Joël Dicker: “Los verdaderos amigos son los que te desafían”
El escritor suizo retoma el personaje que lo hizo famoso en 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' en su nueva novela
La amistad es el paraíso creado por cada persona, pero asediado por vientos oscuros y secretos que amenazan su bienestar desde dentro. Un sentimiento que delinea el destino más de lo que parece. Y Marcus Goldman ha vuelto para recordarlo, para contar un pasaje de adolescencia y juventud que ayudará a comprender su personalidad. A Goldman lo conocen de primera mano casi cuatro millones de personas en todo el mundo que han leído la novela de Joël Dicker La verdad sobre el caso Harry Quebert. Es un personaje literario creado hace tres años al cual Dicker (Ginebra, 1985) ha vuelto en El libro de los Baltimore (Alfaguara) para convertirse en uno de las obras del verano. Esta vez, el autor rastrea la geografía de la amistad, que es la geografía del único mundo propio y verdadero al ser hecho a imagen y semejanza de cada uno.
Treinta y un años tiene Dicker. Antes de los 25 escribió cuatro novelas, y cada una fue rechazada por las editoriales. Hasta que llegó Los últimos días de nuestros padres, y luego el triunfo mundial con La verdad sobre el caso Harry Quebert. "Ese rechazo y esa insistencia descubre que yo escribo por placer, más allá de que me publiquen o no. Esa experiencia me hizo pensar en cómo deberían ser mis libros. Los primeros eran cortos, y me los imaginaba con cubiertas blancas, muy franceses, pero ahora se acercan más a lo que en verdad quiero escribir”, dice Dicker en un banco del parque del Retiro de Madrid, donde se celebra la Feria del Libro. El escritor en lengua francesa se dio cuenta de que con La verdad sobre… escribió su libro sincero, sin pensar en si le gustaría a un editor o a un lector, o si iba a ser una novela muy americana, o muy suiza o muy francesa.
Y es ahí, “en esa honestidad creativa”, donde Dicker cree que reside el éxito que ha tenido con los lectores cuando dice que “la gente se da cuenta si el autor se divirtió escribiendo, de que fue un placer escribir el libro y eso se transmite en las páginas”.
Ahora, su personaje, Marcus Goldman, regresa no para hacer una precuela, sino “como complemento de la verdad de aquella novela en la que apareció. Me di cuenta de que faltaba algo del pasado que le diera más identidad”, afirma. Así fue cómo lo situó en el Baltimore de los años noventa, en casa de unos tíos y viviendo con sus primos.
Es ahí donde la amistad se alza como protagonista de la narración. La amistad entre muchachos, bella, infinita, pero “creo que menos profunda porque estamos protegidos aún y resulta relativamente fácil”. Y aclara: “Donde verdaderamente se ve la amistad es cuando tenemos problemas, cuando nuestros amigos están en situaciones difíciles, ese es el verdadero nudo de la amistad”.
Y no basta solo con el sentimiento genuino o sincero de querer a un amigo y mantener la relación, como queda expuesto en la novela y las reflexiones de su autor. En la amistad, como en otros sentimientos nobles, dice, hay fuerzas conscientes, malignas o secretas que tratan de estropearlo todo: “Son las rivalidades, los celos o las envidias que afloran en algunos individuos, incluso a pesar de sí mismos. Gente que parece amiga pero que puede meter cizaña para estropear alguna relación, pero tarde o temprano se descubre todo”. Tras recordar estas sombras mezquinas de la condición humana, Dicker insiste en que “la amistad sobrevive si somos capaces de disfrutar del éxito y el bienestar de la persona que apreciamos". "Hay otros conceptos como compañeros o gente cercana, pero uno tiene en realidad pocos amigos, y hay que luchar por ellos”.
Paraíso
Ese es el paraíso que crea cada persona, porque la familia viene impuesta, pero la amistad son sentimientos libres: “Tú los eliges. Son tus amigos quienes mejor te conocen y saben quién eres. Y son ellos quienes te van a desafiar más allá de tu familia y ayudarán a desarrollar tu personalidad. Ellos son pilares de tu mundo”.
El problema no es tanto la rivalidad o los sentimientos negativos entre amigos, aclara Dicker, sino “la capacidad que tengamos para comprender que esos son nuestros sentimientos y tenemos que aprender a detectarlos y decodificarlos y saber cómo sobreponernos a ellos. Ese es el desafío”.
El aprendizaje de Dicker con esta novela, es que ha logrado desarrollar más a los personajes. “Mientras en La verdad sobre el caso Harry Quebert los personajes estaban subordinados a la intriga, en El libro de los Baltimore la intriga está subordinada a los personajes”, dice. Sobre los libros que le rechazaron, Dicker no piensa volver. ¡Por ahora! Lo que le entusiasma son los nuevos proyectos, “aunque”, bromea, “no sé si cuando sea viejo querré que toda mi obra sea publicada".
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