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Cesc Gay sube a las tablas a sus ardientes vecinos

El premiado cineasta desembarca en el teatro de La Latina de Madrid con una comedia corrosiva sobre la vida en pareja

Rocío García
El director de teatro y cine  Cesc Gay, en Madrid.
El director de teatro y cine Cesc Gay, en Madrid.Carlos Rosillo

“¡Si tú supieras!”, se dijo Cesc Gay en el ascensor donde coincidió con una vecina, una ciudadana alemana. Iba con maleta y la mujer, siempre tan amable, se interesó por el destino. “Voy a Madrid a hacer una obra de teatro”, le contestó el cineasta. “Ah, qué interesante”, respondió la vecina. Fue entonces cuando Cesc Gay pensó para sus adentros: “¡Si tú supieras!”. Esta mujer alemana, sin saberlo, está en el origen del desembarco en el teatro del cineasta. Tras la llegada, hace un par de años, de unos nuevos inquilinos al piso de arriba de Cesc Gay y familia en Barcelona, comenzaron a oír unos ruidos extraños, a cualquier hora, seguidos siempre de una gran variedad de gemidos y resoplidos de felicidad. Definitivamente esos vecinos de arriba fueron la inspiración para el desembarco en el teatro del director de cine que hasta ahora no se había atrevido con el arte escénico. “Nunca me había reído tanto escribiendo”, asegura Gay que presenta en Madrid Los vecinos de arriba, una comedia corrosiva y brillante sobre la vida en pareja.

El montaje, estrenado en catalán la temporada pasada, llega al Teatro de La Latina hoy jueves con un reparto diferente, en el que destaca la actriz Candela Peña para quien esta obra supone también su debú en los escenarios. Candela Peña, junto a Pilar Castro, Xavi Mira y Andrew Tarbet, componen un retrato de las relaciones de pareja, cuando una de ellas es invitada a tomar un pica a pica al piso de sus vecinos. El sexo, la convivencia y las apariencias se abren paso en este encuentro sorprendente, todo un cóctel de humor, desencanto, dolor y cariño. “La pareja es un lugar de grandes sentimientos. Si la tienes porque la tienes y si no la tienes porque no la tienes. Aquellas que son de largo recorrido suponen un combate fantástico que te exige muchas cosas. Me pareció interesante todo lo que nuestra vecina me puso delante como un espejo. Hoy nos hemos acostumbrado a la rapidez, a que todo se cambia, a que la ropa dure dos días y cuando veo eso aplicado a la pareja entristece. Yo creo que las cosas hay que pelearlas”, asegura el director.

Los vecinos de arriba supone para Cesc Gay (Barcelona, 1967) un feliz colofón a un año cargado de éxitos con su último filme Truman, sin duda la gran película española de 2016, que fue consagrada en la última gala de los Goya con cinco premios, además del galardón ex aequo para sus dos protagonistas, Ricardo Darín y Javier Cámara, en el Festival de Cine de San Sebastián. La palabra “suerte” está siempre en boca de este cineasta que comenzó su carrera en 2000 con Krampack y que continuó con títulos como En la ciudad, Ficció o Una pistola en cada mano. Autor siempre de sus propias películas, con una relación muy íntima con el texto, también en el teatro ha escrito esta obra, cuyo tono de humor - “tan irónico y afilado que incluso me asusté”- fue el que marcó la decisión de no hacerlo como guion cinematográfico. “En cine nunca me salen así las películas. Siempre ha habido humor en mis películas pero al servicio de otras cosas. Empecé a dejarme llevar, unido por mis ganas que tenía por el teatro desde hace tiempo, y así fue surgiendo esta historia de cuatro personas con una estructura teatral muy concreta”.

Es sin duda Los vecinos de arriba su trabajo más cómico. “Desde la comedia se puede abordar todo, a veces mejor que desde la propia realidad. A mí, el humor es lo que me une a mis amigos y a las mujeres; el humor te filtra el dolor, te protege de los malos momentos”, añade  Gay que resalta, con firmeza, el mágico descubrimiento que le ha ofrecido el teatro en un año que no duda de calificar de “brutal” en su carrera. “Me daba mucho respeto el teatro y por eso no me atrevía con él. Los nuevos retos y aventuras te generan nervios e intranquilidad pero también es muy apasionante. Me ha enamorado la intimidad del teatro. Tengo la suerte de que estoy viviendo un momento muy bonito, que me permite más o menos hacer lo que quiera y eso pocas veces sucede en la vida. Voy a aprovecharlo pero sin prisas. Seguiré en el teatro. Las cosas salen cuando surgen de lugares que no te esperas, como esta obra que salió sin forzar”.

Se sorprende a sí mismo cuando confiesa que nunca ha visto una película suya en una sala de cine, pero que no se cansa de ver la obra teatral un día y otro. “En Barcelona, me cogía la moto casi cada tarde y me acercaba a verla, aunque es verdad que allí trabajaba mi mujer [Ágata Roca, en el papel que en Madrid hará Candela Peña]”. Cuando estrene en Madrid, echará de menos esas sesiones vespertinas, pero no le preocupa, en la convicción de que el teatro es de los actores, más que del director. “En el cine, el realizador tiene el poder sobre todo, eres el gran manipulador que dirige a todo el mundo. La poética del teatro tiene otros códigos. El rey absoluto del teatro es el actor. Son ellos los que están encima del escenario, los que están concentrados antes de que se abra el telón, los que viven el tránsito emocional de la obra delante del público”.

La gran fiesta colectiva

Cesc Gay está disfrutando de la experiencia de la fiesta colectiva en la que se ha convertido el teatro y que en el cine se ha perdido. “Cuando va la gente al teatro encuentra un vínculo más festivo, el hecho de ir al teatro supone disfrutar de un espectáculo colectivo. Hoy, el cine está encontrando otros lugares donde ser visto y consumido, se está convirtiendo desgraciadamente en una experiencia más personal e individual. La mitad de las películas que vemos las vemos solos. El teatro, al ser compartido, es catártico. Está suplantando así a lo que antes se vivía en las salas de cine”.

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