La construcción de la normalidad
Mario Ruiz y la empresa Simón, Premios Nacionales de Diseño
Ni genios ni extravagantes. El diseño cotidiano, comprensible, perdurable y para todos de los interruptores de la empresa Simón y la capacidad para idear con idéntica destreza un taxímetro, una ducha o un banco que ha demostrado Mario Ruiz (Alicante, 1965) se han llevado este año el Premio Nacional de Diseño. Desde hace seis ediciones, es el Ministerio de Economía y Competitividad quien concede estos galardones -frente al de Industria que lo hizo en sus orígenes- y competitividad es el argumento principal de los premiados en esta edición que representan un nuevo diseño barcelonés más global que local.
Sus números se explican solos: la barcelonesa Simón tiene 100 años, 4.000 trabajadores, 25 empresas y factura 250 millones de euros anuales. Durante 21 años, Ruiz ha realizado 600 encargos para más de 100 empresas de 10 países distintos. Pero ambos son algo más que números. Ruiz corona con el Premio Nacional una trayectoria sutil y cosmopolita sembrada de premios internacionales (If, Red Dot) que le ha llevado a idear mobiliario de oficina para firmas norteamericanas (Haworth o Steelcase), butacas para marcas italianas (Lapalma, Citterio) o sillas ergonómicas para fabricantes suecos (Offecct). Ha sido también best seller de empresas nacionales con su tumbona Flat fabricada por la valenciana Gandía Blasco. Hace una década, cuando se avecinaba la crisis, Ruiz sorprendió renaciendo como diseñador de luminarias y mobiliario. Sin embargo, la gran sorpresa la había dado mucho antes, cuando comenzó y fundó Costa Design en Barcelona, en 1995. Fue un alumno sobresaliente en la Escuela Elisava durante la década del diseño barcelonés. Y en lugar de lanzarse a estilizar los encargos –disfrazarlos no va con su carácter- optó por inventar para demostrar que la elegancia no está reñida con la eficacia. Uno de sus primeros trabajos, un taxímetro, fue, durante años, el más utilizado en los taxis de Nueva York.
Ruiz trabajó la invención, la técnica y la función en duchas y maquinarias hasta llegar al aparentemente sencillo pero endiabladamente difícil de lograr estilo atemporal que caracteriza las sillas, bancos y mesas que hoy firma por el planeta. Eso le ha reconocido el jurado: diseñar para el mundo y hacerlo para durar. Esa última parte, la de diseñar para mañana más que para el momento, esquivando modas la comparte también la empresa premiada en esta edición.
Los interruptores Simón cambian continuamente. Pero los usuarios apenas nos apercibimos de esos cambios. No se alteran para entrar por los ojos, lo hacen para que las nuevas tecnologías no nos mareen. En ese ámbito, los enchufes y mecanismos de esta empresa familiar proponen tanto un trampolín hacia el futuro como un filtro ante el mañana. Están convencidos de que las mejores soluciones son siempre las más fácilmente comprensibles. Tal vez eso les haya llevado a celebrar este año su centenario.
Babelia
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