“Cuando el rock te envuelve sientes menos el dolor”
Ilegales inicia una gira un mes después de la muerte del bajista Alejandro Espina
Para Ilegales, vivir siempre ha consistido en ir hacia la muerte "alegre y despreocupado, como si fueses a la muerte de otro". Hace poco más un mes, ese "otro" indefinido se concretó en su bajista, Alejandro Espina, fallecido súbitamente de infarto. Después de más de dos décadas en la banda, el palo fue tremendo y la depresión, "total". Este "golpe durísimo" de los primeros días sometió al resto de componentes a una decisión precipitada: seguir adelante o abandonar la gira de su nuevo disco, La vida es fuego, publicado en 2015. El espíritu de supervivencia les empujó finalmente hacia el sí. Y las fechas previstas en las ocho ciudades anunciadas continuaron inamovibles. Hoy sábado la inauguran en Madrid con un repertorio "cambiante y feroz". Con "todo el armamento".
"No nos esperábamos este golpe. Pero en las etapas más bajas es cuando hay que tocar. El rock viene del 'blues', tiene un poso amargo, y cuando te envuelve no sientes tanto el dolor. Lo malo es el silencio", reflexiona Jorge Martínez, su líder, en un hotel madrileño ante lo que parece un gintónic. Al final resulta ser aquarius, pero pronto pasará a la cerveza. Y a las ráfagas verbales propias del espíritu punk. "La vida es fuego, como dice el disco. Y acabará reduciéndonos a todos a cenizas. Así que el momento de hacer las cosas es ya", sentencia.
Un mensaje que lleva alzando por bandera desde principios de los ochenta. Desde antes, incluso. Desde que reunió el dinero suficiente de certámenes de pintura para comprarse, a los 14 años, su primera guitarra. Ahora la colección es incalculable y cobija auténticas reliquias. Con ellas, y con unas letras que aluden al amor por las anfetaminas o por los "simpáticos" nazis, ha incendiado de ritmos indómitos las salas de nuestro país y del continente americano, donde congrega a millones de fans. Estrofas cargadas de misterio, "abiertas a la libre interpretación del oyente", que hoy encontrarían dificultades en sortear los filtros legales. O eso opina este asturiano de 60 años: "Tenemos una ley mordaza salvaje. Con nuestros temas del principio, ahora mismo estaríamos en el trullo", sopesa. "Bueno, pues vayamos todos a la cárcel, a ver si pueden contenernos. Empezando por gran parte del personal que nos administra, que debería estar en una jaula. Eso sí, con cacahuetes de marca".
El pulso social, de hecho, ha impregnado La vida es fuego. Con 12 años de diferencia respecto a su último álbum de estudio, han optado por la frescura del presente sin abandonar lo que catalogan como sonido ilegales. "Es que teníamos canciones muy buenas. Y se quedaron otras diez fuera", lamenta el cantante con un chasquido. De repente, Jorge Martínez suelta un pequeño siseo, como si el recuerdo o la emoción de haber parido algo de tal calibre conllevara esconder un gran secreto, y suelta un "mira, lo voy a decir: pensé en editarlo con mi nombre. Si tengo la caradura de hacer eso, me matan. El público y la familia que somos los de Ilegales me revientan a ostias".
Llegados a este punto, se podría hablar del eterno quilombo en la SGAE, del IVA cultural -siempre recurrente entre artistas- o del irremediable destino de muchos músicos en nuestro país, que pocas veces pueden darse por jubilados. Sin embargo, con Jorge Martínez todo vuelve a su pasión medular: componer y tocar. "Una canción urgente es lo que hace saltarse las normas. Las canciones siempre han podido conmigo. El regreso no lo ha conseguido la gente en la calle o en los bares, que con unas copas se pone muy tensa, sino ellas, que son muy groseras, muy impertinentes y muy cabronas: te hacen incluso levantarte de madrugada. Por eso muchas nuestras provienen del sueño.
"Las he extraído del subconsciente y son muy oníricas", afirma mientras aprovecha ese ímpetu por crear con una máxima interiorizada y confirmada tras la desaparición de algunos de sus familiares y amigos como Alejandro Espina: "Hay que seguir los impulsos aunque no se gane dinero. La satisfacción vital es lo que vale". "Somos la materia prima de la aventura y hay que asumir riesgos. No hay más remedio", concluye. Tampoco esto es nuevo: ya en sus inicios llevaban impreso aquello de "levántate y lucha, esta es tu pelea".
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