en general es trabajo y técnica. En el fondo, los escritores somos artesanos. Escribir un libro es como fabricar un reloj o un par de zapatos”, asegura Lemaitre, que también suele hacer una lista de autores que le han inspirado en el epílogo de cada libro. “Es una actitud sana, porque implica cierta modestia. En el fondo, nada de lo que escribimos nos pertenece”, añade.
“Cuando gané el Goncourt, me dieron dos consejos: paga tus impuestos y no dejes a tu mujer”
Vender 600.000 ejemplares de Nos vemos allá arriba, resultado de un premio que catapulta a sus autores a la primera división de las letras francesas, le ha cambiado bastante la vida. Dejó su trabajo de profesor y abandonó la banlieue para irse a vivir a París. “Cuando gané el Goncourt, me dieron dos consejos: paga tus impuestos y no dejes a tu mujer. Yo fui un premiado razonable: me limité a comprarme un piso. Es un periodo particular, porque de repente recibes mucho dinero de golpe, porque vendes 10 o 15 veces más que antes. Y eso, inevitablemente, lo altera todo”, admite. Lemaitre está a punto de terminar su nueva novela. “Llevo 380 páginas sobre unas 500. Ya empieza a oler a guiso”, aplaude. La segunda parte de la trilogía que arrancó con su libro anterior estará ambientada en el París de entreguerras, entre 1927 y 1933. “Pero no es una novela histórica en sentido estricto. No es una fotografía precisa de ese periodo. Me he dejado llevar por la historia y los personajes”, explica.
El escritor también es conocido por su compromiso izquierdista. En 2012, apoyó abiertamente al candidato antiliberal Jean-Luc Mélenchon, conocido por una retórica fogosa que puede recordar a la suya propia, en versión menos afable y sonriente. “En las próximas elecciones, no tengo claro qué haré. Lo único que puedo decir es que soy de izquierdas, por lo que resulta imposible que vote a Hollande, que ha llevado a cabo una política de derechas. Tenemos un jefe de Estado ridículo. Su presidencia ha sido intelectualmente humillante. Tengo muchas ganas de que termine y rezo a los cielos para que no se reproduzca”, zanja.
Babelia
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