Jane’s Addiction, demasiado teatro rock
La banda estadounidense ofrece un ejercicio nostálgico, con más celebración que trascendencia
Que la nostalgia es un negocio que funciona en los mundos del rock y el pop es algo incuestionable en nuestros días. Pero que todos los ejercicios de recreo del pasado sirvan para algo es otro asunto bien distinto. Anoche, Jane's Addiction se presentaron en el escenario principal de Mad Cool con la solera de grupo clave en el acontecer del rock independiente de los noventa, gracias a álbumes como Ritual de lo Habitual, que defendieron de principio a fin en el festival madrileño, tal y como se había anunciado.
Fue un ejercicio nostálgico correcto, con más dosis de celebración que trascendencia. Embutido en su traje y sombrero blancos, Perry Farrell saltó con el guitarrista Dave Navarro y el resto de la banda con ganas de armar jaleo, pero ni Jane's Addiction ni Ritual de lo Habitual, el disco que, publicado en 1990, abrió las puertas al grunge, han envejecido bien. Tal vez porque aquel simbólico álbum fue demasiado generacional, pero también porque su rock pesado y pirotécnico parecía por momentos desfasado y rutinario, toda la ceremonia de Ritual de lo Habitual quedó en un concurso más festivo que impactante. De esta forma, con más artificio, espectáculo de luces y bailarinas en trajes de cuero dándolo todo que esencia rompedora, el particular punk-rock que el grupo estadounidense representó a finales de los ochenta y principios de los noventa quedó en producto de anticuario.
Perry Farrell es un galán con un notable carácter de frontman, pero le falta ese punto indescifrable de conquistador sobre las tablas. De algún modo, es una ilustración perfecta de toda la banda: muy teatral, con acercamientos al metal rock, pero sin las dotes suficientes para instalarse en un panteón de clásicos reivindicables en nuestros días. Una lástima porque el grupo, con ese toque arty tan característico, fue buena fibra en esa crucial y aguerrida escena de punk-rock de la ciudad de Los Ángeles. Desde los márgenes, con aire marginal, impulsaron un movimiento alternativo al mainstream en la línea de nombres como Living Color, Violent Femmes o Nine Inch Nails. Pero anoche, en el festival Mad Cool, que ha acogido a 35.000 personas en su primera jornada, con varias quejas por una organización mejorable, se desprendió demasiado teatro rock, apto sólo para los fieles. Simplemente.
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