El mexicano Leo Valadez corta dos orejas y sale a hombros en Valencia
Fernando Beltrán paseó un trofeo y Alejandro Marcos solo pudo dar una vuelta al ruedo
El primer novillo de la partida tuvo su juego. Noble, muy obediente, con tendencia a salir distraído, pero de buen fondo. Y formas. Bien hecho ese novillo, además. Pasó por varas sin decir ni pío y luego, en la muleta, se rindió casi sin condiciones. Beltrán, siempre con el buen gusto por bandera, no acabó de cuajar. Lo mejor, una serie con la izquierda, a pies juntos, que tuvo encanto. Pero no hubo más. El viento molestó, y Beltrán ya no terminó de estar. Muchos paseos tras cada serie, muy cortas ellas, y algún desacople marcaron el final de una faena que también tuvo aires relamidos.
Tres varas, tres, recibió el cuarto, un colorado de buen trapío. Dos puyazos del piquero de turno y el tercero del de la puerta. No hubo entrega en ninguna y se salió suelto de las dos últimas. Otro manso. No tuvo gran entrega en la muleta, aunque metió la cara, y cada embestida fue como un latigazo seco. Beltrán echó mano de compostura. Más fibroso, menos paseos, y más centrado. Tampoco saldó la faena con brillo, pero tuvo un cierto fondo de toreo serio. Se echó a matar con decisión, cobró una entera y hubo premio.
El debutante Alejandro Marcos tuvo un primer novillo muy arisco. Nada entregado. Al contrario, protestón, violento y sin la menor intención de tomar la muleta por las buenas. Marcos le aguantó miradas y le consintió con más oficio que beneficio. Se sumaron en contra de la causa el viento y la mala actitud del novillo. Y la cosa acabó en un forcejeo que tampoco sirvió de nada.
El quinto fue de caballo en caballo sin quedarse con ninguno. La serie continuada de mansos no paró. Sin entrega, el novillo se dejó algo en la muleta. Pero todo muy justo. Marcos sonsacó algún buen muletazo, pero nunca hubo continuidad. Puso actitud, pero cuando uno no quiere dos no riñen. Y la voluntad del torero se encontró una oposición nunca superada. La vuelta al ruedo fue un premio generoso, que se llevó Marcos cuando en la tarde valenciana caía un frío no habitual por estos lares y por estas fechas.
MORENO / BELTRÁN, MARCOS, VALADEZ
Novillos de Zacarías Moreno, de correcta presentación aunque desiguales de hechuras, mansos en líneas generales. Primero y sexto, los de mejor son en la muleta.
Fernando Beltrán: media caída, contraria, delantera y perdiendo muleta, pinchazo, entera que asoma un palmo _aviso_ (silencio); casi entera perdiendo muleta y dos descabellos (silencio); entera (oreja).
Alejandro Marcos: pinchazo hondo (silencio); pinchazo y entera (vuelta al ruedo).
Leo Valadez: entera caída (saludos); buena estocada (dos orejas).
Plaza de Valencia. 7 de mayo. Festejo con motivo de la festividad de la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad. Media entrada.
Un manso el tercero. Manso de entrada; manso de salida. Ya en la segunda entrada al caballo cantó la gallina. Luego, en banderillas, se perdió mucho tiempo en carreras inútiles y una brega que nunca encontró la manera de sujetar al novillo. Valadez cumplió con voluntad el tercio, nada más. Luego, en la muleta, el novillo continuó la guerra por su cuenta. Valadez le plantó cara, decidido y valiente. No fue faena de gusto ni estética, pero sí de mucho corazón y sinceridad. Siempre a la búsqueda de la bravura perdida, el azteca encontró novillo siempre. Las manoletinas finales, de rodillas, fueron un colofón que la gente agradeció.
La partida la cerró un buen novillo para la muleta, pero de condición mansa en los dos primeros tercios. Valadez volvió a banderillear con gran voluntad y, esta vez, con mejor acierto. El novillo descubrió sus buenas virtudes en la muleta y dejó al novillero andar cómodo y a gusto. La faena tuvo un inicio de rodillas, por alto y en redondo. Con novillero y novillo entregados, la faena tuvo eco en el tendido. Barajó con criterio populismo y buen hacer. Y variedad. Y una buena estocada de final. Las dos orejas fueron un premio exagerado.
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