Forajidos a los que aún no les llegó su hora
The Long Ryders, la influyente banda del nuevo rock americano de los ochenta, inicia una gira por España
Revuelve discos para hablar de lo que escucha en su casa, coge guitarras e incluso toca un banjo para mostrar la distinción entre “el sonido de Kentucky” y “el sonido de California”, más acelerado que el de su tierra natal. Al otro lado del teléfono se encuentra un apasionado de la música, que se reconoce “muy afortunado” por salir de nuevo de gira con la banda que le vio nacer como músico hace más de tres décadas. A Sid Griffin (Louisville, Kentucky, 1955), miembro fundador de The Long Ryders, lo de dedicarse a lo mismo que Bob Dylan, del que es uno de sus mayores estudiosos a nivel mundial, le llegó como una epifanía, o, para utilizar el mismo hilo conductor, como al propio Dylan le pasó con Elvis Presley. “Vi a los Beatles tocar en el Ed Sullivan Show en 1964 y fue increíble. Tenía 11 años y ya decidí que iba a ser músico, aunque tardé tres años en montar mi primera banda con unos vecinos”, confiesa desde su casa de Londres.
Bajo el impulso de esa decisión, se marchó a Los Ángeles en 1977 y tuvo mejor suerte. Allí conoció al talentoso guitarrista Stephen McCarthy y formó The Long Ryders, con el reclutamiento del bajista Des Brewer (sustituido por Tom Stevens) y el baterista Greg Sowders. Fuera de la onda del rabioso punk angelino y durante la década del triunfo del pop y la MTV, los cuatro dieron significado a su nombre de “forajidos de leyenda” para ser una de las bandas más excitantes del Paisley Underground, una escena secundaria de los primeros ochenta que defendía las raíces de la música popular estadounidense, como el country o el folk, y que, con nombres como Bangles, Rain Parade, Three O’Clock o Green On Red, sería crucial en el posterior impacto de lo que se conoció en España como nuevo rock americano. Y ahora los cuatro comienzan gira por España para celebrar la salida de Final Wild Songs (Promola!), una caja recopilatoria que aglutina lo mejor de su obra y muchas tomas en directo de los escasos cuatro años que existieron como banda. “No creo que fuéramos salvajes, como dice la caja, pero sí importantes”, afirma Griffin, que compagina su carrera en solitario con el grupo de bluegrass The Coal Porters.
Como abanderados de ese sonido que combatía a los sintetizadores y las baterías electrónicas, The Long Ryders, que ya hicieron una gira de reunión en 2004, estuvieron siempre en un segundo plano en su época. “Estaban Duran Duran, Spandau Ballet o Soft Cell y tenían mucha popularidad”, cuenta el músico. “Era un pop horrible. El tiempo no les ha tratado bien y a nosotros sí. Esas bandas no tienen trascendencia”. Más allá de la polémica, razón no le falta: bajo el espíritu de hazlo tú mismo marcaron una senda. Hoy puede parecer anecdótico pero en los ochenta salir con un chaleco de cuero y unas botas vaqueras era estéticamente más rompedor que el último peinado punk o el más moderno modelo romántico. “Llevamos a Gram Parsons a la generación de Sex Pistols”, asegura.
Lo suyo era un tiro en el pie en tiempos de laca, hombreras y discotecas. En discos como Native Sons (1984) y State of Our Union (1985), recuperaron la guitarra, piedra angular del rock’n’roll, y fueron osados al reivindicar a los Byrds (tomaron su “y” en homenaje) o Buffalo Springfield. “Jay Farrar y Jeff Tweedy trabajaban en una tienda de discos cuando nos vieron tocar en Chicago. Tenían varias influencias, como Black Flag, pero moldearon su música tras vernos. Uncle Tupelo, Son Volt y Wilco siguieron nuestro camino”, apunta Griffin, que señala: “Willie Dixon decía que si el rock es la fruta, el blues es la raíz. Lo creo. La psicodelia, el punk... todo viene de valorar la tradición”.
Les siguieron Wilco, The Jayhawks, Cracker, Ryan Adams y así hasta todo el muestrario de artistas sujetos a la amplia y vibrante etiqueta actual de country alternativo o americana. Pero influencia no tiene nada que ver con éxito comercial, que muy pocos alcanzaron en el nuevo rock americano. “Podíamos haber dado ese salto a la gran fama como R.E.M, pero no pasó. Ellos son una banda muy especial. De todas formas, me siento orgulloso de lo que hicimos. Y creo que una fama tan grande no es siempre positiva”, dice con cierta ironía.
Con su contagioso entusiasmo, Griffin gasta muchos minutos para hablar de discos que escucha ahora. El de sus amigos Peter Case y Dan Stuart o el directo en el Blue Note Cafe de Neil Young, que sirve como modelo para un músico que quiere acabar sus días con la misma pasión que sintió cuando vio por primera vez a los Beatles por televisión. “Fíjate en grandes como él, Johnny Cash, Otis Redding, Temptations, Four Tops, Bruce Springsteen, Dylan... Esos tipos han sudado toda su vida. A estas alturas, a mí solo me interesa fijarme en ellos”.
Fechas de la gira
26 ABRIL // EL SOL // MADRID
27 ABRIL // LAS ARMAS // ZARAGOZA
28 ABRIL // LOCO CLUB // VALENCIA
29 ABRIL // MAZ // BASAURI
30 ABRIL // FREEK FEST // EL PUERTO DE SANTA MARÍA
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