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LA MUERTE DE VÍCTOR BARRIO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ante Víctor, el torero muerto

El diestro ha alcanzado en los pitones de un toro la gloria que no pudo tocar con los dedos en este mundo

Antonio Lorca
Fotografía de archivo de 2012 del torero Víctor Barrio.
Fotografía de archivo de 2012 del torero Víctor Barrio.MANUEL H. DE LEÓN (EFE)

Víctor Barrio ha alcanzado en los pitones de un toro la gloria que no pudo tocar con los dedos en este mundo. Mala suerte se llama eso en el argot de los humanos.

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Ahora, ante el torero muerto parece que no cabe más que el dolor y la tristeza por el ser humano desaparecido. Pero cabe algo más: la reivindicación del torero como referencia del hombre grande que decide dedicar su vida a una vocación que persigue la gloria por el camino más cercano al fracaso.

Hay que estar loco para ser torero. No se puede calificar de otra manera a quien se enfunda en un traje de luces y se enfrenta a un animal poderoso y salvaje a sabiendas del inminente peligro y de que es una profesión plagada de ilusionantes historias rotas, de cicatrices ardientes, de decepciones personales, y, a veces, como en esta, de muerte.

Pero torero se nace. Y lo que para la mayoría de los humanos es una demencia, para el aspirante a torero es una obsesión sin la que no puede vivir.

Y elige la profesión más dura del mundo, la que lo aparta de la vida, le roba la adolescencia y la juventud, la que exige el máximo sacrificio, el esfuerzo sobrehumano, la entrega absoluta, y sin garantía de que le devolverá nada de lo aportado.

Por eso, el mundo del toro está lleno de sueños irrealizados; de toreros que lo son solo en su imaginación, pero de hombres, todos ellos, especiales y ejemplares, porque son héroes en un mundo en el que prevalece la búsqueda constante de la seguridad.

Hoy, ante el torero muerto, cabe recordar que Víctor Barrio era de uno de esos jóvenes que decidió dedicar su vida por entero al toro. Tenía ya 20 años cuando se puso delante de una becerra por primera vez. Muy tarde, pero sorprendió a todos por su afición y, sobre todo, por su tesón.

Y el 13 de junio de 2009, se vistió de luces en un pueblo de Toledo, y estuvo sensacional, según cuenta un hombre que fue su apoderado. Víctor “tuvo afición y cualidades para ser figura”, repite, “pero no siempre la suerte fue su aliada”.

¡Ay, la suerte…! Destacó como novillero y fue figura que recorrió las ferias más importantes. Pero pronto llegó la prueba de fuego, la alternativa, el Domingo de Ramos de 2013, en Madrid, con El Fundi como padrino y su compañero Juan del Álamo como testigo. No tuvo suerte ese día, ni tampoco poco más tarde, en San Isidro, y todas las posibilidades se derrumbaron.

Llegó el temido parón profesional que a tantos afecta y pocos consiguen superar. Víctor no lo consiguió; o no ha tenido tiempo para conseguirlo.

Y ahí anduvo, en tierra de nadie, hasta que en 2015, en la temprana feria de Valdemorillo, con la televisión como altavoz, se reivindicó como torero y consiguió el triunfo que hubiera necesitado en Las Ventas para alcanzar la meta soñada. Pero Madrid se le resistió una y otra vez.

Cuando llegó a Teruel contaba la tercera corrida de la temporada; pocas para quien había apostado fuerte. Y allí, el destino le jugó una faena. Quede, sin embargo, el recuerdo de un superhombre que optó por la suerte de los grandes. Él lo había barruntado en su cuenta de Twitter: “Siempre pensé que la vida la viven los cobardes y la disfrutan los valientes, aunque, a veces, el precio sea demasiado caro”. Demasiado, Víctor, demasiado…

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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