Y después, el relámpago
El personaje se convirtió en una leyenda del cómic que ha llegado a varias generaciones de lectores y ha traspasado fronteras
El personaje se convirtió en una leyenda del cómic que ha llegado a varias generaciones de lectores y ha traspasado fronteras. El guionista Víctor Mora y el dibujante Ambrós crearon El Capitán Trueno, una obra innovadora y de gran éxito popular que se convirtió en una ventana abierta al mundo en plena autarquía franquista. Mora reivindicó a su héroe que le dio fama y reconocimiento porque como él fue un luchador contra la opresión. La primera aventura del Capitán Trueno tuvo lugar en las Terceras Cruzadas, donde acababa convirtiéndose en un mediador de Paz entre Ricardo Corazón de León y Saladino. Todo un canto al entendimiento entre civilizaciones y religiones, que nada tenía que ver con las maniqueas visiones que habían dado de los musulmanes otras historietas de posguerra.
El retorno a casa de nuestro héroe fue muy accidentado, tanto que se convirtió en una misión imposible. A partir de ahí su vida y la de sus inseparables compañeros Goliath y Crispín fue una aventura sin fin, por parajes exóticos, siempre luchando por la justicia contra la opresión. Los explotados eran su causa y los tiranos sus adversarios eternos. Y también tuvo un amor, Sigrid, una relación en la más larga distancia.
Los cuadernillos apaisados de El Capitán Trueno llegaron a tiradas de 350.000 ejemplares semanales. Era un tiempo en que Bruguera, la editorial que publicaba los cómics, tenía una dimensión comparable con las actuales es Marvel o DC salvando las distancias.
La calidad narrativa y gráfica de El Capitán Trueno nos siguen sorprendiendo hoy, como lo hacen El Príncipe Valiente de Harold Foster, Flash Gordon de Alex Raymond o Tintín de Hergé. La dimensión de Víctor Mora va más allá de su personaje de leyenda, dado que escribió cientos de guiones para otras series cómo El Jabato, El Corsario de Hierro, Sunday o Dani Futuro. Formidable novelista y persona comprometía con la lucha antifranquista, pasó por la cárcel y el exilio cuando el PSUC lo era todo en Catalunya.
Víctor Mora era una persona culta y amable, gran conversador. Entrevistarlo cual Tribulete era un placer porque siempre tenía interesantes anécdotas que contar. Le recuerdo como presidente del Salón Internacional del Cómic de Barcelona en el Born sin reformar, bajo una lluvia torrencial que se filtraba a través de cientos de goteras en el antiguo mercado de abastos de Barcelona, luciendo gabardina y buen humor. Mi último encuentro con él fue en el preestreno de la película El Capitán Trueno. Iba en silla de ruedas, su salud se había deteriorado mucho, pero seguía mostrando el buen humor de siempre. Estaba rodeado de su inseparable compañera Armonía Rodríguez y de un buen número de amigos. Fue para él un sueño cumplido, ver a su héroe en la gran pantalla. Lástima que la película no hiciera justicia al héroe de papel. La cultura ha perdido a un genial guionista y escritor, y quienes tuvimos la suerte de tratarlo, a una gran persona.
Carles Santamaría es director del Salón Internacional del Cómic de Barcelona
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