“Quiero dedicarme a esto el resto de mi vida”
El respaldo de la intérprete permite a Vigalondo rodar su ‘Colossal’ “Decir sí fue la clave para que la película se hiciera”, asegura ella
Anne Hathaway es de esas actrices que ocupa un lugar extraño en Hollywood, porque es un espacio de superproducciones y grandes directores que no ha pedido. “¿Yo, actriz de Hollywood?”, se echa a reír. Es un lugar que le ha dado muchas más alegrías de las que jamás pensó. Del Oscar de Los miserables a ser Catwoman en El caballero oscuro: La leyenda renace de Christopher Nolan. Pero es un lugar en el que, sin darse cuenta, se había acomodado. Hasta que el director Jonathan Demme, con quien guarda muy buena relación desde que trabajaron juntos en La boda de Rachel, le abrió los ojos.
“Jonathan organiza a menudo pases en un centro en Pleasantville, Nueva York. Y nos invitó a mi marido y a mí a una proyección de A field in England, de Ben Wheatley”, recuerda la actriz, sentada en un club privado en mitad del Festival de Toronto. “La vi y me transportó, me desafió, me maravilló. Y me hizo pensar que no recordaba la última vez que había leído un guion así, no sé si es porque ya no me ven como una actriz para ese tipo de películas, pero eso es lo que quiero hacer —continúa—. Escribí a mis agentes, les dije: ‘He visto esta película, os mando el tráiler y quiero hacer más cosas así”. Dos semanas después, sus representantes, que también son en EE UU los del director Nacho Vigalondo, le hacían llegar a Hathaway el guion de Colossal. “Lo leí, me encantó, vi el trabajo anterior de Nacho y supe que él sería capaz de llevar a la pantalla todas las ideas tan creativas y ambiciosas que estaban en su guion. Es de esos pocos proyectos que no ha cambiado casi nada de la página a lo que ha quedado al final en la pantalla”.
Vigalondo aún se frota los ojos para comprobar que Colossal, su cuarto largometraje, protagonizado por Hathaway y Jason Sudeikis (Saturday Night Live, Cómo acabar con tu jefe) y estrenado en el Festival de Toronto, es real. “En el momento en que entró ella, dejó de ser la película ‘de ese director raro español’ y se convirtió en la de Anne Hathaway”, explica el creador de Los cronocrímenes. Y eso cambia muchas cosas.
Un nuevo adjetivo
Para empezar, levantó la financiación. A pesar de ser una película casi imposible de explicar. “Hace días que nos preguntan qué adjetivos usaríamos para describirla. Es divertida, imaginativa oscura… pero todo se queda corto, así que Jason y yo hemos creado un nuevo adjetivo: beingjohnmalkovichy”, se ríe. Es decir, es tan surrealista y fantástica como Cómo ser John Malkovich, de Spike Jonze. Tan extraña era que la propia intérprete no se dio cuenta hasta verla en Toronto de que no sólo habla de adicción, sino también “de lo innecesaria que es la energía tóxica del macho”.
Pero, a pesar de la complicación, de que Colossal arrancaba como una comedia romántica al uso y no tarda en convertirse en su opuesto, Hathaway logró que la película se rodara con el apoyo de una productora estadounidense y un presupuesto de 4,4 millones de euros. Pequeño en términos hollywoodienses, enorme para Vigalondo. “Una de las cosas que más me gustó de Nacho es que cuando empezamos la producción en Vancouver me dijo: ‘¿Qué voy a hacer con tanto dinero?”, recuerda ella.
Para Hathaway, en cambio, fue volver a sentirse cómoda en el tamaño de producción que le encaja. “Aún no he hecho una película en la que no creyera de alguna forma. Pero tampoco puedo decir que siempre he hecho proyectos solo por amor al arte”, admite. “Soy muy consciente de que hago movimientos que me permiten otros movimientos en el futuro, pero lo hago porque quiero dedicarme a esto el resto de mi vida”.
Esas películas que ha hecho por seguir avanzando y creciendo (como Interstellar o Alicia a través del espejo) la han llevado a ese lugar extraño en el que está en Hollywood, que no ha pedido, pero en el que está cómoda y desde el que ha descubierto un nuevo poder: conseguir que se hagan películas como Colossal. “Jamás lo habría logrado en mis principios”, reconoce. “Me he sentido muy satisfecha de conseguirlo y con una pequeña responsabilidad por saber que decir sí fue la clave para que la película se hiciera. Pero estaba preparada para decir: ‘Creo en esta película, este es el director al que estoy apoyando y el guion que debería hacerse”. Y se ríe: “Estoy muy feliz de que otra gente me creyera”.
Babelia
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