Impecable, pero sin alma
El resultado del nuevo álbum de Dexys Midnight Runners deja una sensación agridulce
Parece que la idea de hacer un disco que honrara la tradición folk irlandesa ya rondaba la cabeza de Kevin Rowland durante los ochenta, si bien no pudo llevarse a cabo debido al final de aquella exitosa primera encarnación de Dexys Midnight Runners. Es ahora, con una nueva formación que da continuidad a su muy celebrado regreso de hace unos años —y en la que destaca la irrupción de Sean Read, miembro original de The Rockingbirds y durante mucho tiempo mano derecha de Beth Orton, como nuevo hombre fuerte— cuando por fin ha dado salida a aquel proyecto, si bien un tanto alterado en su concepción original al incluir algunas versiones de material pop junto a temas tradicionales del Irish folk.
DEXYS
Let the Record Show: Dexys do Irish and Country Soul.
Sello: 100% / Warner.
Calificación: 6 sobre 10.
El resultado deja una sensación agridulce. Impecable en su hechura y meticulosamente cuidado en todos sus detalles, termina siendo un cajón de sastre demasiado irregular en el que la poca chicha del tratamiento otorgado a las canciones del bloque que llamaremos pop termina contaminando a los logros, que los tiene, y son particularmente evidentes en la vertiente más tradicional del disco. Sin caer en lo kitsch —cosa que podría haber tenido su gracia— pero sí y de lleno en ese tono inofensivo con el que uno se imaginaría una programación dedicada a masajear sin molestar el oído de un público generalista, ni Both Sides Now de Joni Mitchell, ni You Wear it Well de Rod Stewart levantan el vuelo. To Love Somebody de Bee Gees consigue mejor resultado pero palidece cuando te vienen a la mente otras adaptaciones, sin ir más lejos la que hiciera Nina Simone. Solo su aproximación al 40 Shades of Green de Cash y el baño de sonido Filadelfia del Grazing in the Grass que popularizaran The Friends of Distinction en 1969 salvan esta parte del disco. Una pena, pues como decía hay en la parte tradicional —particularmente en el exquisito arranque que supone Women of Ireland, con el violín de la Dexy original y ahora recuperada, Helen O’Hara, la evocadora Curragh of Kildare o la emotiva pieza que cierra el disco, Carrickfergus, la suficiente enjundia como para terminar echando de menos una apuesta más decidida por lo que fue una idea original, que al final ha quedado desvirtuada por culpa de un ejercicio que se antoja edulcorado en exceso.
Candidato firme a ser objeto de esas exageraciones laudatorias tan propias de estos tiempos, haría bien el oyente en no dejarse arrastrar por esa ola. Quizá sea mejor esperar al siguiente capítulo, si es que lo hay, por ver si entonces vuelve ese afilado e irónico bisturí con el que Rowland disecciona todo lo mundano. Paradójicamente hay ocasiones en las que un disco bonito, instrumentalmente impecable y cantado de forma magnífica, no es ni mucho menos suficiente. Y ésta es una de ellas. Quizá por falta de alma, justo lo que debería sobrarle.
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