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Sangrienta torería de Roca Rey y petardo de Morante en Málaga

El diestro peruano fue cogido de gravedad y el sevillano escuchó los tres avisos en su primero

Roca Rey, llevado a la enfermería por segunda vez tras la cogida sufrida ayer en la plaza de La Malagueta.
Roca Rey, llevado a la enfermería por segunda vez tras la cogida sufrida ayer en la plaza de La Malagueta.CARLOS DÍAZ (EFE)

José Antonio Morante de la Puebla: pinchazo hondo, descabello y el torero se inhibió hasta escuchar el tercer aviso (bronca tras tres avisos); media (palmas tras aviso); media baja (pitos en el que mató por Roca Rey).

Julián López El Juli: estocada (silencio); dos pinchazos y estocada trasera y caída (silencio).

Andrés Roca Rey: tres pinchazos (ovación en el único que mató).

En la enfermería fue asistido Roca Rey de "policontusiones, politraumatismos, herida contusa por asta de toro en abdomen, herida inciso-contusa en tercer externo izquierdo de labio superior que interesa a piel con un trayecto ascendente de unos dos centímetros y mucosa gingival unos cuatro centímetros de longitud en su parte interna. Sin pérdida de piezas dentales, de pronóstico grave".

El diestro peruano Andrés Roca Rey protagonizó ayer, jueves, la épica en la plaza de Málaga, donde resultó cogido de gravedad antes de hacer una exhibición de torería y valor, visiblemente maltrecho, en una tarde en la que Morante de la Puebla estuvo francamente mal, dejándose un toro vivo. 

Con lleno en los tendidos, se lidiaron toros de Garcigrande de desigual presentación y juego. Tarde de calor en el ambiente a causa del terral malagueño, y caliente también en los tendidos prácticamente llenos de la plaza de toros de La Malagueta ante uno de los carteles más potentes de la feria.

Con el primero, quedó Morante totalmente inédito en el capote, aunque el público aplaudía cualquier cosa, a lo que se unió un mal tercio de varas y de banderillas. Y aquí empezó el lío. El toro, sin clase alguna, apenas tenía recorrido, y Morante, como creyó que era imposible, se dispuso a matarlo. Tras un pinchazo hondo, sonó un aviso y descabelló por vez primera. Hizo el amago de volver a entrar a matar mientras sonaba el segundo aviso y, lejos de encontrar una solución, se negó a matarlo buscando el aviso definitivo. Salieron los cabestros y el toro no regresaba a los corrales. Se intentó apuntillarlo desde el callejón. Volvieron a salir a los cabestros y ya por fin entró. La bronca no tardó en llegar.

Pero como si nada hubiera pasado antes, Morante se llevó el cuarto a los medios y se lució, por fin, con la capa. El público lo aplaudió como al hijo pródigo, y esperó un milagro en la muleta que nunca llegó, pues el toro se apagó pronto. El de La Puebla lo lidió a media altura sin más compromiso. Ni toro ni torero parecían estar por labor. Pero surgió una buena tanda al natural; sonó la música a medida que Morante comenzaba también a bajar la mano por ambos pitones hasta que el animal no dio más de sí. Llegó un aviso y dio media estocada.

Aún le quedaba otra carta más al tener que matar al segundo toro de Roca Rey y lo recibió por verónicas sin trascendencia. El toro se rajó definitivamente y desarrolló un peligro que lo convirtió en imposible, y como el torero no traía disposición alguna, escuchó de nuevos pitos tras una media estocada baja.

Con Roca Rey llegó la gloria y el infierno de la torería. Ya había lanzado el guante con un quite descomunal al segundo de la tarde con el capote a la espalda. Y en el suyo se vistió de gallardía en el recibo y se llevó con chicuelinas al paso el toro hasta el caballo.

Brindó la muerte del de Garcigrande al público y comenzó con una buena tanda por la derecha hasta que llegó la cogida. Con sangre en la boca y visiblemente mermado fue llevado a la enfermería, pero, para sorpresa de todos, volvió a salir al ruedo y toreó con la mano baja y con grandeza por ambos pitones.

Llegaron un pinchazo, un pinchazo hondo y otro pinchazo con una manifiesta debilidad física que acabó en un desvanecimiento. Mató su toro Morante entre pitos.

El Juli se fue sin romperse las vestiduras debido a que le tocaron dos toros ante los que fue imposible hacer mucho. Con el recibo y en un quite con el capote estuvo muy fino el madrileño, que luego brindó al público la muerte de un toro que se rajó poco a poco. En el sexto anduvo correcto El Juli en una faena sobre ambas manos que no tuvo mayor trascendencia. Dos pinchazos y una estocada trasera y caída fue su firma.

López Simón y El Fandi, a hombros en Ciudad Real

El diestro Alberto López Simón hizo lo más destacado del segundo festejo de la feria de la Virgen del Prado de Ciudad Real, donde, además, fue el máximo triunfador numérico, con tres orejas, de una tarde en la que David Fandila El Fandi también salió a hombros tras desorejar al segundo de su lote. Con un tercio de entrada, se lidiaron seis toros de la ganadería de Alcurrucén, bien presentados y de juego desigual.

David Fandila El Fandi, ovación y dos orejas.

Sebastián Castella, silencio y ovación.

Alberto López Simón, dos orejas y oreja.

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