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El gato, el rasta y la chica descarrilada

Estampas imborrables y encuentros inesperados en el Sónar

Jacinto Antón
 Participantes del Sonar de Dia.
Participantes del Sonar de Dia. Massimiliano Minocri

Empezó a ponerse el sol, actuaba Santigold y el Village se llenó de un resplandor dorado en el que se confundían los cuerpos cimbreantes, las melenas al viento y los brazos que se agitaban sobre las cabezas. Era bonito y lo hubiera sido más de no resbalar un aspirante a bailarín con una piel de plátano oculta bajo un vaso de cartón pisado sobre el césped artificial y regarnos a todos con su cerveza. Es cierto que el líquido también dejó un hermoso reguero ambarino y espumeante en el cielo antes de desparramarse. Estampas del Sónar. Recuerdos imborrables aunque pasen las ediciones y las generaciones y tú mismo te hagas tan obsoleto como el chill out.

Quien aguanta al pie del cañón, en primera línea de la modernidad, sin desgaste y hasta más lozano, es Sergio Caballero, cuya imagen del festival ha vuelto a pegar fuerte. “Miré lo que captaba más la atención en Internet y eran los gatos y los drones”, dice cuando me lo encuentro y no se si saludarle a él o a esa ya vieja conocida que es la toalla que carga al hombro. El gato de Cheshire del Sónar lleva las cejas pintadas de azul y se acompaña de una joven inquietante que resulta que es, me cuenta Caballero, una becaria rusa. El codirector de Sónar suelta así como de pasada que se ha inspirado en Picabia. En el concierto del facundo rasta Congo Natty, aka Conquering Lion, lo que inspiraba a parte del público era de origen vegetal y lo que expiraban formaba una nube conspicua sobre sus cabezas bajo el cielo azul del que había descargado a mediodía un chaparrón. “Estamos aquí para la revolución”, dijo bajo su colorido gorro el rastafari electrificado, y pareció al corriente, a su manera rasta, de los disturbios de Gràcia. Salir de Congo Natty y sus efluvios y encontrarte de frente a Ferran Mascarell, delegado de la Generalitat de Cataluña en Madrid, es de esas cosas que tampoco olvidas de Sónar. De Trenchtown a Blanquerna. “Han conseguido abrir mucho el festival”, alababa nuestro hombre en la capital.

Más concienciadora incluso que la del rasta (y mucho menos bailable, aunque en el SónarComplex hubo quienes lo intentaron) fue la actuación de Niño de Elche, que también dejó imágenes imborrables, como las repetidas de los emigrantes, y un regusto de desfibrilador con la potencia de su sonido hosco. De nuevo fuera, la tarde empezaba a tomar ambiente de noche. “Sonia está descarrilada, des-ca-rri-la-da”, enfatizaba un tipo en la intimidad forzada de los sístoles y diástoles de masas en los accesos al SónarHall. Y Sonia lo estaba. Un letrero en el vecino stand de Gopro animaba a continuar entregándote al festival: “Be a hero”.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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