‘Lemonade’: la banda sonora de una crisis matrimonial
El nuevo disco de Beyoncé obtiene un ocho y medio sobre diez de valoración. Lee también las críticas de los nuevos trabajos de Travis y The lumineers
EL DISCO DE LA SEMANA: Beyonce - Lemonade
En tiempos de sobreexposición mediática, comunicados de prensa de 140 caracteres e intimidades aireadas de forma permanente, Beyoncé ha optado por dar explicaciones a través de su música. Como en los viejos tiempos, cuando a los cantantes y compositores no les quedaba otra forma para destapar sus trapos sucios que las canciones. Lemonade, sexto disco de su carrera, insinúa e incluso deja entrever todo cuanto ha sucedido en la vida personal y sentimental de la artista en los últimos dos años. Y lo hace con una bravura y rotundidad creativa que aplica por igual a las letras de las canciones y a los sonidos que las envuelven.
Artista: Beyoncé
Disco: Lemonade
Sello: R&B
Calificación: 8,5 sobre 10
Este es un álbum de R&B a cámara lenta, introspectivo y emocional, de producción elegante y sofisticada, poco amigo del ruido, las estridencias y el perreo. Un seductor pero desafiante banco de pruebas en el que Beyoncé se atreve con el blues rock, el country, el funk y el soul introspectivo, y lo hace sin la búsqueda compulsiva de singles o himnos bailables. No los necesita ni tampoco se preocupa especialmente por tenerlos. Como si lo verdaderamente importante del proyecto fuera el mensaje.
Pray you catch me, el tema de arranque, pone el listón muy alto: en ella Beyoncé maneja conceptos como el engaño y la deshonestidad y quiere dejarnos claro que se está refiriendo a su marido, el rapero y empresario Jay-Z, y a los rumores de una supuesta infidelidad de este que salieron a la luz pública en 2014. “Lo llevas escrito en la cara, ¿qué diablos estás haciendo, mi amor?” Sería el gráfico resumen de una canción coescrita junto a James Blake que anuncia el tono general del disco, que se mueve entre la rabia y la esperanza.
De la sospecha pasamos a la certeza. Y con ella los celos y la locura: Hold up, involuntario hit con vocación de single que sonará hasta la saciedad este verano, plantea su confusión sentimental en un agradable colchón de pop con deje caribeño. Lo produce Diplo e incluye un sample de Yeah Yeah Yeahs: además de hablar clarito, Beyoncé sabe escoger a su equipo de colaboradores. Por ejemplo, Jack White se ocupa a la perfección de Don’t hurt yourself, un arrebato rockero que a partir de un sample de Led Zeppelin asume su protagonismo central en el álbum: el desengaño ha dado paso a una auto reivindicación (“¿Quién coño te crees que soy? No te has casado con una zorra cualquiera”) que guiará los pasos del resto.
A partir de aquí, Lemonade integra el micro relato de su relación personal con Jay-Z en un espectro temático más amplio y general en el que la diva de Texas canta a la reafirmación de la mujer afroamericana –6 Inch, con The Weeknd; Freedom, con Kendrick Lamar– y establece una parábola entre su situación íntima y la sociedad estadounidense actual –Formation–. Y como si se tratara de una película o una serie, All night concluye la travesía por este matrimonio en crisis con un final feliz. Atención, que viene spoiler: ella le acaba perdonando. David Broc
Travis - Everything at Once
Desde el comienzo mismo de la centuria, los escoceses Travis atesoran un logro inequívoco que con los años va equivaliendo casi a una maldición. Su capacidad para encadenar un segundo y un tercer disco fascinantes, The Man Who (1999) y The Invisible Band (2001), les consagró como los grandes melodistas en la transición del nuevo milenio, los autores de un pop sensible, emotivo y trascendental que se traducía en una cascada de piezas realmente hermosas, empezando por Writing to Reach You, Why Does It Always Rain on Me, Sing o Side hasta llegar a las insuperables Driftwood y Flowers in the Window. Aquellos mismos valores que entonces despertaron admiración y espolearon a una legión de admiradores en búsqueda de la canción perfecta, desde Turin Brakes a Snow Patrol o Angus & Julia Stone, hoy parecen ser contemplados con cierto recelo, como si nos enfrentáramos a un cuarteto blandurrio, relamido, incapaz de apretar las uñas y producirnos en la epidermis el más mínimo arañazo.
Artista: Travis
Disco: Everything at Once
Sello: Red Telephone Box / Music as Usual
Calificación: 7 sobre 10.
Al cantante Fran Healy se le ha acusado incluso de aparentar más años de los que en realidad tiene, una circunstancia cuya repercusión en términos musicológicos no acertamos a adivinar a falta de estudios fisonómicos más sesudos. Pero el runrún sobre las supuestas carencias vitamínicas ha debido de hacer mella en la propia banda, que afrontó un parón temporal después de entregar en 2008 un álbum mucho más electrificado que de costumbre, Ode to J. Smith, pero también innecesariamente errático.
