Toreo excelso y música para un subalterno
Pletórico Perera, poderoso Juli, inspirado Morante y torerísimo tercio de banderillas de Curro Javier
El pésimo manejo de la espada impidió lo que pudo ser un triunfo de época de tres figuras en sazón ante toros modernos, nobles y artistas, ayunos de fiereza, pero extraordinarios colaboradores para el buen toreo.
Pletórico de seguridad y conocimiento se mostró Perera; poderoso y hondo, El Juli; inspirado, barroco y comprometido, Morante, y torerísimo Curro Javier, subalterno del primero, que colocó un segundo par de banderillas a los sones de la banda de música.
La única oreja de la tarde la paseó El Juli y no pudo corroborar el triunfo por su desacierto con el descabello ante su segundo toro; pero debe ser reconocido que se mostró como un toreo de apabullante suficiencia que se enfrentó, primero, a un nobilísimo toro al que toreó al natural, arrastrando la muleta, en una tanda hilvanada con un largo pase de pecho. No fue una labor para el entusiasmo, pero dejó la impronta de su enorme capacidad torera, que confirmó ante el quinto, al que muleteó con el animal embebido en el engaño, asentada siempre la planta y desbordante de hondura. Qué pena que encorve su cuerpo en cada pase y se empeñe en torear al hilo del pitón. Es más, su toreo hubiera merecido mejores honores si se lo hace a un toro de verdad.
DEL RÍO / MORANTE, EL JULI, PERERA
Toros de Victoriano del Río, desiguales de presencia, cumplidores en los caballos, nobles y de juego variado.
Morante de la Puebla: pinchazo hondo y tres descabellos (silencio); (aviso), tres pinchazos, (2º aviso), estocada y tres descabellos (palmas).
El Juli: estocada baja (oreja); media estocada, tres descabellos (aviso) y tres descabellos (ovación).
Miguel Ángel Perera: pinchazo y casi entera (aviso) y cuatro descabellos (ovación); estocada (ovación).
Plaza de la Maestranza. Sexta corrida de feria. 8 de abril. Lleno de 'no hay billetes'.
A punto estuvo Morante de escuchar otra vez los tres avisos. La verdad es que se emborrachó de toreo en su segundo, alargó la faena al infinito en la búsqueda de la tanda perfecta, y destellos inmensos dejó sobre el albero.
Había comenzado grande con estatuarios y muletazos largos con la mano derecha, se apagó pronto el animal y se oscureció la faena, y ya en tablas, con la hora de matar encima, dibujó dos naturales excelsos y un molinete y dos naturales más, y tres redondos enormes. ¡Una genialidad…! Un aviso lo bajó a la tierra, y acabó su labor a punto de que sonara la campana. Antes, solo pudo cincelar tres grandes redondos a su soso primero, pero deslumbró en el recibo con el capote a la verónica y una media personalísima; insistió en un quite que cerró con una revolera. Dibujó una media de ensueño en el primer toro de Perera, y recibió al quinto con un farol, verónicas, delantales y una media que resultaron atropellados pero deslumbrantes.
Magnífico comienzo con el capote de Perera en su primero, en una exhibición de hondura e inspiración. Pronto se rajó en animal, pero no el torero, valentísimo, seguro, poderoso y artista en una lección magistral de pundonor y arrojo. En las tablas, donde el toro se había refugiado, lo toreó a placer, jugándose los muslos. Lo intentó en vano ante el último, muy soso, pero dejó la positiva impresión de que ha vuelto a ser un torerazo después de la gravísima cogida que sufrió el pasado mes de septiembre.
Y llegó uno de los momentos gloriosos que se recordarán durante muchos años. Sucedió durante el tercio de banderillas de la lidia del tercer toro. Tomó los palos Curro Javier, un encanecido torero joven. Aún estaba la gente comentando la media verónica genial de Morante cuando el torero de plata colocó un asombroso par de banderillas del que salió perseguido por el toro.
Se lució Javier Ambel con el capote, y cumplió con gallardía Guillermo Barbero. Cuando Curro cita al toro de nuevo, engallado el torero en los medios, rompió a tocar la banda de música para acompañarlo en su torería. Fue un instante mágico, por la sorpresa y la oportunidad de las notas musicales. Silencio expectante en los tendidos. El toro se arranca, el torero va a su encuentro y vuelve a clavar un par de banderillas preñado de espectacularidad, elegancia y magia. El toro vuelve a perseguirlo, y a punto está de engancharlo antes que toque la madera del burladero con las yemas de los dedos, al tiempo que la plaza estalla arrebatada por la emoción.
La tarde, a pesar de todo, estuvo cargada de buenos recuerdos…
Próxima corrida: séptima corrida de abono. 9 de abril. Toros de Juan Pedro Domecq-Parladé, para Enrique Ponce, José María Manzanares y Roca Rey.
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