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Muere el cantante Billy Paul, versátil vocalista de soul y jazz

Su 'Me and Mrs. Jones' fue uno de los mayores éxitos del elegante 'sonido de Filadelfia'

Billy Paul, en 2008, poco antes de que se celebrasen los premios Grammy.Vídeo: AFP / YOUTUBE
Diego A. Manrique

Billy Paul, cantante de 81 años, murió el domingo 24 en Blackwood (Nueva Jersey), víctima de un cáncer de páncreas. De verdadero nombre Paul Williams, había nacido el 1 de diciembre de 1934 en Filadelfia; precisamente, se le identifica con el llamado sonido de Filadelfia.

En la jerga de la industria, Billy Paul fue un one-hit wonder, una “flor de un día”. Resulta que su Me and Mrs. Jones tuvo un impacto tan fenomenal que eclipsó el resto de sus temas de éxito. Me and Mrs. Jones encajaba en una veta popular en el soul suave: las crónicas de adulterio. La elegancia discreta del fondo orquestal potenciaba el tono dolorido del vocalista, atormentado por su relación clandestina con una mujer casada.

Paul era menor de edad cuando comenzó a actuar como telonero de figuras del jazz. Perteneciente a la misma quinta que Elvis Presley, coincidió con el “rey” en un cuartel de la República Federal de Alemania. Tras editar singles en Jubilee y otros sellos, intimó en Filadelfia con el compositor y productor Kenny Gamble, que le publicó su primer álbum en 1968, Feelin’ good at the Cadillac Club (a pesar del título, se trataba de un falso directo).

Hasta entonces, Paul cultivaba los standards y el repertorio del jazz. Sensible a los vientos que soplaban, bien dotado de recursos vocales, comenzó a probar con autores blancos (Dylan, Paul Simon, John Fogerty, Carole King, Elton John). En los elepés que, a partir de 1970, grabó con la pareja Kenny Gamble y Leon Huff, se combinaban baladas y temas bailables; los mismos productores le proporcionaban composiciones a la medida.

En los lanzamientos de su sello, Philadelphia International Records, Gamble y Huff alternaban las canciones de amor con los temas concienciados. A lo largo de los setenta, Billy Paul fue el vehículo ideal para canciones con mensaje como I’m a prisoner, Am I black enough for you? o Bring the family back. Aciertos suyos, que todavía suenan en las radios estadounidenses, fueron los saludos a héroes afroamericanos como Black wonders of the world o la adaptación de Let ‘em in, de Paul McCartney, que incluía la novedad —para 1977— de “samplear” discursos de Martin Luther King y Malcolm X.

La faceta seductora de Billy Paul le llevó a chocar con uno de los más oportunistas líderes del movimiento negro, el reverendo Jesse Jackson, que arremetió contra Let’s make a baby como ejemplo de “música pornográfica”. Más desagradable aun fue la batalla contra sus antiguos protectores, Gamble y Huff.

En 2000, tras advertir que Nike usaba Me and Mrs.Jones en un anuncio, sin su conocimiento, Paul se demandó a sus productores. Estos eran expertos en “contabilidad creativa”: en vez de reconocer su negligencia en el pago de regalías al cantante, aseguraron que era él quién les debía unos 300.000 dólares, en concepto de gastos de producción no recuperados.

Un juicio con jurado condenó a Gamble y Huff a pagar un millón de dólares al artista. A continuación, los O’Jays, Archie Bell y otros damnificados por Philadelphia International exigieron compensaciones por las prácticas indignas de unos productores que, ay, se vendían como la cara respetable del negocio de la música negra.

Bien es cierto que la carrera de Billy Paul se agostó sin las suntuosas orquestaciones del “sonido de Filadelfia”. Volvió al circuito de los locales nocturnos y desarrolló una adición a la cocaína que complicó su existencia. Le salvó el público europeo, siempre cariñoso con los históricos del soul. Fue un director sueco, Göran Hugo Olsson, quién confeccionó en 2009 un retrato equilibrado de Paul, con el documental Am I black enough for you?

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