_
_
_
_

A solas con Frida Kahlo

Una exposición se acerca en Málaga a la intimidad y la vida cotidiana de la artista

Son imágenes muy sencillas. Frida Kahlo (1907-1954) aparece tumbada en la hierba, aparentemente dormida o apoyada en una pared de La Casa Azul, su hogar de Coyoacán, en medio de un juego de luces y sombras. Hay instantáneas en las que posa mientras bebe de un botellín, y otras en las que se muestra distendida, en un ambiente casual, acompañada por Diego Rivera, Miguel Covarrubias y su hermana Cristina.

Más información
Leo Matiz, fotógrafo colombiano
Las vanguardias y los amores perros
Siempre Frida

Son situaciones distintas, pero todas trasmiten el carisma de la artista mexicana, su potente estética y su personalidad. El fotógrafo colombiano Leo Matiz inmortalizó a Kahlo a principios de los cuarenta del siglo pasado en la intimidad de su casa, en su vida cotidiana, y parte de ese material se exhibe hasta el 29 de mayo en La Térmica de Málaga, centro cultural de la Diputación Provincial.

Frida Kahlo. Fotografías de Leo Matiz en La Casa Azul reúne 55 instantáneas inéditas en España de la artista y de su hogar, la casa de sus padres reconvertida en museo cuatro años después de la muerte de Kahlo, que también fue el refugio de León Trotski. “Frida es mediática, pero aquí se muestra más personal, es algo hecho con más corazón”, explica Angustias Freijo, comisaria de la muestra junto a Mario Martín.

Matiz llegó a México en 1939 y dirigió su objetivo hacia los sectores más marginados. Cinco años después conoció a Luis Buñuel, quien en 1950 plasmó un ambiente parecido en su película Los olvidados. Matiz se acercó al entorno intelectual y artístico de la época, a los principales representantes del movimiento muralista mexicano, y entonces encontró a Frida.

Como una modelo

Acostumbrada a posar desde niña por la influencia de su padre, el fotógrafo Guillermo Kahlo, la artista aparece en distintas escenas captadas en La Casa Azul, en el parque de Xochimilco y en Tizapán. El material procede de la Fundación Leo Matiz. La artista aparece al lado de un vendedor de telas, en una calle de Coyoacán, o con una de sus alumnas en el taller de pintura que la pareja Kahlo-Rivera tenía en la casa. Pero en la inmensa mayoría de las instantáneas es la artista mexicana quien llena toda la escena. Posa como una auténtica modelo, controlando el instante.

La muestra acerca al visitante a la figura de Matiz, un fotógrafo imprescindible del siglo XX nacido en Aracataca, el municipio de Gabriel García Márquez. En México se hizo amigo de Diego Rivera y abrió estudio en la Avenida Juárez. En la exposición hay dos fotos de David Alfaro Siqueiros, uno de los principales representantes del muralismo mexicano con quien el colombiano colaboró en varios trabajos. Y por un enfrentamiento con él huyó de México a mediados de los cuarenta.

No regresó hasta los noventa. En 1997, con 80 años, volvió a fotografiar La Casa Azul, ya sin Kahlo. En la muestra hay 16 instantáneas de las habitaciones, reconvertidas en museo, del jardín y del estudio en el que su amiga dejó inacabado un retrato de Stalin. “Se desprende una gran nostalgia de las fotos”, apunta Freijo. Matiz murió en Bogotá un año después.

La muestra se aproxima también al momento histórico en que vivió Kahlo, un México punto de encuentro cultural y vanguardista para distintas figuras europeas. Hay varias piezas del escultor Germán Cueto y publicaciones que ilustran sobre la trayectoria del germano-mexicano Mathias Goeritz. La inspiración de Frida Kahlo bebía de este entorno.

Un centro para perderle el miedo a la cultura

La Térmica de Málaga, dependiente de la Diputación Provincial, se presenta como un espacio de creación y de formación en distintas disciplinas artísticas. La parte abierta al público, además de las exposiciones, se centra en aulas de filosofía práctica, historia y pensamiento político. “Tienen continuidad al estilo de una universidad no reglada”, explica Salomón Castiel, director el espacio cultural.

La próxima área que se pondrá en marcha será un aula verde. Castiel resalta el espíritu “vivo y fresco” del espacio, con constantes guiños a la “cultura pop” y una programación muy dinámica que se renueva constantemente.

Este año hay programadas más de 300 actividades y el trabajo se ha empezado a extender a toda la provincia. “Nos dimos cuenta de que había muchos jóvenes que tenían demasiado respeto a la cultura y hemos tratado de romper esa barrera”, añade Castiel. La respuesta del público en los tres años de actividad ha sido “enorme”.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_