La asunción de la propia naturaleza lánguida y evocadora llegó en 2013 gracias al delicioso Where You Stand y quiere apuntalarse ahora con un trabajo similar que, sin embargo, no llega a hilar tan fino. Los de Glasgow han optado por una entrega esencial y expeditiva, 10 temas escuetos que en apenas 35 minutos persiguen retratar a unos músicos infalibles en el formato breve, implacables a la hora de buscar el acorde preciso y prescindir de la floritura o la redundancia. Lo consiguen en ocasiones, sobre todo con la exquisita All of the Places, su característico bajo pedal y esa bella ambientación ensoñadora. Pero nos dejan a medias otras veces: Strangers on a Train es un cierre anémico, más propio de Keane (¿imitando a los imitadores?), mientras que 3 Miles High juega sin conseguirlo a revivir la magnificencia de aquellos medios tiempos adictivos que nos atraparon tres lustros atrás.
Everything at Once se convierte así en un álbum lindo y amable, pero también algo evanescente. Healy se marca varios tantos para que le sigamos considerando un tipo adorable (incluso con la barba argentinada): la inyección de buen humor y amigos al hombro en Magnificent Time, el guiño a More Than a Feeling (Boston) para Radio Song,la nostalgia con el sobrio contrapunto femenino de Josephine Oniyama en Idlewild y, sobre todo, la excelente letanía electrónica del tema central, respaldado por ese vídeo desternillante que protagoniza Daniel Brühl. Pero la vigencia de otros cortes se antoja más pasajera, lo que no parece la mejor sensación para un álbum que anhela ser una sucesión de singles. Fernando Neira
The lumineers - Cleopatra
Artista: The lumineers
Disco: Cleopatra
Sello: Universal
Calificación: 7 sobre 10.
Triunfar al primer intento es un arma de doble filo. Por un lado ganas en seguridad, tu cuenta bancaria deja de pasar frío por las noches y puedes presentar tus canciones en escenarios grandes con todo el papel vendido. Por otro, sin embargo, ese éxito te somete a una mayor presión por la maldita necesidad de demostrar que tu éxito no fue fruto del azar, la casualidad o una favorable alineación de los astros.
Hace cuatro años, The Lumineers asaltó la banca con un disco debut de folk épico de tintes pop y que despachó más de un millón de copias en EEUU. Para sorpresa de todos, Ho Hey se convirtió en una de esas canciones que te encantan de primeras y que te acaban agotando con el tiempo por su constante aparición en radios, anuncios, series y películas. Aquel inesperado triunfo llevó a esa banda de chavales de Denver a presentar sus 11 canciones en todos los rincones del mundo, visita a España incluida. Pero el tiempo pasa y cada hoja que caía del calendario iba señalando el camino de vuelta al estudio, a ese momento en el que un segundo disco terminaría de marcar el destino de la banda como creadores de un éxito radiofónico y viral o como un grupo serio a tener en cuenta. Ante esa disyuntiva hay dos caminos a seguir, el que tomó el año pasado Alabama Shakes eligiendo una nueva ruta sonora merecedora del halago de la crítica, o el que ha tomado el grupo de Colorado, avanzar por la misma carretera mirando con lupa cada pisada.
La respuesta a todas esas dudas ha llegado este mes a las tiendas y se llama Cleopatra, un disco breve de menos de 40 minutos en 11 cortes producido por Simone Felice, el más independiente de los Felice Brothers, aquella banda que transitó hace unos años la misma carretera que los Lumineers pero con menos éxito comercial y con quien comparten sello en Estados Unidos.
Desde la primera escucha, Cleopatra funciona. El disco arranca con fuerza y con dos canciones pegadizas como Sleep on the floor y Ophelia, el primer single de la banda y serio candidato a sonar fuerte este verano. Pero el disco va creciendo y presentando canciones algo más intimistas como Gun song o Angela, la tierna Sick in the head, que precede a la fabulosa My eyes. El nuevo trabajo de The Lumineers no ofrece nada nuevo, pero sí muestra un crecimiento, una cierta evolución en sus canciones que aparecen más cuidadas, más elaboradas que en su debut pero sin perder frescura aunque cediendo en la épica. Una interesante colección de canciones de esas que alegran el día, que no pasarán a la historia pero que cumplen y satisfacen las expectativas de estos años de espera. O al menos eso han entendido en Estados Unidos, donde el álbum entró directamente al número 1 de la lista de éxitos. Parece que lo de estos chicos no es magia, pero tampoco suerte. Alfonso Cardenal
Babelia
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