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OBITUARIO

Vicente Patón, guardián de la arquitectura

Dedicó gran parte de su energía a proteger el patrimonio de todos; Madrid le debe la defensa del frontón Beti-Jai

Anatxu Zabalbeascoa
De izquierda a derecha, los arquitectos Rafael Pina, Dolores Artigas, Vicente Patón y Alberto Tellería, con la maqueta ganadora del concurso de ideas para embellecer la entrada de Getafe, en julio de 1996.
De izquierda a derecha, los arquitectos Rafael Pina, Dolores Artigas, Vicente Patón y Alberto Tellería, con la maqueta ganadora del concurso de ideas para embellecer la entrada de Getafe, en julio de 1996. SANTI BURGOS

Hace dos años, el arquitecto Vicente Patón (Madrid, 1948) participó, junto con el exdirector de la Escuela de Arquitectura de Madrid Ricardo Aroca y el actual decano del colegio de Arquitectos, José María Ezquiaga, entre otros, en un acto de homenaje a Santiago Amón, el desaparecido crítico de arte paladín del patrimonio histórico y pionero en la defensa de un urbanismo más sostenible (entonces llamado ecológico). Patón decidió homenajear a Amón alertando de que muchos de los problemas denunciados por él seguían vivos. Y concretó su acusación tachando el proyecto Canalejas —una intervención en seis edificios protegidos junto a la Puerta del Sol de Madrid— de “expolio contra el patrimonio histórico”.

El arquitecto no se limitó a relatarlo. Él, que había firmado alguna de las estaciones más innovadoras del metro madrileño y se dedicaba en gran medida a construir pabellones temporales para grandes empresas como el BBVA o Telefónica, tuvo el valor de denunciar a la constructora OHL de Juan Miguel Villar Mir, al entonces presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y a la entonces alcaldesa Ana Botella por “haber reducido la protección de estos edificios para permitir la realización de la obra”. Casi dos décadas antes, en 1987, el COAM había reconocido con el premio Santiago Amón la labor periodística de Patón, pionera a la hora de escribir de arquitectura en el diario EL PAÍS y en la primera Redacción de la mítica revista La Luna.

Patón falleció el 7 de junio en Madrid, víctima de un cáncer contra el que luchó durante años. Inquieto aunque sosegado y aparentemente infinito, compaginó la defensa y la catalogación del patrimonio con la autoría de interiorismos e instalaciones de fibra óptica en las mencionadas estaciones de metro (Barajas, Colombia u Ópera). Esa amplitud de miras y la defensa férrea de la democracia activa le dieron argumentos y credibilidad para que sus alumnos en la Escuela de Arquitectura San Pablo-Ceu lo reconocieran como el mejor docente con el premio Ángel Herrera.

Autor de numerosos libros —como Guía modernista de Madrid y Arquitectura de Madrid—, Patón dedicó gran parte de su energía y valor “a proteger el patrimonio de todos”, como ha recordado a su muerte la actual alcaldesa, Manuela Carmena. Es decir, dedicó su tiempo a que usted le pueda mostrar algún día a su nieto cómo era el Madrid en el que creció.

Proteger las capas de historia es lo que enriquece las ciudades. Pero defender lo que es de todos es una labor complicada. Existe un gran negocio en hacerse con ese patrimonio por vías legales faltas de ética. Contra esos monopolios de poder alzaba la voz Patón. Lo hacía gracias a su profundo conocimiento de la historia, desde la ponderación y el rigor de la Asociación Ciudadanía y Patrimonio que presidía. Puede que también lo hiciera porque, como ha recordado su marido, el arquitecto Alberto Tellería, Vicente Patón se había criado en el convento (hoy amenazado de derribo) que las Damas Apostólicas regentaban en el paseo de La Habana de Madrid. Su padre —teniente del Ejército republicano— sufrió durante años el cautiverio de un campo de concentración. “Y sus queridos tíos Ángeles y Alfredo —jardinero y recadero de las monjas—, que no habían tenido hijos, lo acogieron”. Tellería está convencido de que fueron ellos, su tía Leónides, “cuyo carácter infantil la convirtió en adorada compañera de juegos”, y su admirado tío Víctor, también jardinero, los que le transmitieron su extenso conocimiento de las plantas y su profundo amor por la naturaleza durante su infancia “en un jardín olvidado de un Chamartín semirrural”. El amor a la naturaleza se traduce en valores cívicos. Vicente Patón le debía mucho a Madrid. Madrid le debe a Vicente Patón la defensa del frontón Beti-Jai. También la posibilidad de entender esta ciudad desde la riqueza de todos sus ángulos y capas.

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