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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El Gobierno de Cifuentes apuntilla la tauromaquia

El pliego para el alquiler de Las Ventas no contempla el cambio del sistema de gestión, imprescindible para la promoción de la fiesta

Antonio Lorca
Juan José Padilla torea en la Feria de San Isidro de 2016, en Las Ventas.
Juan José Padilla torea en la Feria de San Isidro de 2016, en Las Ventas.CLAUDIO ALVAREZ

El próximo martes, día 27, la plaza de Las Ventas tendrá nuevo empresario. La Comunidad de Madrid elegirá una de las dos empresas que se han presentado al concurso, —Taurodelta, junto al empresario mexicano Alberto Bailleres, y Simón Casas, el autoproclamado gestor cultural, unido a Nautalia Viajes—, que gestionará el coso durante los próximos cuatro años, hasta el 31 de octubre de 2020, con posibilidad de un año más de prórroga.

Sea cual sea la decisión final del gobierno madrileño, se habrá consumado otra fechoría contra la fiesta de los toros. Y lo peor es que habrá ocurrido en la plaza de referencia de la tauromaquia actual.

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De entrada, la empresa Taurodelta, que lleva diez años al frente de la plaza, ha perdido 4.500 abonados desde el año 2012, lo que la incapacita para continuar la gestión. Pero hay más: Taurodelta no se ha caracterizado por su carácter innovador, ni por adoptar medidas contra la crisis, ni por la confección de una mayoría de carteles interesantes en ferias y fuera de ellas. Se ha limitado a hacer lo que hacen hoy la mayoría de las empresas taurinas, entorpecidas por la falta de imaginación: confeccionar ciclos al servicio de las figuras y de espaldas al interés de los aficionados; lo que hacen, en fin, los gestores que están anclados en el pasado, acostumbrados a vivir de las rentas y de la inercia, y carecen de recursos para afrontar la nueva situación que atraviesa la fiesta de los toros. Las empresas, en fin, demuestran cada día su incapacidad para que el público vuelva a llenar los tendidos. Y así ocurre en Las Ventas todos los domingos y la mayor parte de las tardes de las ferias de San Isidro y Otoño.

Taurodelta no es que sea mejor ni peor que las demás; es una más, grande entre las grandes, pero ayuna de soluciones para el momento actual. Tampoco su contrincante, Simón Casas, sea cual sea el montante de su oferta económica, goza del prestigio necesario que permita confiar en sus posibilidades para acometer la regeneración que la fiesta demanda en Madrid.

El problema, pues, no es de la concesionaria de Las Ventas, sino de la propiedad, la Comunidad de Madrid, que gobierna el Partido Popular, y la preside Cristina Cifuentes.

Taurodelta no se ha caracterizado por innovar, ni por adoptar medidas contra la crisis

A tenor de los variados y muy adversos escenarios políticos, sociales y económicos que rodean la tauromaquia, este era el momento para cambiar el sistema de gestión de la que llaman primera plaza del mundo. Existen otros modos ya probados con eficacia para defender la fiesta, promoverla y engrandecerla.

Si es verdad que el PP apoya la tauromaquia y la considera, según ley aprobada en el Parlamento nacional con los votos del propio partido, patrimonio cultural de este país, ha perdido una oportunidad histórica para demostrar su compromiso en la plaza en la que están puestos los ojos del mundo taurino.

Las circunstancias excepcionales requieren medidas excepcionales, y así lo exige la pervivencia de este espectáculo. Por tanto, confeccionar un pliego de condiciones, que cuenta, además, con el voto en contra de la mayor parte de los profesionales taurinos, es hacer dejación de responsabilidad, decepcionar de nuevo a los clientes y hundir la puntilla en el enfermizo espectáculo taurino.

Carece de importancia si el canon se rebaja en 200.000 euros, si la empresa adjudicataria debe pagar la nueva escuela de tauromaquia, si aumentan los festejos o si se facilita o no el pago fraccionado del abono. Lo que está en juego —y esto es lo realmente grave— es el porvenir de la tauromaquia.

Lo verdaderamente trascendental es constatar que a la Comunidad de Madrid no le importa la fiesta de los toros. Como ocurre con el Estado central, solo le sirve como oficina de recaudación (48 millones de euros ha recibido el gobierno regional de los toros venteños en los últimos doce años).

Lo preocupante es que todo seguirá igual; y que con Taurodelta y Bailleres o el autoproclamado gestor cultural y la agencia de viajes, la fiesta de los toros languidecerá en Madrid.

Que quede claro: el pliego que decidirá el nuevo empresario es un certero puntillazo a la fiesta de los toros. Y el puntillero es el Gobierno de Cristina Cifuentes.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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