La nena se llama Dominique
La joven chelista y cantante brasileña pasea por el mundo su melancolía feliz
Se presenta como Dom La Nena y explica que el nombre se lo puso ella misma cuando vivía en Buenos Aires, donde era nena por aquí, nena por allá. La brasileña había viajado a Argentina con trece años para estudiar violonchelo guiada por Christine Walevska.
Dominique Pinto nació en Porto Alegre hace veintiséis años, aunque entre los ocho y los doce vivió con sus padres en París, de los trece a los dieciocho solita en Baires –sus padres iban y venían- y desde entonces tiene casa de nuevo en la capital francesa. Su primer disco, Ela, grabado artesanalmente junto a Piers Faccini, interesó a la discográfica Six Degrees y le valió elogios en The New York Times -la comparaban a las voces susurradas de Juana Molina, Hope Sandoval y Jane Birkin-. El segundo, Soyo (2015), con canciones melancólicamente felices cantadas en inglés, portugués, español y francés, se fue gestando en hoteles y aeropuertos con la complicidad de Marcelo Camelo. En O Globo contó que Ela daba la sensación de estar en un cuarto con cortinas, velas, alfombras, y que ahora quería abrir las ventanas y trabajar de manera más festiva. También tuvo tiempo para un proyecto con Rosemary Standley, cantante del grupo Moriarty, del que salió Birds on a wire, con un repertorio que iba de Monteverdi y Purcell a Leonard Cohen y Tom Waits, presentado en formato de voz y chelo.
En realidad ella quería ser Jacqueline Du Pré. Con diez años escuchó su grabación del Concierto para violonchelo y orquesta de Elgar y se pasaba ocho horas diarias con el arco sobre el instrumento. De vuelta a París, con dieciocho, estuvo tocando para Jane Birkin. Era la primera vez que lo hacía sin partitura. En Página 12 confesó que no le gustaba el ambiente tan duro y rigurososo de la música clásica porque a ella le enseñaron que la música era algo vinculado al placer. En Francia pudo trabajar con Camille, Etienne Daho, Sophie Hunger… y acompañó a Jeanne Moreau en una obra de Jean Genet. Fue después de la gira con la madre de Charlotte Gainsbourg que le entraron ganas de escribir canciones, inspirada por La llorona, que había descubierto en un disco de Lhasa.
Para Les Inrocks, Dom es tierna y nostálgica y, según The New Yorker, igual que un mago muy hábil. Julieta Venegas la incluyó en Tentaciones entre sus artistas latinos actuales favoritos: "Es súper bonita, tiene algo como muy naïf, pero mucha fuerza". En los conciertos de Soyo [once en España, entre el 16 de marzo y el 6 de mayo] Dom está sola en el escenario. Bueno, con ese violonchelo que lleva como si fuera parte de ella, tras haber aceptado que no tenía una única raíz. Lo dice en No meu país: “No vengo de aquí / no vengo de allí / no vengo de ningún lugar / no sé donde nací / no recuerdo donde crecí / pero sé que siempre tuve un hogar / en mi país se es feliz”.
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