La industria de los sueños no es para mujeres
La presencia femenina en el negocio del cine sigue siendo una minoría
Una vez disipada la niebla de la polémica sobre la escasa presencia de las minorías en la última edición de los Oscar, queda un hecho incuestionable: la ausencia de mujeres en la industria de la que están hechos los sueños. Este año, menor incluso que la de los osos. Ni una directora ni una ganadora en las categorías principales, si se exceptúa a las actrices o las puramente técnicas: Sara Bennett, por Mejores Efectos Especiales en Ex Machina (la primera mujer que lo ha logrado en toda la historia), Blye Pagon y Nicole Rockin, dos de las productoras de Spotlight, un hito en la leyenda de Hollwyood porque además este año ha habido siete en este apartado (un 29% del total), y Margaret Sixel por el montaje de Mad Max. Furia en el camino.
Hay que remontarse a 2009 para encontrar a la primera mujer que ganó el Oscar a la mejor dirección: la magnífica Kathryn Bigelow lo consiguió por Zona de miedo, una película bélica pero neutra en cuestión de género, 82 años después de que se entregara la primera estatuilla. Antes, solo tres directoras fueron nominadas, pero ninguna se lo llevó: la italosuiza Lina Wertmüller en 1976 por Siete bellezas (la primera nominación en 49 años), la neozelandesa Jane Campion por la aclamada El Piano en 1993 y Sofia Coppola en 2004 por Lost in translation (aunque sí ganó el Oscar la mejor guión original). Se podría discutir si sus películas fueron mejores o no que las de sus colegas masculinos que se llevaron en esas ocasiones la codiciada estatuilla o si han sobrevivido mejor al paso del tiempo, pero ahí parece que de algún modo se frenaron sus carreras (Bygelow volvió a intentarlo con Zero Dark Thirty, pero solo como mejor película, y Coppola parece ahora optar por la ópera).
Solo un 9% de las 250 películas más taquilleras de Estados Unidos el año pasado fueron hechas por mujeres
Si las directoras no lo tienen fácil, el resto de profesionales tampoco lo tiene mucho mejor. John Williams, por ejemplo, ha sido nominado 45 veces por sus bandas sonoras. En contraste, solo tres compositoras lo han sido: Angela Morley, que compitió dos veces por El pequeño príncipe en 1974 y Cinderella en 1976, Ann Dudley que ganó la mejor banda sonora por Full Monty (1997) y Rachel Portman, Oscar por Emma (1997) y nominada por Las normas de la casa de la sidra (2000) y Chocolat (2001). Tampoco cuentan mucho en la categoría de guión original: la primera mujer que ganó en este apartado en solitario fue Callie Kouri en 1991 por Thelma y Louise (antes, Joan Harrison fue nominada en 1940 y Muriel Box lo ganó en 1946, pero junto a su marido). Han tenido más suerte los guiones adaptados: 10 mujeres los han ganado, la última Diane Ossana, a medias con Larry McMurty, por Brokeback Mountain en 2005. En las categorías reinas, ninguna se ha hecho con la de mejor fotografía, aunque montaje suele ser un apartado más abierto a la participación femenina, además del consabido diseño de vestuario, peluquería y maquillaje.
Los datos no tienen que ver solo con la Academia de Hollywood. Según un informe del Centro de Estudio de la Mujer en Cine y Televisión, solo un 9% de las 250 películas más taquilleras de Estados Unidos el año pasado fueron hechas por mujeres y en el festival de cine de Sundance de 2015 representaban un tercio de los directores noveles; no pensemos qué puede ocurrir en otras latitudes. Algunos achacan esta situación al machismo de la sociedad patriarcal, otros aseguran que las películas hechas por ellas son más complejas y mucho más criticadas que las de sus colegas masculinos, además de la dificultad de abrirse camino en un mundo tan competitivo como el del séptimo arte. Pero lo cierto es que más de un siglo después de la invención del cine, ha cambiado todo, los formatos, los argumentos, la producción, la realización y la forma de consumir las películas, menos una cosa: las oportunidades que tienen las mujeres para triunfar en el cine.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.